Por Juan Tomás Valenzuela
En la pobre convención
que no logró convencernos,
Miguel se declara eterno
logrando otra reelección.
Otro «come tiburón»
como su amigo y mentor,
el también interventor,
que intenta modificar
la constitución, pa’ dar
otro intento reelector.
La honestidad y conmensura
de estos sátrapas modernos,
que quieren hacerse eternos
imponiendo sus figuras,
no guardan la compostura
en su afán reeleccionista,
donde el balaguerista,
que fue su ejemplo a seguir,
nunca podrá competir
contra esta casta bochista.
Aun podemos recordar,
siendo Bosch genio y figura,
que hablaban de dictadura
con apoyo popular,
y lo han podido lograr,
pero no a base de apoyo,
sino a la de picapollos,
coimas, dádivas, prebendas
y otras sucias componendas
que frenan el desarrollo.
Y ahora viene Miguel
en su rol contubernista,
con apoyo danilista
y se perpetúa en el poder.
Convenció sin convencer
en este absurdo escarceo,
haciendo un triste sondeo
de marrulla estatutaria,
donde una turba sectaria
pone a sus pies el trofeo.