La ciudad china de Wuhan, origen del nuevo coronavirus, se abría progresivamente al mundo este sábado tras dos meses de aislamiento casi total, pero los recién llegados eran cuidadosamente escrutados por personal vestido con atuendos de protección integral.
De manera muy simbólica, el primer tren de pasajeros autorizado desde el inicio del confinamiento se detuvo poco después de medianoche en la estación de Wuhan. La imagen se divulgó en todos los medios locales.
A bordo iban decenas de habitantes bloqueados en el exterior de la ciudad desde finales de enero, cuando las autoridades decretaron una cuarentena para intentar frenar la epidemia.
«Mi hija y yo estábamos emocionadas cuando el tren se acercó» a Wuhan, sonríe una mujer de 36 años, que prefirió no dar su nombre.
Debido al confinamiento, no veía a su marido desde hacía diez semanas. Una eternidad para su hija. Al verlo, «corrió hacia su padre y yo no pude evitar llorar», relata la mujer a la AFP.
Hasta ahora, nadie podía ingresar en la ciudad, salvo personal médico y trabajadores encargados de suministrar bienes de primera necesidad. Pero desde el miércoles las autoridades están levantando progresivamente las restricciones.
El metro de Wuhan volvió a abrir el sábado y las líneas de autobús están otra vez funcionando, pero algunos centros comerciales siguen cerrados. Y los habitantes se siguen protegiendo con mascarillas y evitan los lugares con demasiada gente.
La reapertura es paulatina y parcial. Los habitantes deberán esperar hasta el 8 de abril para poder salir de Wuhan, fecha en la que también volverán a abrir los aeropuertos de la ciudad.
Y los que desean entrar en la ciudad son cuidadosamente escrutados: toma de temperatura, control de identidad y preguntas sobre sus anteriores desplazamientos.
También deben presentar en su teléfono un código QR, que hace las veces de salvoconducto y certifica que están «sanos». Todo el proceso se realiza ante personal que lleva mascarillas, gafas de protección y combinación integral.
– Contaminados y muertos –
Pero pese a los exhaustivos controles, había largas colas de pasajeros para embarcar hacia Wuhan, comprobaron periodistas de la AFP en la estación de Shanghái, a unos 830 km.
«Hace más de dos meses que no he vuelto a Wuhan, tengo la impresión de regresar del extranjero», comenta Gao Xuesong, empleado en el sector del automóvil.
Los primeros casos de coronavirus aparecieron en diciembre en Wuhan. Y la ciudad paga un duro precio por esta epidemia, con más de 50.000 personas contaminadas y más muertos que cualquier otra ciudad en China. Un total de 2.538 decesos, según las cifras oficiales.
El sábado, otras tres muertes fueron anunciadas por las autoridades sanitarias, pero los trágicos balances se han reducido de forma espectacular en las últimas semanas.
El viernes, un responsable local indicó que Wuhan es considerada ahora como una zona de «bajo riesgo».
Esta situación contrasta con lo ocurrido a fines de enero, cuando, en plena epidemia, periodistas de la AFP constataron largas filas de pacientes ante hospitales desbordados.
Pese al retorno progresivo de la normalidad, las autoridades de Wuhan instan a los ciudadanos a anular desplazamientos inútiles que pueden favorecer todavía la propagación del virus.
Fuente: AFP