The New York Times procesó más de cien mil páginas de documentos para una investigación sobre el origen de la riqueza del actual presidente de Estados Unidos. Credit Sonny Figueroa/The New York Times

Este artículo forma parte de Times Insider, una serie que retrata la vida de la redacción y la intimidad del trabajo periodístico detrás de los artículos, reportajes y columnas de opinión en The New York Times.

Desde que Donald Trump anunció su candidatura a la presidencia se han realizado muchas investigaciones sobre su historial financiero, especialmente porque rompió con la tradición y declinó hacer públicas sus declaraciones de impuestos.

En 2016, David Barstow, Susanne Craig y Russ Buettner de The New York Times obtuvieron sus declaraciones de impuestos de 1995, las que muestran que el actual mandatario pudo haber evitado pagar impuestos durante casi dos décadas. Y para el artículo que fue publicado en la primera plana del 3 de octubre, trabajaron en conjunto durante más de un año con el fin de investigar la fortuna que el presidente heredó de su padre.

“Es poco común sumergirse en un tema que crees que ya ha recibido una profunda cobertura y descubrir tanto material completamente nuevo, material que simplemente es asombroso”, dijo Barstow. “Es un gran recordatorio de que incluso las cosas que piensas que están bien descritas tienen capas más profundas”.

Sobre todo, el esfuerzo estuvo en constante crecimiento y tenía varias capas, que involucraron más de cien mil páginas de documentos, tanto públicos como confidenciales; entrevistas con fuentes clave, y solicitudes a través de la Ley de Derecho a la Información. Los papeles mostraron que el presidente participó en estrategias fiscales turbias en la década de los noventa, incluido un fraude evidente, y que no era un multimillonario que se hizo a sí mismo.

La investigación empezó con una sencilla pregunta: ¿cuál era el estado de las finanzas del presidente entre 1995 y 2005? El equipo sabía que él había reportado una pérdida en 1995 de casi 1000 millones de dólares, como ellos habían informado en 2016, y después una ganancia de 150 millones en 2005, como David Cay Johnston, un periodista que trabajaba en The New York Times y ahora es el editor jefe de DCReport.org, informó en el programa de Rachel Maddow en la cadena MSNBC el año pasado, con base en dos páginas de esas declaraciones de impuestos.

Barstow, Craig y Buettner investigaron la fortuna que Fred Trump, el prolífico constructor neoyorquino que murió en 1999, heredó al presidente Trump y sus hermanos que estaban vivos: Maryanne Trump Barry, Robert Trump y Elizabeth Trump Grau.

Un hallazgo central para la historia comenzó a surgir en abril de 2017, cuando Craig había buscado en Google un término poco conocido en el cual estaba interesado el grupo —mortgage receivable (activos respaldados por hipotecas), que los Trump usaron para describir las hipotecas de los hijos a Fred— combinado con el apellido Trump. Ella descubrió el formato de ejecución hipotecaria que la hermana del presidente, Maryanne, una jueza federal, había presentado en relación con su audiencia de confirmación en el Senado. A diferencia de los muchos que presentó durante sus años en el estrado, este no estaba redactado. En el documento, Craig notó una contribución de un millón de dólares de parte de una compañía oscura propiedad de la familia: All County Building Supply & Maintenance.

“¿Qué demonios?”, recuerda haber pensado Craig. “Ese fue el primer indicio que tuvimos de que, oye, hay algo relacionado con esta compañía que necesitamos entender”.

El trío comenzó a hablar con personas familiarizadas con el padre del presidente y su imperio. Esas personas dijeron a los tres periodistas que la compañía era una entidad que fungía como intermediaria creada por el presidente Trump y sus hermanos esencialmente para mover dinero de las compañías de Fred Trump a sus hijos. Después de que All County adquirió varios artículos para los edificios de Fred Trump, como calentadores y artículos de limpieza, una secretaria facturaría los artículos con un aumento del 20 al 50 por ciento. Los hermanos se embolsaban la diferencia.

En resumen, los hermanos recibieron millones en donaciones sin impuestos de parte de su padre, para evitar pagar una tasa del 55 por ciento sobre donaciones que exceden cierto valor que habrían reducido significativamente el total.

“Fue un gran día para nosotros cuando llegamos a esa conclusión”, dice Buettner.

Durante los meses siguientes, los reporteros obtuvieron decenas de miles de páginas de documentos, incluidas más de doscientas declaraciones de impuestos de Fred Trump, sus compañías, así como varias sociedades y fideicomisos de Trump. (“Tenemos una montaña virtual de hojas de cálculo”, dijo Barstow. “Deberíamos tener hojas de cálculo de nuestras hojas de cálculo”). El acervo incluía deposiciones anteriormente confidenciales, incluida una en la que Robert Trump, el hermano del presidente, aceptó que la familia usó recibos alterados de All County para justificar aumentos más altos a la renta de sus inquilinos que vivían en apartamentos donde los alquileres estaban regulados.

Este año, otro descubrimiento surgió cuando el equipo vinculó el recibo de un calentador de una demanda por lesiones que Buettner encontró que nombra a All County —un hombre resultó herido por el calentador en un edificio de Trump— con el recibo de un calentador que obtuvieron a través de una solicitud de la Ley de Derecho a la Información a la ciudad de Nueva York. Encontraron dos números de orden de compra idénticos, pero en la factura de All County a Fred Trump el precio del calentador está marcado con un aumento del 20 por ciento.

“Fue un momento raro de serendipia de reportero, ¿verdad?”, dijo Buettner. “Dos pedazos de papel de dos lugares separados que combinados te cuentan una verdad más grande”.

“Fue como si esas dos piezas del rompecabezas encajaran: una proveniente de la demanda y la otra de la solicitud de la Ley del Derecho a la Información”, dijo Craig. “Lo llamamos el momento Perry Mason“.

Barstow rastreó al hombre que le vendió el calentador a Fred Trump: Leon Eastmond, el dueño de A. L. Eastmond & Sons, una compañía del Bronx que fabrica calentadores industriales. Eastmond dijo que recordaba el almuerzo durante el cual Fred Trump negoció el precio de sesenta calentadores y después recibió cheques por correo de parte de All County. Eastmond dijo que nunca había escuchado de All County antes de esos cheques, y que él había interactuado principalmente con Fred Trump, su secretaria y Robert Trump.

Si la investigación era “un enorme rompecabezas”, entonces Eastmond era “la pieza que encajaba a la perfección en el centro del rompecabezas”, dijo Barstow.

A lo largo de la investigación, no sufrieron las típicas pausas sin actividad que enfrentan los periodistas de investigación —los callejones sin salida o las búsquedas que duran semanas sin obtener resultados importantes—. “Nunca pasaron tres semanas en las que no lográramos algún avance”, dijo Craig. “Solo continuamos encontrando cosas y más cosas”.

En cambio, la preocupación era cómo decidirían qué pistas seguirían. El artículo hace énfasis en cuánto falta por descubrir sobre las historias de las declaraciones de impuestos de la estirpe familiar de Trump, dijeron Craig, Barstow y Buettner.

“Uno de los grandes temas de esta historia y de todo lo que nos reveló es lo poco que realmente sabemos sobre el historial financiero del presidente”, dijo Barstow. “En todos los libros, en todos los perfiles, en todas las historias en los periódicos no hemos encontrado una mención de Donald Trump y All County Building Supply”.
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Melina Delkic es una editora sénior.

Fuente: NY Times