El presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, anunció este lunes su renuncia a partir del 1 de febrero, más de tres años antes del fin de su segundo mandato, abriendo una serie de interrogantes sobre su sucesor.
Tras seis años en el cargo, Kim deja la institución, y con eso da al presidente estadounidense Donald Trump una oportunidad de tener una influencia decisiva para elegir al director de esta institución de préstamo global de 189 miembros.
«Ha sido un gran honor desempeñarme como presidente de esta extraordinaria institución, llena de individuos apasionados dedicados a la misión de terminar con la pobreza extrema en el lapso del transcurso de nuestras vidas», dijo en el comunicado Kim, un estadounidense de origen coreano.
En virtud de una regla no escrita, la presidencia del Banco Mundial recae habitualmente en Estados Unidos, el mayor accionista de la institución, mientras que la dirección del Fondo Monetario Internacional es para los europeos.
El nombramiento de su sucesor abre un abanico de expectativas, ya que el gobierno de Trump podría marcar un distanciamiento de los usos históricos, como ya lo ha hecho con otras instituciones multilaterales, una concepción de la política de la cual es muy crítico.
La búlgara Kristalina Georgieva, directora general del Banco Mundial, dirigirá interinamente a la entidad.
Kim, un médico y antropólogo nacido en 1959, dirigía la institución desde 2012 y deja el cargo más de tres años antes del fin de su segundo mandato.
«El trabajo del Grupo Banco Mundial es ahora más importante que nunca en el mundo, en un momento en que las aspiraciones de los pobres aumentan en todo el mundo y problemas como el cambio climático, las pandemias, la hambruna y los refugiados siguen creciendo tanto en escala como en complejidad», afirmó Kim.
Al inicio de su mandato en 2012 Kim estableció dos objetivos principales: terminar con la pobreza extrema en 2030 e impulsar una prosperidad compartida, centrándose en la población de los países en desarrollo.
Kim reemplazó a Robert Zoellick dejando su cargo de rector de la Universidad de Dartmouth, donde había centrado su trabajo en la lucha contra las enfermedades en los países pobres.
Cuando fue elegido, Kim era un candidato con un perfil poco habitual por ser un académico que había centrado su carrera en el área de la salud.
Su principal rival era la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, ya que un tercer candidato, el economista colombiano José Antonio Ocampo, se había retirado de la carrera.
Quizás para evitar una nueva confrontación entre candidatos, la administración del entonces presidente Barack Obama apoyó rápidamente en 2016 darle a Kim un segundo mandato de cinco años que comenzó en 2017.
No obstante en 2016, un asociación de funcionarios del Banco Mundial emitió fuertes críticas y mencionó la incomodidad existente entre los 15.000, denunció la «falta de liderazgo» y reclamó terminar con acuerdos «entre bambalinas» sobre el control de la entidad.
El personal también cuestionó la reestructura interna y los recortes de gastos y puestos de trabajo implementados durante la administración de Kim.
Hijo de un desertor norcoreano que escapó a Corea del Sur, Kim nació en Seúl en 1959. A los cinco años, llegó a Estados Unidos, al estado de Iowa (centro), donde siguió los pasos de su padre y estudió medicina. Estudiante aplicado, logró dos doctorados, en medicina y antropología.
Su carrera, mayormente dedicada a la investigación, lo acercó a las labores humanitarias.
Uno de los países en los cuales trabajó Kim fue Perú, donde a mediados de la década de 1990, impulsó una iniciativa de tratamiento masivo contra la tuberculosis, que ahora se aplica en otras 40 naciones.
Entre 2003 y 2007, dirigió un programa de la Organización Mundial de la Salud para llevar antiretrovirales a tres millones de pacientes con VIH en países en desarrollo, mientras que su organización sin fines de lucro, Socios en Salud (Partners in health), ha trabajado en comunidades pobres desde Haití hasta Rusia.
Fuente: Afp.com