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NUEVA YORK — Durante cuatro décadas, Keith Bush insistió en que había sido declarado culpable en su adolescencia de un asesinato que no cometió: el estrangulamiento de una chica de 14 años en Bellport, Nueva York. Él afirmaba que la policía lo había golpeado y obligado a firmar una confesión que nunca leyó.
Cuando estuvo en prisión, solicitó la ayuda de una abogada de la Facultad de Derecho de la Universidad Pace, quien presentó una demanda para obtener archivos y halló pruebas de que Bush no había tenido un juicio justo. Incluso después de ser liberado de la prisión estatal bajo libertad condicional, Bush siguió luchando para limpiar su nombre.
La mañana del 22 de mayo, 44 años después de su detención, Bush fue exonerado en el Tribunal de Distrito del Condado de Suffolk en Riverhead, Long Island. El fiscal de distrito del condado de Suffolk, Timothy D. Sini, le pidió a un juez que anulara la condena, pues dijo que los fiscales nunca les dijeron a los abogados defensores que la policía había entrevistado a otro posible culpable.
“No puedo devolverte lo que te quitaron en la década de los setenta, pero lo que sí puedo reponerte hoy es tu presunción de inocencia”, le dijo a Bush el juez Anthony Senft Júnior.
Bush, ahora de 62 años, sonrió levemente. “Estoy realmente conmovido por esta decisión”, respondió. Le dijo al juez que vivió con dolor durante mucho tiempo. “Nadie me escuchaba”, comentó. “Nadie estaba dispuesto a escucharme siquiera”.
En 1975, Bush tenía tan solo 17 años cuando fue acusado del asesinato de Sherese Watson, una adolescente que nunca regresó a su hogar después de una fiesta en una casa en Bellport, Nueva York. Su cuerpo fue hallado en un lote baldío, estrangulado y con indicios de abuso sexual. Bush fue arrestado cuatro días después y firmó una confesión del crimen.
En el juicio, el jurado creyó la confesión, aunque Bush insistió desde el comienzo en que había sido forzada. Una de las chicas que declaró haber asistido a la fiesta y haber visto a Bush irse con la víctima esa noche se retractó de su testimonio en una audiencia cinco años más tarde; reveló que ni siquiera había estado presente en la fiesta. Sin embargo, eso no condujo a un nuevo juicio.
En 2006, Bush le escribió a Adele Bernhard, que en ese entonces era una abogada a cargo de una clínica jurídica en la Facultad de Derecho de la Universidad Pace, desde el centro penitenciario Green Haven en el norte del estado de Nueva York. Era inocente, le dijo, y esperaba que ella pudiera ayudarle a demostrarlo. Ya había escrito cartas similares a otros abogados.
Bernhard se interesó por su caso de inmediato, mencionó ella, tras leer la declaración que él había firmado.
“Era internamente inconsistente”, dijo. “Los hechos que incluyeron, las palabras que usaron, nada sonaba válido”. Su declaración no coincidía con la evidencia forense acerca de cómo había muerto la chica, afirmó.
Bernhard descubrió que el ADN debajo de las uñas de la víctima no coincidía con la muestra que Bush había proporcionado en prisión. También volvió a entrevistar a la testigo que se había retractado de su testimonio de haber visto a Bush salir con Watson de la fiesta.
No obstante, un juez en 2008 denegó la moción de Bernhard para anular la condena, y rechazó su petición de pruebas adicionales en las prendas y otros elementos de evidencia encontrados en la escena del crimen.
Bernhard no se rindió. En el transcurso de la década siguiente, volvió a hablar con testigos clave, analizó pruebas de fibras, escudriñó la confesión e investigó a los detectives involucrados a profundidad. Además, presentó una demanda con base en la Ley de Libertad de la Información para obtener los archivos del caso.
Esos archivos contenían evidencia de que la policía tenía otro sospechoso del asesinato de Watson: otro muchacho presente en la fiesta, John W. Jones Júnior.
En una declaración, Jones, quien ya falleció, le dijo a la policía que se había tropezado con el cuerpo de Watson en el lote baldío tras salir ebrio de la fiesta, dijo Sini. También dijo que el peine que se había encontrado al lado del cuerpo se parecía a uno que se le había caído a él.
El abogado defensor de Bush durante el juicio de 1976 nunca se enteró de las declaraciones de Jones, una clara violación a las reglas de procedimiento y prueba. En 2018, Bernhard le mostró los archivos a Sini, quien acababa de ser electo por su promesa de reforma y había establecido una Oficina para la Integridad de las Condenas a fin de revisar casos como el de Bush.
Sini, quien compareció personalmente ante el tribunal para pedirle al juez que anulara la condena de Bush, dijo que la existencia de un sospechoso alternativo debió darse a conocer antes del juicio. Afirmó que los fiscales habían sido partícipes de un encubrimiento deliberado.
“Los errores ocurren en todos los aspectos de nuestras vidas”, dijo en una conferencia de prensa. “Pero aquí hubo una conducta indebida intencional”.
Sini mencionó que los nueve meses de revisión del caso por parte de la oficina confirmaron que había varios problemas más con el caso. La testigo clave que se retractó de su testimonio nunca fue vista en la fiesta. Además, la descripción que Bush ofreció en su confesión —que había apuñalado a Watson con un peine para cabello afro antes de que muriera— no coincidía con la evidencia forense, ya que se encontró muy poca sangre en el suéter blanco que llevaba la víctima.
Uno de los exdetectives que obtuvieron la confesión había hecho referencia al uso de tácticas coercitivas, y otro de ellos tenía antecedentes de haber sido citado por conducta indebida en otros casos, dijo Sini en un comunicado de prensa.
“A final de cuentas, llegamos a algunas conclusiones muy simples”, afirmó Sini. “No creemos que Bush haya cometido este asesinato. Creemos que a Bush se le negó el acceso a un juicio justo. Y creemos que John Jones es un sospechoso más probable en este crimen”.
Bush salió de prisión bajo libertad condicional en 2007, casi un mes antes de su cumpleaños número cincuenta, y tuvo que registrarse como agresor sexual, comentó. Estuvo otro año en prisión en 2013 por una violación de la libertad condicional, debido a que usó una computadora con acceso a internet. Consiguió un trabajo en Connecticut como operador de montacargas y ahora está comprometido para casarse.
Cuando se le preguntó cómo hace para contener su enojo, Bush dijo que no lo hace.
“No lo contienes, creas válvulas de escape para liberarlo”, explicó. “Y una de las mejores válvulas de escape es el amor”.
Agregó: “Cuando cuentas con el amor de las personas que te quieren, eso te permite liberar el dolor”.
Cuando se le preguntó si en algún momento había considerado darse por vencido sobre limpiar su nombre, respondió con un rostro serio.
“No sé qué significa darse por vencido”, dijo.
Fuente: NY Times