En la República Dominicana la pelota es la actividad que más seguidores tiene dentro de los que practican deporte, así también medio de recreación deportiva; lo que probablemente no muchos sepan es que el torneo invernal implica una actividad microeconómica, que como tal se rige por sus intríngulis.
Como todos tipos de mercados el de la pelota encuentra determinadas explicaciones a partir de la teoría microeconómica, particularmente la del equilibrio parcial que no supedita el precio, la demanda y la oferta de un determinado producto a lo que pueda pasar con el resto de los otros bienes y servicios de la economía, escenario que acontece con el equilibrio general.
Los precios de los tickets para presenciar los partidos de la pelota dominicana son fijados por la Liga de béisbol profesional dominicana (Lidom), de igual forma sus canales de distribución por ventanilla, oficina de equipos o por la internet.
Al fijarse el precio de la distintas áreas de los estadios se establece su regla, apartarse de ella adquiere la connotación de irregular, ilegal, razón que conduce a que las boletas sean vendidas en forma clandestina o semi clandestina.
El mercado negro de la pelota es una expresión del tipo de mercado de competencia imperfecta, lastimosamente la más socorrida de todas en donde el precio en algún momento y lugar es manipulado en desmedro del bienestar del demandante frente al de la competencia perfecta, la ideal.
El precio del mercado negro se forma inicialmente desde la acera del ofertante, cuando se aproxima la hora pautada del evento, su precio resulta de la negociación entre demanda y oferta, siempre a la baja, pero más alto que el precio oficialmente establecido.
¿Pero entonces, quién genera el mercado negro en la pelota? Lo produce aquel inversionista, dentro o fuera de la industria del béisbol que actuando como ofertante único adquiere la calidad de monopsonista/vendedor que distorsiona el precio hacia el alza aun sin realizar modelos de demanda, dado que sabe por conocimiento empírico que llegará un aumento y entonces crea escasez de oferta.
El monopsonio es una manifestación de competencia imperfecta, no es una expresión de las fuerzas del mercado, lo mueve una mano invisible que solo procura obtener beneficios marginales sobre los normales inflando los precios.
El monopsonista de la pelota sabe que está frente a una demanda de tipo inelástica, explicada por la gran simpatía de ese deporte que no tiene sustituto, que produce ingreso psicológico y es de temporada, que alcanza su pico en las series final y semifinal, donde no hay mañana, si no la compras ahora simplemente no podrás presenciarla in situ, ahí su costo de oportunidad, cuyo precio lo paga el que esté dispuesto a disfrutarla más en persona que por la televisión pese a que es gratis.