La geografía española esconde verdaderas joyas de la naturaleza para los amantes del ecoturismo.

El turismo sostenible es una forma de viajar cada vez más en boga. Es una actividad que implica un compromiso con el entorno natural, cultural y social, al tiempo que se disfruta del mismo, procurando que el impacto de la huella ecológica sea el mínimo posible. Te proponemos una serie de rincones poco conocidos de la geografía española donde entrar en contacto con la naturaleza más salvaje, siempre con el máximo respeto al entorno.

Cascada de Pedrosa de Tobalina (Burgos)

Un paraje con un encanto especial considerado como una de las maravillas de la provincia de Burgos. Esta cascada está formada por las aguas del río Jerea y tiene más de 12 metros de altura. Un lugar imprescindible para visitar tanto en verano -y darse un chapuzón cuando el calor aprieta- como en invierno, cuando la crecida del río provoca un sonido impresionante y ensordecedor.

La Santa Cueva de Covadonga (Asturias)

Un santuario construido sobre una gruta natural y una cascada en las estribaciones del Monte Auseva, en el concejo de Cangas de Onís. El origen de la cueva como lugar de culto está rodeado de mitos y leyendas. Una de las versiones dice que Don Pelayo, primer monarca del reino de Asturias, y los cristianos se refugiaron allí durante la Batalla de Covadonga y se dejaron una imagen de la virgen. Así empezó la tradición de venerar a lavirgen de Covadonga. Actualmente lo que se puede ver es la figura de una virgen de madera, sujetando al niño junto con una rosa de oro.

Las Médulas (León)

La extracción de oro en tiempos del Imperio Romano dejó este impresionante paisaje de arenas rojizas situado en la comarca leonesa del Bierzo. Es un espacio que aúna valores naturales y culturales, por lo que fue declarado en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Las Médulas son un fiel reflejo del profundo cambio que produjo la minería de oro romana en el noroeste de la Península.

El Torcal de Antequera (Málaga)

Uno de los paisajes kársticos más representativos de toda Europa. Su formación se remonta a unos 200 millones de años, a partir de un proceso de sedimentación carbonatada, originada por la acumulación y deposito de esqueletos, conchas y caparazones de animales marinos en el fondo del mar. El Torcal cuenta con abundantes simas y cuevas, muchas sin explorar, y con una rica fauna.

Cueva de los Verdes (Lanzarote)

Un sobrecogedor tubo volcánico de siete kilómetros de longitud que se extiende bajo el mar situado al norte de la isla de Lanzarote. Se formó hace unos 5.000 años durante la erupción del volcán de La Corona. La población local utilizaba esta cueva como refugio para esconderse de los corsarios berberiscos, que eventualmente asaltaban la isla. Debe su nombre a la familia Verdes, propietaria de las tierras donde se encuentra.

Cala de Sa Calobra (Mallorca)

Esta cala, declarada Monumento Natural, se encuentra situada en plena Sierra de Tramontana. Para acceder a este recóndito lugar hay que adentrarse en una enmarañada carretera con más de 800 curvas, la más conocida es la denominada ‘Nudo de la Corbata’, donde la vía hace un giro de 360 grados. Al llegar, el viajero se topa con unos 25 metros de playa de cantos rodados entre grandes acantilados que superan los 200 metros de altura.

Setenil de las Bodegas (Cádiz)

Un pueblo de fantasía construido dentro de una roca. Sus angostas calles parecen engullidas por muros de piedra que envuelven a esta asombrosa localidad que no llega a los 3.000 habitantes.

Siurana (Tarragona)

En el valle del río Siurana, entre la Sierra del Montsant al oeste y las montañas de Prades al este, se levanta este pueblo medieval situado al borde de un peñón. Siurana fue el último reducto sarraceno de Cataluña, conquistado entre 1153 y 1154. Conserva restos de un castillo árabe y el viajero se puede acercar a la sima conocida como el Salto de la Reina Mora, donde Abdelazia, hija del señor de Siurana, prefirió arrojarse al abismo con su caballo antes que dejarse atrapar por las tropas cristianas. La roca conserva las marcas de las herraduras del animal al intentar frenar para no caer al vacío.