Era una especie de número 3 en la jerarquía vaticana. Alega inocencia y espera que el pontífice “no haya sido manipulado».
CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco demostró una vez más que no le tiembla la mano a la hora de hacer limpieza en el Vaticano al forzar la retirada de uno de los hombres más potentes de la Curia durante años y ahora prefecto de la Congregación de la causa de los santos y a los derechos del cardenalato, Angelo Becciu.
El prelado, de 72 años y una especie de número 3 en la jerarquía vaticana, debió renunciar a sus derechos como cardenal, algo que sólo había ocurrido antes con tres sacerdotes acusados de abusos sexuales a menores. Alega inocencia y espera que el pontífice “no haya sido manipulado».
Se defendió en una rueda de prensa de las acusaciones de malversación por enviar fondos vaticanos a la cooperativa de su hermano y de haber contratado los servicios de otro hermano.
En un inusual comunicado a las 8 de la tarde, el Vaticano informó con un par de líneas, sin más explicaciones, que el papa aceptaba la renuncia presentada por Becciu a su cargo de prefecto, pero también a los derechos como cardenal, aunque no al título, algo que sólo había ocurrido antes con tres cardenales acusados de gravísimos casos de abusos sexuales sobre menores o doctrinales.
Becciu no perderá el título de cardenal, pero si los derechos de estos y, por ejemlo, no participará en un futuro cónclave.
Algo parecido ocurrió en 2015 cuando el cardenal y arzobispo emérito de Edimburgo, Keith O’Brien, también fue obligado a renunciar a los derechos del cardenalato, tras las denuncias de varios sacerdotes por «conductas impropias» cuando décadas antes había ocupado un alto cargo en un seminario.
Tres años después, en 2018, Theodore McCarrick, exarzobispo de Washington, también debió dejar el cargo de cardenal y luego fue expulsado del sacerdocio tras ser declarado culpable de pedofilia y también de abusos a adultos.
El prefecto de la Congregación para las causas de los Santos tenía el jueves una normal reunión con el papa para presentarle la aprobación de los nuevos decretos de beatificaciones y canonización, pero lo que sucedió no se lo esperaba.
«Estoy impactado, preocupado. Un golpe para mí, mi familia, la gente de mi pueblo. Por el espíritu de obediencia y por el amor que llevo a la Iglesia y al papa, acepté su pedido de hacerme a un lado. Pero soy inocente y lo probaré. Le pido al Santo Padre el derecho a defenderme. Es todo extraño. Me siento perdido. Ayer hasta las 18:02 me sentía amigo del papa, fiel al papa. Después el papa me dice que ya no tiene confianza en mí porque los magistrados le han indicado que habría cometido un acto de malversación», afirmó este viernes en una rueda de prensa.
Todo hacía pensar que se trataba de su implicación cuando era sustituto de la secretaria de Estado de 2011 a 2018, en la investigación vaticana por una inversión inmobiliaria, la compra de un edificio en Londres, con el dinero del Óbolo de San Pedro, y que salió tan mal que finalmente ha producido un agujero de 400 millones.
Pero el semanario L’Espresso publicaba una investigación en la que afirmaba que Becciu habría enviado fondos de la Conferencia Episcopal Italiana y una vez del Óbolo di San Pedro a favor de la cooperativa «Spes», cuyo propietario y representante legal es su hermano Tonino.
«Es todo extraño. Me siento perdido. Ayer hasta las 18.02 me sentía amigo del papa, fiel al papa. Después el papa me dice que ya no tiene confianza en mi porque los magistrados le han indicado que habría cometido un acto de malversación», dijo Becciu que convocó una rueda de prensa para aclarar su posición al lado del Vaticano.
Una rueda de prensa en la que Becciu, de 72 años, calificó de «surrealista» la reunión con el papa, en la que le comunicó que tenía que presentar su dimisión y renunciar a sus derechos de cardenal, entre los que está el participar en un cónclave, aunque destacó que vio al papa «que sufría» al decirle esto.
«No entendí bien por qué el papa me decía esto, por qué me pedía renunciar a los privilegios. Quiero saber más. Por qué esta gravedad. Como él me presentó las cosas, me parece que no están bien», respondió Becciu a los periodistas que le recordaron que pocos cardenales y por hechos muy graves fueron obligados a renunciar a la púrpura.
El que el fue el poderoso sustituto de la secretaria de Estado, una especie de número 3 en la jerarquía vaticana, añadió que le parece muy extraño ser acusado de esto.
«Es verdad que he destinado dinero a Caritas. Estos 100.000 euros. Es algo que es función del sustituto de la Secretaria de Estado. En 7-8 años nunca había realizado ninguna obra de apoyo a Cerdeña (su región natal). Sé que en mi diócesis está en emergencia sobre todo por el desempleo y quise destinar ese dinero a la Caritas. Ese dinero está aún allí», aclaró Becciu, quien aseguró que nunca llegaron a la cooperativa del hermano que colabora con Caritas.
Becciu aseguró además que para la compra del edificio de Londres «no se tocó el Óbolo de San Pedro», sino que el dinero llegó de un fondo de la Secretaria de Estado que tenían que hacer crecer y que durante el coloquio con el papa no se habló de esto.
Respecto al otro hermano, que recibió contratos para realizar trabajos de carpintería en los lugares donde Becciu trabajó en la nunciatura, el cardenal explicó que es verdad que hizo algunas obras en Egipto por valor de 140 mil euros, pero que tampoco en esta ocasión veía que fuese un delito.
Becciu aseguró que en sus palabras no «hay ningún desafío al papa» pero que «todos tienen derecho a su propia inocencia»