Íñigo Urkullu, ayer en el País Vasco (David Aguilar / EFE)
El próximo Consejo Europeo, extraordinario de los días 17 y 18 de julio será crucial. Sánchez viajará esta semana próxima a Holanda y Suecia, para entrevistarse con los jefes de gobierno de dos países que encabezan el denominado bloque de los “frugales”, para concluir con una entrevista con la canciller alemana Angela Merkel, horas antes de la decisiva reunión del Consejo. El inesperado fracaso de la candidatura de la ministra Nadia Calviño a la presidencia del Eurogrupo (conferencia permanente de ministros de Economía de los países de la zona euro) proyecta sombras sobre la negociación del plan europeo. Quienes desde hace meses sueñan con la caída del Gobierno de coalición y con la transición hacia un Ejecutivo de “unidad nacional” con elecciones generales a corto plazo, vuelven a frotarse las manos. Un fracaso de la negociación europea podría ser letal para el actual coalición de izquierdas. Pedro Sánchez y sus aliados se juegan el futuro durante esta segunda quincena de julio.
Las razones del fracaso de Nadia Calviño
Hay cinco cargos importantes en Bruselas: la presidencia de la Comisión Europea (Alemania), la presidencia del Consejo Europeo (Bélgica), la presidencia del Parlamento Europeo (Italia), el Alto Representante de Política Exterior y Seguridad Común (España) y la presidencia del Eurogrupo (a partir de esta semana, Irlanda). Si España conseguía la presidencia del Eurogrupo, pasaba a controlar dos de los cinco puestos más importantes de la superestructura de la Unión. A su vez, los países grandes lo copaban prácticamente todo, a excepción de la presidencia del Consejo, en manos del belga Charles Michel . Por lo tanto, la candidatura de la vicepresidenta Calviño partía con dificultades objetivas, que subvaloraron quienes, desde Madrid, inmediatamente pusieron en marcha el botafumeiro.
Sectores relevantes del establishment madrileño veían en la presidencia española del Eurogrupo un posible ‘contrapoder’ a Sánchez y sus aliados, desde el interior del propio Ejecutivo. No iban mal encaminados. Si Calviño hubiese ganado, hoy leeríamos que el Gobierno quedaba bajo el control estratégico de la presidenta del Eurogrupo, que en ningún caso podría ser sustituida en la cartera de Economía, para no perjudicar la influencia de España en la Unión Europea. Hoy leeríamos elegías a Nadia Calviño en tanto que férrea vigilante del Gobierno “social-comunista”. Por el contrario, si Calviño perdía, toda la culpa sería para Sánchez y sus aliados. Así se ha escrito estos días. Si Calviño ganaba, Sánchez quedaba bajo ‘tutela’. Si perdía, Sánchez aparecía como un incompetente en la escena europea.
La derrota de Calviño en el Eurogrupo, poco advertida, dispara señales de alarma
Un eje Calviño-Partido Nacionalista Vasco-Ciudadanos podía convertirse en el gran contrapeso de la alianza entre PSOE y Unidas Podemos, una coalición que Sánchez no puede romper en la medida que los 35 diputados de UP no tienen alternativa, sin recurrir a la política de “unidad nacional” con el Partido Popular, que significaría la muerte política del presidente. Ese eje habría sido muy fuerte con la ministra de Economía en la presidencia del Eurogrupo, pero la derrota de su candidatura bruselense no lo invalida. Ese posible eje corrector de alguna manera pasa hoy la prueba de las urnas en Euskadi.
El PNV puede llegar a acuerdos parciales con Ciudadanos
Hace ahora un año era del todo imposible imaginar cualquier tipo de aproximación entre el Partido Nacionalista Vasco y Ciudadanos. Albert Rivera calificaba de “banda” a los socios parlamentarios de Sánchez y el diputado Aitor Esteban se mofaba del ambicioso líder del partido naranja. Un año después, Rivera ha abandonado la política tras su rotundo fracaso electoral en noviembre, e Inés Arrimadas intenta liderar un pequeño partido bisagra, bien conectado por el economista Luis Garicano con el grupo liberal del Parlamento Europeo, sin hostilidad a los fueros vascos. En la medida que PP y Ciudadanos concurren juntos en las elecciones en Euskadi, Arrimadas ha comparecido junto con Pablo Casado frente al árbol de Gernika, en señal de reconocimiento de la foralidad vasca. Ya no hay antagonismo de Ciudadanos con el concierto foral vasco. En los próximos meses puede haber entendimientos parciales entre el PNV y Ciudadanos en la negociación de los presupuestos generales del Estado del 2021. Ambos partidos sumarían un bloque de 16 diputados, con poder de veto sobre algunas de las propuestas fiscales de Unidas Podemos. Será una negociación muy compleja, en la que aún se ignora el papel que pueden llegar a desempeñar los 13 diputados de Esquerra Republicana, partido que en otoño se hallará en plena vorágine electoral catalana. También habrá que prestar atención a cómo queda el grupo de ocho diputados de Junts per Catalunya en el Congreso, si a finales de mes se consuma la ruptura orgánica de los seguidores de Carles Puigdemont con el PDECat.
