El plan migratorio de la Casa Blanca abre la puerta a una regularización masiva de 1,8 millones de ‘dreamers’ en el plazo de una década
Donald Trump sigue usando a los jóvenes inmigrantes como moneda de cambio para lograr levantar el polémico muro en la frontera con México, pero ahora ha elevado el dinero que reclama para financiar su construcción. La Casa Blanca presentará el lunes un plan en el que reclama al Congreso la dotación de 25.000 millones de dólares para dicho proyecto (antes pedía 18.000) a cambio de mantener en el país a los dreamers o soñadores: jóvenes migrantes que fueron traídos a EE UU de forma irregular cuando eran niños, pero han crecido como cualquier estadounidense, estudian o trabajan y pagan impuestos, pero viven en de un limbo legal.
Fuentes de la Administración explicaron el jueves el programa plantea la ciudadanía para unos 1,8 millones jóvenes migrantes en el plazo de 10 o 12 añospara aquellos que cumplan una serie de requisitos (empleo y formación) y hayan tenido un “buen comportamiento”. La regularización está supeditada no solo al muro, sino a otra batería de medidas, como la agilización de las deportaciones, el fin de la lotería de visados, el freno a la acogida de padres de inmigrantes ya establecidos o el refuerzo de la frontera con Canadá.
Trump ha hecho del freno a la inmigración – con guerra a la irregular y más restricciones a la legal- una seña de identidad de su política. El pasado septiembre, decidió poner fin al programa que les protegía de la deportación, impulsado por Barack Obama (llamado DACA, por sus siglas en inglés). Así, dio un plazo de seis meses al Congreso para buscar una solución y los convirtió en esa mencionada moneda de cambio. Aunque oficialmente acogidos al DACA hay cerca de 700.000 personas, el colectivo de jóvenes en esta situación se acerca a los citado 1,8 millones.
Para que el Congreso apruebe un fondo de 25.000 millones de dólares que pague el muro, Trump necesita apoyo demócrata, pues requiere 60 votos y los republicanos controlan 51 de los 100 escaños.
Las Administraciones de Bill Clinton y George Bush ya levantaron tramos de valla en la frontera mexicana, pero en la era Trump, con un saldo migratorio negativo con el país, se ha convertido en un símbolo racista. El hoy presidente lo anunció cuando era candidato en 2015 en medio de un discurso insultante para los mexicanos. Llamó a los migrantes sin papeles de su país vecino «delincuentes» y «violadores».
Los demócratas se encuentran en un terreno pantanoso, muchos de sus votantes les cobrarán lo que consideren una afrenta a los latinos (buena parte de la inmigración estadounidense). El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, dio su brazo a torcer la semana pasada y ofreció apoyo para la construcción del muro a cambio de proteger a los dreamers, pero la Casa Blanca alega que no ofreció respaldo a los fondos necesarios para hacerlo realidad. Esta semana Schumer retiró la oferta.