La oposición venezolana pasó —en solo unos días— de la desesperanza, la división y la indecisión, a tomar las calles del país y a tener un «presidente encargado» en la figura de Juan Guaidó.
Pocos lo esperaban. Como ocurrió durante las olas de protesta en 2014 y 2017, de repente millones salieron a las calles y reactivaron el viejo anhelo de una parte de la oposición: sacar al presidente Nicolás Maduro.
En la oposición esperan que este 23 de enero de 2019, día que celebraba 61 años de la caída del régimen militar de Marcos Pérez Jiménez, sea recordado como el inicio de una transición.
Pero también quisieron eso del 12 de febrero de 2014 y el 1 de abril de 2017: días que iniciaron olas de protestas que se prolongaron por meses y dejaron decenas de muertos, miles de heridos y detenidos, y un gobierno incluso más afianzado en el poder.
#Venezuela hoy dimos un paso histórico junto a nuestra @AsambleaVE.
Reconocemos la actitud cívica de nuestro pueblo.
Hoy más que nunca necesitamos organización y reconocernos entre nosotros.
Hoy hemos logrado nuestro objetivo. ¡Vamos bien Venezuela! pic.twitter.com/4KjUv0tdGJ
— Juan Guaidó (@jguaido) January 23, 2019
Pero «esta vez es diferente«, dicen en una parte de la oposición, aquella cercana a Guaidó, quien desde el 5 de enero es presidente de la Asamblea Nacional (AN) y este martes se juramentó como «presidente encargado» del país ante la supuesta ausencia en el cargo de Maduro.
La principal diferencia es que esta vez la comunidad internacional está más involucrada en la disputa: no solo desconoce a Maduro como presidente, sino que reconoce a Guaidó como jefe del Ejecutivo.
Estados Unidos, Colombia y una decena de otros países apoyaron el miércoles la juramentación del opositor, miembro de Voluntad Popular (VP), un partido siempre cercano a Washington que fundó el encarcelado Leopoldo López.
Pero ese no es el único ingrediente que reanimó a la oposición.
La juramentación de Maduro
En la ecuación también está lo que ocurrió el 10 de enero.
Ese día Maduro inauguró un segundo mandato después de haber sido elegido, en mayo, en unos cuestionados comicios con alta abstención, sin la participación y el reconocimiento de la oposición ni la comunidad internacional.
Todo, en medio de la peor crisis económica en la historia del país.
Ese mismo día, además, la AN, que es controlada por la oposición desde 2015 pero fue declarada «en desacato» por el Tribunal Supremo de Justicia (también supuestamente cooptado por el chavismo), nombró una nueva directiva y a un nuevo presidente.
Ahí es cuando entra en el escenario el joven Guaidó, un diputado antes prácticamente desconocido que quedó en la presidencia de la AN porque era el turno de VP.
«Todo esto encajó con una búsqueda de líderes nuevos y frescos; fue como un disparador de esperanzas«, le dice a BBC Mundo Luis Vicente León, analista y encuestador venezolano.
La constante y compleja lucha contra el chavismo hizo que prácticamente todos los líderes de la oposición se fueran difuminando con el paso del tiempo. Mientras tanto, los diversos intereses entre ellos acabaron con una coalición que, en realidad, solo estaba unificada por la oposición al chavismo.
Durante el último año, la situación del país solo empeoró, cosa que se refleja en las grandes cantidades de venezolanos que salieron del país.
- Venezuela, el país del que se van 5.000 personas al día (y por qué puede continuar el éxodo en 2019)
Pero el descontento no fue aprovechado por un liderazgo que diera una idea de posible cambio. Hasta ahora, aparentemente.
Los militares
Otra diferencia entre el liderazgo opositor actual y el de años anteriores es el llamamiento a los militares a unirse a la causa.
El martes, la Asamblea Nacional aprobó una Ley de Amnistía que en teoría daría a los militares un incentivo para colaborar en lo que llamaron el «restablecimiento del orden».
«Esto solo comienza», añade León. «Obviamente que Guaidó tendrá medido el impacto de su decisión (de juramentarse) y está claro también que EE.UU. está totalmente cuadrada, como el Grupo de Lima (sin México) y probablemente Europa», afirma el analista.
«Es un momento de pulso de fuerzas, pero la pregunta es si hay apoyo militar interno suficiente y qué fuerza está dispuesta a usar EE.UU. Sin militares internos, la cosa es bastante difícil», concluye.
El lunes, las autoridades venezolanas detuvieron a un grupo de militares que supuestamente estaban planeando rebelarse. Ya en el pasado hubo pequeños indicios de rebeliones dentro de las Fuerzas Armadas.
Esto, añadido a la invitación de Guaidó a que los militares se unan a la oposición, pudo haber hecho que volvieran las esperanzas.
Pero, como siempre ha ocurrido sobre las Fuerzas Armadas venezolanas, saber qué tan significativas son las fricciones en su interior es muy difícil.
De eso, en parte, depende si este renacimiento de la oposición volverá a generar desesperanza, división e indecisión. O si esta vez es diferente.
Fuente: BBC Mundo