La economía italiana, afectada por la ralentización europea y las tensiones comerciales a nivel mundial, entró en recesión tras caer su PIB 0,2% en cuarto trimestre de 2018, un dato que aumenta la presión sobre el gobierno de coalición.
En el cuarto trimestre del año. el Producto Interior Bruto (PIB) cayó un 0,2%, tras haberlo hecho ya un 0,1% en el tercer trimestre, indicó el jueves el instituto nacional de estadísticas (Istat).
Una recesión técnica se define por dos trimestres consecutivos de caída del PIB. Italia ya vivió una dura recesión en 2012 y 2013 y desde 2014 crecía pero a ritmo muy lento.
En el conjunto de 2018, el crecimiento fue del 0,8%. Antes de la caída del PIB en el tercer trimestre del año pasado, la economía italiana llevaba 14 trimestres consecutivos de pequeñas alzas.
El primer ministro Giuseppe Conte dijo el miércoles que esperaba una contracción de la economía en el cuarto trimestre pero aseguró confiar en que vuelva a crecer en el segundo trimestre de 2019.
El crecimiento se vio afectado principalmente por la ralentización de la economía europea, sobre todo en Alemania, así como las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos.
En Italia, las empresas son prudentes e invierten menos, no solo por la evolución económica mundial sino también por la política del gobierno, una coalición entre la Liga (extrema derecha) y el Movimiento 5 Estrellas (M5S, antisistema).
El año pasado el gobierno preocupó a los mercados con una propuesta de presupuesto que chocaba con los criterios de Bruselas.
Tras intensas negociaciones con la Comisión Europea, Roma aceptó finalmente en diciembre rebajar su objetivo de déficit público en 2019 al 2,04% del PIB, frente al 2,4% previsto inicialmente. Sin embargo es una cifra todavía muy alejada del 0,8% previsto por anterior gobierno de centro-izuierda.
La cifra de déficit se basa además en una previsión de crecimiento del gobierno de 1%, considerada muy optimista por los analistas y las instituciones internacionales.
El banco central italiano y el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevén un aumento del PIB del 0,6% en 2019, mientras que la agencia de calificación financiera Standard & Poor’s apunta a un 0,7% y la consultora Oxford Economics un 0,3%.
Algunos son todavía más pesimistas, como Lorenzo Codogno, que fue economista jefe del Tesoro italiano y ahora dirige la consultora LC Macro Advisors, que prevé un retroceso del 0,2%.
Los datos publicados el jueves corroboran un entorno económico difícil en Italia. El índice de confianza de las empresas, que retrocede desde julio, alcanzó en enero su nivel más bajo en dos años y medio.
«Hay que reaccionar frente a la ralentización de la economía mundial y de Alemania. Era evidente que habría una ralentización también en Italia teniendo en cuenta que nuestro país es exportador», dijo por su parte Vincenzo Boccia, el presidente de Confindustria, el patronato italiano.
«En enero tendremos una ralentización todavía más importante en relación al cuarto trimestre a causa de la ralentización de Alemania», añadió, y pidió al gobierno que tome «medidas correctivas» de su ley de finanzas.
En este contexto, la economía italiana recibió una buena noticia, con una tasa de desempleo en diciembre del 10,3%, 0,2 puntos menos que el mes anterior. Sin embargo sigue por encima de la media de la zona euro (7,9%).