Mientras en Caracas el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, mantiene la presión para forzar el ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela, un moderno puente sin estrenar en la frontera con Colombia se ha convertido en el más reciente foco de atención para tomarle el pulso a ese desafío abierto a Nicolás Maduro. Las autoridades colombianas establecieron allí un puesto para la recepción y almacenamiento de las 60 toneladas de medicinas y alimentos que son esperadas con creciente expectativa en Cúcuta, la principal ciudad fronteriza, al tiempo que del lado venezolano los militares bloquearon el paso al atravesar un camión cisterna y contenedores de carga.
El envío de ayudas, a través de Colombia, Brasil y una isla del Caribe no concretada, es una iniciativa de Guaidó apoyada por Washington y Bogotá que pretende medir la fidelidad de los militares con Maduro, que rechaza la ayuda al considerarla tanto una “agresión” como una excusa para una intervención en Venezuela. Uno de los centros de acopio para una operación sobre la cual hay más incógnitas que certezas es el Puente Internacional de Tienditas, donde esta semana se estableció un puesto de mando unificado. En la estructura, a unos 10 minutos del centro de Cúcuta, se encuentran las bodegas dispuestas para recibir las ayudas, y una vez estén allí se esperará el día correcto para poder introducirlas en Venezuela y poder repartirlas, ha explicado sin mayores detalles Eduardo José González, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), la entidad colombiana encargada de liderar los esfuerzos. Aunque nadie ha confirmado que el primer envío vaya a ingresar por Tienditas, los militares venezolanos parecen desear anticiparse a ese escenario.
También llegó el lunes a Cúcuta una comisión de diputados de la Asamblea Nacional venezolana para afinar los detalles de la entrega de alimentos y medicinas integrada por Gaby Arellano, Ismael García, Germán Ferrer y José Manuel Olivares. La UNGRD ha señalado que, llegado el momento, la entrega se llevará a cabo en territorio venezolano, y no está prevista la entrega de ninguna ayuda en Colombia, a pesar de que algunas familias de migrantes ya comienzan a reunirse en los alrededores de Tienditas con la expectativa de ser atendidos. Los preparativos se adelantan con gran sigilo.
Tienditas es en sí mismo un símbolo de los encuentros y desencuentros entre los Gobiernos de Colombia y Venezuela. Con unos 240 metros de largo y 40 metros de ancho, fue un sueño de integración binacional postergado durante décadas. La ambiciosa estructura, pensada principalmente para el paso de vehículos de carga, consta de dos amplios corredores, cada uno de tres carriles, más un paso peatonal y de bicicletas, además de una robusta infraestructura de control aduanero. Las obras concluyeron a mediados de 2016, pero para entonces Maduro había ordenado el cierre de la frontera, de modo que nunca el puente nunca llegó a ser inaugurado.
Desde entonces ha permanecido sellado, aunque en perfectas condiciones, mientras su vecino, el antiguo Puente Simón Bolívar, con especificaciones obsoletas y riesgos estructurales tras más de medio siglo de servicio, se ve desbordado por el flujo de venezolanos —hasta 35.000 diarios— que o bien buscan bienes y servicios del lado colombiano —la llamada migración pendular que va y regresa— o bien alimentan el éxodo que huye del país empujado por la crisis. También están los pasos Francisco de Paula Santander y La Unión en el departamento de Norte de Santander, y otros cruces en La Guajira (al norte) y Arauca (sur-oriente), además de una infinidad de trochas y pasos clandestinos que históricamente han favorecido todo tipo de contrabando a lo largo de una porosa frontera de más de 2.200 kilómetros.
Fuente: El País