El Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente ha dado a conocer un informe que indica que la población de cerdos en dicho país supera en 3.5 millones – a la de sus habitantes. En concreto, el número de ejemplares porcinos ascendería a 50 millones, mientras que la población española se sitúa en los 46.5 millones.
Las cifras muestran un aumento de cerca de 9 millones de estos animales desde el 2013. Algo que ha generado preocupación entre las autoridades por el impacto ambiental de una industria que produjo más de cuatro millones de toneladas de productos derivados del cerdo y generó seis mil millones de euros tan sólo en el 2017.
Los temores se deben, sobre todo, al riesgo que representa el ganado para la preservación del medio ambiente. En este sentido, esta actividad es la cuarta mayor generadora de emisiones de gases de efectos invernadero en todo el mundo, después del transporte, la electricidad y la industria.
Por otra parte, los expertos también alegan el alto consumo de agua necesario para mantener en buenas condiciones a estos animales en un país acostumbrado, cada vez más, a sufrir fuertes sequías. En total, se calcula que cada cerdo consume unos 15 litros diarios de agua lo que, en conjunto, significaría un consumo mayor que el de las ciudades de Zaragoza, Sevilla y Alicante juntas. Además, los ecologistas también apuntan a que sus heces están comenzando a contaminar las aguas subterráneas.
El uso de prácticas fraudulentas en la producción del preciado jamón ibérico de bellota (estafas, mal etiquetado, etc.) es otro de los inconvenientes de este sector, que ha sufrido la convocatoria de varias huelgas en los últimos años por parte de los trabajadores de varios mataderos que denunciaban unas pésimas condiciones de trabajo.
Un sector puntero
Los españoles consumen aproximadamente 21 kg de carne de cerdo cada año. El diario británico The Guardian ha hecho un balance de la historia del jamón ibérico en España, recordando que los comentaristas romanos documentaron el manjar del jamón español y que los cerdos recibieron protección especial bajo los godos que gobernaron después de los romanos.
Cuando los musulmanes conquistaron gran parte de la Península Ibérica, el cerdo se convirtió en un símbolo de la resistencia cristiana. Bajo la Inquisición, comer carne de cerdo en público se convirtió en una prueba de fe para judíos y musulmanes que se habían convertido por la fuerza al cristianismo.
Fuente: El Mundo