Estados Unidos y los talibanes reanudan el lunes en Catar sus negociaciones para poner fin a la guerra en Afganistán, suscitando al mismo tiempo esperanza y temor sobre el futuro compromiso, cuando se acerca una nueva temporada de combates.
Poco detalles se han filtrado sobre la duración o la agenda de esta nueva ronda de conversaciones, en la que estarán frente a frente el enviado estadounidense Zalmay Khalilzad y un equipo de negociadores talibanes, liderado por Sher Mohamad Abas Stanikzai, exviceministro de Exteriores durante el régimen talibán (1996-2001).
En enero, seis días consecutivos de negociaciones fueron considerados como el avance negociador más importante jamás logrado desde la invasión estadounidense de Afganistán, tras los atentados de septiembre de 2001, que puso fin al régimen talibán que albergaba a la dirección de Al Qaida, responsable de esos ataques.
Ambas partes dejaron en enero la mesa de negociaciones con un «esbozo de acuerdo» centrado en una promesa de los talibanes de impedir que Afganistán se convirtiera en la retaguardia de ataques terroristas contra naciones extranjeras. Sin embargo no se fijó un calendario de retirada de las tropas de Estados Unidos ni de un alto el fuego.
Los negociadores norteamericanos están bajo presión desde que su presidente Donald Trump prometiera acabar con las «guerras eternas» de Estados Unidos. La próxima llegada de la primavera, sinónimo de reanudación de combates en Afganistán, está también presente entre todos.
Tras 40 años de conflicto desde la invasión soviética en 1979, las esperanzas de paz son inmensas entre la población afgana, que paga un pesado tributo a décadas de guerras.
Según un informe de la ONU divulgado este domingo, el número de civiles muertos como consecuencia de la guerra en Afganistán batió un récord en 2018, con un total de 3.804 fallecimientos, en su mayoría imputados a los grupos insurgentes talibanes y al Estado Islámico (EI), un aumento del 11% respecto a 2017.
Últimamente se han celebrado manifestaciones cerca de los bastiones insurgentes para exigir un cese de los combates, mientras que representantes talibanes han llevado a cabo por primera vez de forma pública negociaciones en Moscú con miembros de la oposición al gobierno de Kabul
Una Jirga —reunión de sabios de las tribus afganas— se reunirá a mediados de marzo en Kabul para preparar el equipo negociador que hablará directamente con los talibanes.
Hasta ahora, los insurgentes se han negado a negociar con el gobierno afgano del presidente Ashraf Ghani, pese a las reiteradas ofertas de diálogo de éste.
«Las miradas están centradas en los talibanes para ver si son capaces de llegar a un compromiso» y aceptar un diálogo intra-afgano «que incluya al actual gobierno», opina el analista Michael Semple, especialista de la crisis afgana.
Zalmay Khalilzad, el negociador estadounidense que multiplica desde hace meses los contactos con las potencias regionales, «ha permitido como nadie que avance el proceso de paz en los últimos dos años», asegura Semple.
Por su lado, la sociedad civil afgana, especialmente los defensores de los derechos de las mujeres, temen que una retirada rápida de las tropas de la coalición internacional liderada por Washington, o un acuerdo apresurado con los talibanes, abra la vía a un retorno del régimen talibán represivo, o a una guerra civil aún más sangrienta.
Sin embargo, Graeme Smith, del International Crisis Group, considera que «ambas partes se están comprometiendo en el proceso negociador con un espíritu abierto y un sentimiento de urgencia a medida que se acerca la primavera, y con ella la temporada de los combates».
Fuente: Agencia Francesa de Prensa