El Parlamento venezolano censuró a José Luis Rodríguez Zapatero en una votación que profundizó aún más las diferencias internas en la oposición. Por sólo 10 votos (53 contra 43), la mayoría decidió que el ex presidente del Gobierno español no vuelva a ejercer como mediador entre el Gobierno y el antichavismo, al considerar que «ha demostrado en reiteradas oportunidades su incondicional parcialidad en favor de los intereses autocráticos del Gobierno nacional».
Por primera vez en tres años de mayoría opositora en la Asamblea Nacional, la votación fue estrecha, lo que airea las diferencias suscitadas por las acciones y las declaraciones de Zapatero. Voluntad Popular (VP), partido del preso político Leopoldo López, presentó su propia propuesta para destrabar el callejón sin salida al que había llevado a la oposición el bloque 16 de Junio, conformado por los seguidores de la ex diputada María Corina Machado y el ex alcalde exiliado Antonio Ledesma, que inicialmente pretendía declarar a Zapatero persona non grata. Primero Justicia (PJ), principal partido de la Unidad Democrática, y La Causa R se unieron a los dos anteriores para sacar adelante la resolución final.
Enfrente, 43 diputados de Acción Democrática (AD), Un Nuevo Tiempo (UNT), Avanzada Progresista (AP) y dos antiguos miembros de la comisión opositora en las negociaciones de 2017 y 2018, Timoteo Zambrano y Luis Florido, que han abandonado sus respectivos partidos. Se trata del llamado bloque pactista, dispuesto a avanzar, en mayor o menor medida, en los diálogos con el Gobierno.
En todos ellos han pesado las actuales relaciones con el Gobierno de Madrid, que intenta retomar las negociaciones entre ambos sectores y que consiguió el mes pasado la libertad del preso político Lorent Saleh, desterrado hoy en España. La gran paradoja es que la mayoría opositora no quiere de ningún modo pelear con el Gobierno de Pedro Sánchez, al que ven como un factor importante en el futuro. De hecho, el apoyo a la prórroga de un año de las sanciones contra la élite chavista acordada por la UE fue unánime.
«Que un hombre como Zapatero nos divida es una vergüenza», resumió la diputada Delsa Solórzano, quien se abstuvo pese a que su partido votó en contra. Los reproches entre unos y otros volaron al instante y desde las redes sociales se atacó con dureza a los 43 parlamentarios, incluso se animaba a perseguirlos con las mismas listas que han abundado en 20 años de revolución.
«Es parte de la lucha entre radicales y moderados. Los primeros están plagados de personas que quieren crecer en apoyo, que no cuentan con estructuras a nivel nacional fuertes o consolidadas. La vía que han tomado es la de hacerse notar por contraste y ruido», puntualizó para EL MUNDO Félix Seijas, analista político y director de la encuestadora Delphos, en referencia a Machado y Ledezma. Los tres partidos que sí votaron contra Zapatero (PJ, VP y La Causa R) han radicalizado sus posturas desde la abstención de mayo y con sus líderes apresados, exiliados o perseguidos.
«Del lado de los moderados, pues hay quienes lo son con diferentes motivos, unos nobles, otros con agendas personales», concluyó Seijas. «Se ha demostrado dramáticamente lo mal que anda la oposición, cayendo una vez más en el señuelo que tiende el Gobierno para crear división», resumió el politólogo Luis Salamanca, antiguo rector del Consejo Nacional Electoral (CNE).
La idea inicial de los radicales era declarar non grato a Zapatero, una decisión que no depende del Parlamento. Una sanción moral sin consecuencias jurídicas, pero que obliga tácitamente a que los partidos opositores no acepten al ex líder del PSOE en futuros encuentros. Todo ello pese a que desde las presidenciales de mayo, Zapatero no funge como mediador, sino como un enviado especial del Gobierno, con mucho poder, para tender puentes quebradizos con la oposición. «Es un agente del Gobierno que trata de acercar posiciones entre chavismo y oposición. Nunca fue un mediador, por eso genera tantas suspicacias», sentenció Salamanca.
Fuente: El Mundo.es