El PSOE corre el riesgo de ser humillado en Galicia y UP no ha despuntado
Un Partido Nacionalista Vasco reforzado en las urnas tendría en otoño mayor capacidad de maniobra en el Parlamento español. Por este motivo, los de Sabin Etxea presionaron a Sánchez en mayo para que se pudiesen celebrarse elecciones en julio, si la situación sanitaria mejoraba. En un primer momento, Sánchez no era partidario de ese escenario electoral. El PNV amenazó con abstenerse en la votación de la quinta prórroga del estado de alarma, a modo de advertencia. Las elecciones quedaron finalmente autorizadas. El PNV pisa fuerte, pero la gran incógnita es una posible alza de la abstención, como consecuencia del temor al contagio en los colegios electorales, ante la nueva oleada de rebrotes. Un aumento sustantivo de la abstención, podría favorecer a la coalición EH Bildu.
Núñez Feijóo, poder fáctico del PP si revalida la mayoría
El lehendakari Íñigo Urkullu contactó con el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo , para coordinar la fecha de las elecciones en ambas comunidades, después de haberse suspendido la cita del 5 de abril a consecuencia de la epidemia. Urkullu no quería celebrar elecciones en octubre (momento en que expirarían ambas legislaturas) por temor a un incremento de la tensión social en otoño. Núñez Feijóo compartía esa visión. Un pico de malestar social en otoño podía dar alas a la oposición en Galicia, especialmente al Bloque Nacionalista Galego. En julio, Urkullu y Feijóo podían simbolizar el deseo de estabilidad y serenidad al que mucha gente aspira hoy en este país, después de unos meses dramáticos. Adhesión al poder existente en dos comunidades en las que el gobierno autonómico ha sido bien valorado durante el confinamiento.
Una victoria aplastante de Núñez Feijóo hoy en las urnas podría consagrarle como posible alternativa a Pablo Casado para el liderazgo del Partido Popular en el futuro. No le haría falta salir de Galicia para influir en el debate político español. Sus observaciones serían escuchadas con la máxima atención en Madrid y en el resto de España. Ya está ocurriendo ahora. Casado debería acomodarse a un nuevo paisaje en la derecha española. El líder conservador gallego aboga por un PP más dispuesto a dialogar con el Gobierno, como mejor vía para intentar romper la coalición del PSOE con UP y dejar a Sánchez aislado. Un Núñez Feijóo reforzado por las urnas no estaría lejos del eje Calviño-PNV-Ciudadanos en los debates económicos de los próximos meses. Si el PP arrasa hoy en Galicia, Casado deberá moverse con agilidad para intentar capitalizar la victoria de los suyos. No es fácil que el PP gallego pierda la mayoría absoluta, pero una abstención muy fuerte podría colocar al BNG por delante del PSOE.
Errática campaña de Podemos; Iglesias, descentrado
Unas elecciones aburridas en un tiempo extraño. Unas elecciones difíciles para la coalición que gobierna España. El PSOE corre el riesgo de verse humillado en Galicia y Unidas Podemos puede cosechar un mal resultado en ambas citas. La campaña de Pablo Iglesias ha sido desastrosa. Después de haber protagonizado las decisiones sociales más relevantes del Gobierno, después de haber resistido el virulento acoso de la extrema derecha en los medios y en las puertas de su casa, el vicepresidente segundo se ha enredado en una extravagante pelea con los periodistas que le critican sistemáticamente, que no son pocos en Madrid. La confrontación con los medios de comunicación es un frente que gusta a los seguidores más acérrimos de Podemos –puede que no les reste votos– pero aleja a esta formación de la centralidad política, le aísla del PSOE y le señala claramente como el objetivo a batir en los próximos meses. Todavía no se sabe con claridad cuál es la posición de UP en la nueva política europea que se está perfilando.
Fuente: La Vanguardia