Por Miguel Collado
EL 133 ANIVERSARIO DEL NATALICIO DEL HUMANISTA MAX HENRÍQUEZ UREÑA (1885-1968)
Nació el 16 de noviembre de 1885 en la ciudad de Santo Do¬mingo, donde falleció el 23 de enero del año 1968, no en 1969 como señala el investigador literario Franklin Gutiérrez en su «Diccionario de la literatura dominicana. Bi¬bliográfico y terminológico» (2ª. edición, 2010, p. 329). Gutié¬rrez también comete el error de decir que Max nació el 15 de noviembre.
Crítico e historiador literario, ensayista, novelista, poeta, drama¬turgo, antólogo, traductor, músico, educador, abogado y diplomático, Max fue el tercer hijo de Salomé Ureña de Henríquez y Francisco Henríquez y Carvajal.
En 1904 fundó en Santiago de Cuba el semana¬rio «Cuba Literaria». En Cuba ―donde se inició en el periodismo y realizó las carreras de Derecho y de Fi¬losofía y Letras― llevó a cabo, hasta 1930, una inten¬sa actividad cultural, intelectual y educativa: cofun¬dador de la Sociedad de Conferencias de La Habana, de la revista «Cuba Contemporánea» y de los periódicos «Diario de Cuba» y «El Sol»; miembro de número de la Academia Nacional de Artes y Letras; fundador del Ateneo de Santiago de Cuba y de la revista «Archipié¬lago»; fundador de la Escuela Libre de Derecho Gon¬zález Lanuza y de la Institución Hispano-Cubana de Cultura de Oriente; y director de la Escuela Normal de Oriente (Santiago de Cuba). En la patria de Martí también publicó más de una decena de libros sobre diversos temas y géneros.
En 1931 retornó a su patria, donde permaneció has¬ta 1947, año en que regresaría a Cuba. En la Adminis¬tración Pública dominicana desempeñó los siguientes cargos: Superintendente General de Enseñanza, Can¬ciller de la República y embajador en varios países de América Latina y Europa. Fue profesor de Literatura en la Universidad de Santo Domingo en los años 30 y luego, ya Autónoma, en los años 60.
Es importante decir que Max fue co-fundador, en 1931, de la Academia Dominicana de la Historia, junto a su tío Federico Henríquez y Carvajal y otros intelectuales de elevado prestigio en esa época: Américo Lugo Herrera, Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, Emilio Prud’Homme y Ramón Emilio Jiménez, entre otros. También ingresó a la Academia Dominicana de la Lengua, como Miembro de Número, el 27 de febrero de l932, año en que dicha entidad fue aceptada por la Real Academia Española como Correspondiente. Junto a él ingresaron: Ramón Emilio Jiménez, Enrique Henríquez, Rafael Conrado Castellanos, Juan Tomás Mejía Solieri y Manuel de Jesús Camarena Perdomo.
Entre 1947 y 1961, fuera del suelo que le vio nacer, continuó con la activa vida intelectual y magisterial he¬redada de sus ilustres progenitores: invitado por la Uni¬versidad de Yale (Estados Unidos), impartió un curso especial sobre el movimiento literario modernista; viajó por Europa y en Puerto Rico fue profesor de la Uni¬versidad de Río Piedras. En Cuba dictó conferencias en el Lyceum y en el Ateneo de La Habana y fue profesor en la Universidad Católica de Villanueva. En ese perío¬do publicó casi una decena de libros, entre ellos «Breve historia del modernismo» (1954) y «Hermano y maestro» (1950), sobre el humanista Pedro Henríquez Ureña.
De regreso definitivo a República Dominicana en 1962 ―luego del ajusticiamiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo―, Max publicó la segunda edición de su «Panorama histórico de la literatura dominicana» (1965) y se incorporó a la docencia en la Universidad Autóno¬ma de Santo Domingo y en la Universidad Nacional «Pedro Henríquez Ureña». Su columna «Desde mi bu¬taca», en el periódico «Listín Diario», constituyó un verda¬dero aporte en el periodismo cultural dominicano por la exquisitez y valioso contenido de sus artículos.
La producción intelectual legada por Max a la cul¬tura latinoamericana ―contenida en más de 50 volúme¬nes― es temáticamente diversa y rica en contenidos; es producto de una mente brillante, de admirable forma¬ción humanística. A continuación otros de sus libros de mayor significación literaria o histórica: «Ánforas» (poesía, 1914); «Cuentos insulares: cuadros de la vida cubana» (1947); las novelas «La independencia efímera» (1938), «La conspiración de los Alcarrizos» (1941), «El Arzobispo Valera» (1944) y «El ideal de los trinitarios» (1951); «El retorno de los galeones: bocetos Hispánicos» (ensayo, 1930); «De Rimbaud a Pasternak y Qua¬simodo: ensayos sobre las literaturas contemporáneas» (1960); «Pe¬dro Henríquez Ureña: antología» (1950); «Mi padre. Perfil bio¬gráfico de Francisco Henríquez y Carvajal» (biografía, 1988); y «Veinte cuentos de autores dominicanos» (antología, 1994).