El grupo farmacéutico y de agroquímica alemán Bayer se hundía este miércoles en bolsa después de que un jurado estadounidense declarara de nuevo cancerígeno su herbicida Roundup a base de glifosato
El producto, comercializado por su filial Monsanto, ya fue juzgado cancerígeno el año pasado en un juicio similar.
Hacia las 11H30 GMT, el grupo perdía más de un 12% en la bolsa de Fráncfort y dijo estar «decepcionado» de esta nueva decisión, aunque aseguró de nuevo que «la ciencia confirma que los herbicidas a base de glifosato no producen cáncer».
En junio de 2018 Bayer compró Monsanto, el especialista estadounidense de productos fitosanitarios y semillas genéricamente modificadas, por 63.000 millones de dólares, un apuesta por el papel cada vez más importante que debería tener la química en la alimentación mundial.
Pero la compra también supuso para Bayer heredar varios procesos judiciales. En febrero tenía pendiente en Estados Unidos 11.200 requerimientos sobre la toxicidad del herbicida.
«Cuando se empiezan a sumar las cifras, no es bonito», apunta a la AFP Chris Beauchamp, un analista de IG, que asegura que los beneficios del grupo pueden quedar «violentamente afectados en los próximos años» por los gastos de justicia.
El martes, en la primera audiencia federal del año, un jurado estadounidense determinó que el Roundup fue «un factor sustancia» en el cáncer que padeció Edwin Hardeman, un hombre de unos 70 años que atacó a Bayer en 2016.
Se trata del fin de la primera etapa judicial de este proceso que empezó el 25 de febrero.
A petición de Bayer, el juicio fue organizado en dos etapas: una «científica», dedicada a la responsabilidad del Roundup en la enfermedad, y una segunda en la que se tratará de la eventual responsabilidad del grupo.
«Confiamos en el hecho de que [la segunda fase] demostrará que Monsanto se comportó de manera adecuada y que la empresa no tiene que ser considerada como responsable» del linfoma no hodgkiniano (LNH) de Hardeman, afirma Bayer en un comunicado.
La segunda fase del juicio –la primera a nivel federal– empezará el miércoles y deberá responder a la pregunta de si Monsanto conocía los riesgos, si los escondió y, si fue el caso, qué indemnización debería pagar.
El grupo fue condenado el año pasado a pagar 289 millones de dólares a Dewayne «Lee» Johnson, padre de dos hijos pequeños y que tenía un LNH en fase terminal.
La justicia dictaminó que el Roundup fue la causa de su enfermedad y que Monsanto actuó de manera malintencionada disimulando los riesgos de su productos con glifosato. La multa fue luego reducida a 78,5 millones de dólares por una juez pero Bayer apeló la sentencia.
El juicio de Hardeman, que todavía podría durar dos semanas, es lo que en derecho estadounidense se llama un «juicio test» que servirá de base a centenares de otros similares.
Por eso su resultado es crucial y permitirá en concreto a las partes determinar si les conviene más firmar un acuerdo económico fuera de los tribunales, como se hace con frecuencia en Estados Unidos.
Edwin Hardeman, un jubilado que vive al norte de San Francisco, explicó en el tribunal que utilizó el herbicida Roundup durante 25 años para eliminar de su propiedad las hiedra venenosas, que provocan urticaria. «Muchas veces», explicó, el Roundup entró en contacto con su piel.
En la primera fase del juicio, las dos partes presentaron estudios científicos complejos y llamaron a testificar a expertos durante horas.
La acusación y la defensa se acusaron mutuamente de presentar estudios manipulados, incompletos o no significativos.
El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS considera desde 2015 que el glifosato es un «cancerígeno probable», al contrario de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) y las agencias europeas Efsa (seguridad de los alimentos) y Echa (sustancias químicas).
Fuente: AFP