«La Lectio Divina es una fuente genuina de la espiritualidad cristiana y a ella nos invita nuestra Regla. Practiquémosla cada día para adquirir un suave y muy vivo amor y para aprender la supereminente ciencia de Jesucristo. Así cumpliremos el mandato del Apóstol Pablo que nos recuerda la Regla: “La espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, habite con toda su riqueza en vuestra boca y en vuestros corazones, y todo lo que debáis hacer hacedlo en el nombre del Señor”. (Constituciones Carmelitas n. 82).
Lectio Divina: Lucas 5,27-32
1) Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, mira compasivo nuestra debilidad y extiende sobre nosotros tu mano poderosa. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Lucas 5,27-32
Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él, dejándolo todo, se levantó y le siguió.
Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas refunfuñaban diciendo a los discípulos: «¿Cómo es que coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?» Les respondió Jesús: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.»
3) Reflexión
• El Evangelio de hoy trae el mismo asunto sobre el cual hemos reflexionado ya en enero en el evangelio de Marcos (Mc 2,13-17). Sólo que esta vez está sacado del Evangelio de Lucas y es bien abreviado, concentrando la atención en la cena principal que es el llamado y la conversión de Leví y la conversión que esto supone para nosotros que estamos entrando en la cuaresma.
• Jesús llama a un pecador para ser discípulo. Jesús llama a Leví, un publicano, e este, inmediatamente, lo deja todo, sigue a Jesús y empieza a hacer parte del grupo de los discípulos. Enseguida Lucas dice que Leví preparó un gran banquete en su casa. En Marcos, parecía que el banquete era en la casa de Jesús. Lo que importa es la insistencia en la comunión de mesa de Jesús con los pecadores, lo cual estaba prohibido.
• Jesús vino no para los justos, sino para los pecadores. El gesto de Jesús provocó la rabia de las autoridades religiosas. Estaba prohibido comer con publicanos y pecadores, pues sentarse a la mesa con alguien era lo mismo que tratarle como hermano. Con su gesto Jesús estaba acogiendo a los excluidos como hermanos de la misma familia de Dios. En vez de hablar directamente con Jesús, los escribas de los fariseos hablan con los discípulos: ¡Qué! ¿El come con los pecadores y publicanos? Jesús responde: No necesitan médico los que están, sino los que están mal. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Es la conciencia de su misión que ayuda a encontrar la respuesta y a indicar el rumbo para el anuncio de la Buena Nueva de Dios. El vino para reunir a la gente dispersa, para reintegrar a los que han sido excluidos, para revelar que Dios no es un juez severo que condena y expulsa, sino un Pare/Madre que acoge y abraza.
4) Para la reflexión personal
• Jesús acoge e incluye a las personas. ¿Cuál es mi actitud?
• El gesto de Jesús revela la experiencia que tiene de Dios como Padre. ¿Cuál es la imagen de Dios que se irradia para los demás a través de mi comportamiento?
5) Oración final
Presta oído, Yahvé, respóndeme,
que soy desventurado y pobre;
guarda mi vida, que yo te amo,
salva a tu siervo, confío en ti. (Sal 86,1-2)