Por Manuel Cruz
Todos aquellos que ignoran la razón teleológica de un partido, son los mismos que se aferran con hidrofobia a la quimera de creer que un partido político es un club budista o una congregación religiosa. En virtud de eso, después de la ruptura del debate ideológico entre marxistas y capitalistas; hoy queda esa misma lucha entre ortodoxos, ingenuos y pragmáticos.
Esas realidades propias de las doctrinas de Maquiavelo y su negación de aceptar la moraletica en el ejercicio de la política, fueron las que propiciaron la renuncia de Juan Bosch del PLD; aunque muchos hoy quieran cambiar la historia.
“El Eclecticismo de los Gobiernos del PLD”
Dentro de esa lógica Weberiana de la socialización y cohesión de voluntades e intereses de los dirigentes de un partido, en la búsqueda de ventajas e ideales personales para concretizar sus objetivos; el primer error del PLD fue hacer un eclecticismo electoral y orgánico con el PRSC, creyendo en el cuento chino de que Balaguer los había ayudado a llegar al poder; obviando que en realidad se trataba de evitar que llegara Peña Gómez al precio que fuera necesario. Por eso, en vez de masificarse poniendo el poder en manos del pueblo en general, prefirió llevar al seno del partido a impolutos y cleptómanos del PRSC.
Asimismo, después de la salida del gobierno en el año 2000, propiciada por la carencia de experiencia del ejercicio del poder, por una coyuntura adversa y, por el hambre de poder y del erario que exhibieron muchos dirigentes del partido; desde el 2004 el PLD volvió para quedarse.Sin embargo, para alcanzar esos fines hizo otro eclecticismo con los antiquísimos y poderosos sectores que le hicieron la vida imposible a Bosch y Peña.
Los mismos, apostaron al PLD buscando una mano amiga que les permitiera volver a generar la fortuna y el poder; que Hipólito les quitó con las quiebras de su gobierno.
De Partido a Maquinaria Electoral.
Aunque parezca increíble, la gran mayoría de las personas que milita en los partidos políticos; ignoran por completo cual es la concepción ideológica de esos partidos. Esa realidad tampoco es ajena al PLD, máxime, cuando el 95% desconoce que desde el 2004 existen dos instituciones muy diferentes, una que es el Partido de la Liberación Dominicana donde militan los hijos de Machepa descritos por Bosch en 1962, y otra compuesta por la radiografía de la “elite del poder” del sociólogo estadounidense Wright Mills a la que llamamos PLD; al que solo tienen acceso los Tutumpotes.
A raíz de eso, esa gerontocracia hija de la “ley de hierro de la oligarquía” de Robert Michels, en 2008 cuando ya se había consolidado en el poder, fruto de la rivalidad interna de sus dos liderazgos principales, se vio obligada a realizar otro eclecticismo electoral; ahora con los pequeños partidos, rémoras y también con bisagras electorales en aras de mantenerse en el poder. De igual forma, lo ha venido realizando desde el 2012 empero, no para mantenerse o llegar al poder con el apoyo de los poderes fácticos, sino, para aplicar el concepto de gobernanza y repartir el poder entre la cúpula y esos tutumpotes.
El PLD en la Encrucijada
Fruto de todos esos parches internos que vienen desde 1978 con Antonio Abreu, las expulsiones de 1981, la salida de Alburquerque en 1984, la renuncia del grupo de 1992, la convención de 1999. La convención de 2007, la bifurcación del partido en 2014 y, la aceptación de candidaturas en otros partidos de 11,800 dirigentes del PLD en 2016 sin que sus organismos hayan versado sobre las causas de esos acontecimientos; nos obliga a decir, que el PLD está compelido a un reencuentro conceptual que coloque a esa institución orgánicamente, dentro de los postulados de LaPalombara y adaptarse al siglo XXI.
Desde esa perspectiva, como se puede apreciar desde 1996 el PLD en aras de llegar o mantenerse en el poder ha propiciado alianzas con todo el mundo; menos con el propio PLD. Por ello, ha pasado de ser el acreedor de las esperanzas e intereses del pueblo y de los propios peledeistas, a una poderosísima maquinaria electoral aburguesada; orgánicamente ciega, sorda y muda cuyo único norte es hacer reverencia y causa común con el principio expuesto en la obra “El Último Don”, del gran escritor y guionista estadounidense Mario Puzo donde sentenció que, “el poder no lo es todo; es lo único”.