A Qifeng la buscaron desde que desapareció a los 3 años en 1994.
Para sus padres, Wang Mingqing y Liu Dengying, la búsqueda implicó que él se convirtiera en taxista con la esperanza de que un día pudiera recogerla como pasajera.
Su método llamó la atención de los medios en China.
«¡Un día mi hija puede ser la persona sentada en mi automóvil!», decía Wang.
Unos minutos
La pareja, residente en la ciudad de Chengdu, en el centro del país, se dedicaban a la venta de fruta en la calle cuando un día, tras atender a los clientes en su puesto, perdieron de vista a Qifeng.
«Fueron solo cinco minutos y luego mi hija estaba desaparecida», recordó Wang.
La búsqueda comenzó. En la ciudad y en localidades cercanas. Con anuncios en los periódicos y más tarde a través de avisos en internet. Decidieron quedarse a vivir en Chengdu y dejar su negocio para dedicarse a encontrarla.
Aunque decidieron tener otra hija, nunca dejaron de buscar a la otra.
En 2015, Wang se registró como conductor, puso un cartel con la imagen de la hermana de Qifeng —ya que ambas se parecían y no tenían una foto de Qifeng de mayor— en la ventana trasera, y daba tarjetas con información a cada pasajero que transportaba.
Un dibujante
Finalmente hubo avances el año pasado. Un dibujante de la policía se enteró de la historia y decidió ayudar. Realizó un dibujo de cómo se vería Qifeng de adulta y la imagen circuló por internet.
A 3.000 kilómetros de distancia, Kang Ying la vio recientemente y se sorprendió por lo mucho que se parecían.
Contactó a Wang hace dos semanas y descubrió que compartía algunos rasgos inusuales con su hija desaparecida, incluida una pequeña cicatriz en la frente y una tendencia a tener náuseas cada vez que lloraba.
Organizaron una prueba de ADN y el resultado fue positivo. El lunes, Wang y Kang Ying hablaron por primera vez y este martes se vieron en persona tras 24 años.
«Papi te ama», le dijo Wang entre las lágrimas de ambos. «A partir de ahora, papá está aquí, no necesitas preocuparte por nada, papá te ayudará».
Kang Ying, quien vive en el norte de la provincia de Jilin, voló a Chengdu con su esposo, hijo e hija.
«El mundo entero me dijo que no tenía madre, ¡pero la tengo!», dijo tras abrazarse con Liu.
«No puedo decirles cuánta esperanza, decepción y desesperación hemos sufrido en los últimos 24 años. Ahora finalmente podemos volver a encontrarnos», dijo Wang citado por el periódico Beijing Youth Daily.
Kang fue criada en un pueblo a 20 kilómetros de sus padres y aunque no dio detalles de cómo terminó separándose de ellos, en China celebran el reencuentro.
Se estima que cada año decenas de miles de niños son secuestrados y vendidos para su adopción en la nación asiática.
A Wang quienes la criaron le dijeron que era adoptada.
Fuente: BBC Mundo