En su Primera Epístola, Pedro, con una marcada preocupación intentó reflexionar a sus lectores respecto de los peligros de la persecución. Aunque no logramos interpretar exactamente a qué forma de persecución se refería, sí sabemos que la Iglesia se enfrentó a terribles tribulaciones, en la medida que el Imperio Romano buscaba extinguir las personas “cristianas”.
Pues tristemente así ocurre en la política dominicana, falsos Maestros introducen encubiertamente herejías destructoras promoviendo a falsos Profetas, que ejercen de forma habitual prácticas vergonzosas, prometiendo libertad, transparencia, y son ellos en sí mismos esclavos de la corrupción. Estas desafortunadas acciones oscurecen el futuro de nuestra sociedad, perpetúan la pobreza y priorizan los negocios personales.
Los últimos ocho años, la clase política gobernante se convirtió en el poder económico del país, superando incluso al empresariado tradicional.
Cuando insistimos en que se debe construir una sociedad crítica, reflexiva, que investigue y se interese por los temas de nación, es porque cada día se hace más necesario la intervención de ciudadanos y ciudadanas que puedan discriminar entre el clientelismo y asistencialismo. Hay un grupito que busca solo los beneficios del primer término, el intercambio de favores a cambio de apoyo electoral.
Desvincular Servidores Públicos, perseguir Periodistas disidentes, comprar la opinión con presupuestos millonarios en publicidad, utilizar la restricción del horario por el Estado de Emergencia COVID19 para hacer campaña con los recursos públicos, es la más preclara evidencia de la ausencia de ideas y liderazgo. Cuando no se promueve el bienestar colectivo y solo unos pocos pueden “comer con grasa”, es señal de que se está usando el poder para beneficios particulares.
Escoger un presidente con un jefe, es tan peligroso como elegir uno que no sepa explicar sus propios planes.
En tiempos de campaña electoral cada contendor dirigirá mensajes de acuerdo a sus necesidades, las del partido, incluso a las circunstancias, algunos como Pedro y otros como Judas. Lo determinante en esto es que a pesar de que las propuestas estén tintadas de las técnicas que refería Aristóteles en su libro “La Retórica”, el electorado sea capaz de identificar las mañas y votar por quien concentre la mejores prácticas, propuestas y experiencias en el manejo de la cosa pública.
Este próximo 5 de julio los dominicanos y dominicanas escogeremos a quien dirigirá el país durante los próximos cuatro años y como buenos cristianos, estamos en el deber de defender con fe aquello en lo que creemos, convencer al que duda, rescatar al extraviado, conservar el sentimiento de aceptación y mantenernos firmes en la decisión de retomar el camino seguro.