Benjamin Netanyahu y Benny Gantz, en el Parlamento israelí en mayo. REUTERS

Las fuertes discrepancias con el primer ministro Netanyahu hacen que el partido centrista del ministro de Benny Gantz vote a favor en el primer paso hacia el adelanto electoral

Tras medio año de matrimonio mal avenido, el heterogéneo Gobierno israelí ha firmado el primer trámite para un divorcio tan sonado como esperado que ni siquiera la pandemia parece poder evitar. En la votación preliminar de la propuesta de ley presentada este miércoles por el jefe de la oposición y líder del partido centrista Yesh Atid, Yair Lapid, 61 de los 120 diputados votaron a favor de la disolución de la Cámara en Jerusalén.

La mayoría ha sido lograda gracias al apoyo de los legisladores del partido Azul y Blanco liderado por el ministro de Defensa, Benny Gantz, indignado ante lo que considera «continuos incumplimientos del acuerdo de coalición» de su socio de Gobierno, el primer ministro Benjamin Netanyahu. El líder centrista acusa al veterano dirigente del Likud de «no aprobar el presupuesto pese a que se comprometió en el acuerdo que firmó, dado que no piensa en el bien de los israelíes en plena crisis sanitaria y económica por el coronavirus. Sólo le importa su supervivencia política y su juicio por corrupción y por eso arrastra el país a nuevas elecciones».

Antes de la votación, Netanyahu acusó a Gantz y su partido de «ser oposición en la coalición de Gobierno y no cumplir acuerdos» , al tiempo que hizo un llamamiento «a la unidad». El Likud votó en contra de la propuesta de disolución.

CUARTAS ELECCIONES EN DOS AÑOS

La votación es el inicio de la cuenta atrás de las cuartas elecciones en dos años en Israel pero no significa que la vigésima tercera Knésset sea ya historia. Más allá de que la Cámara aún debe aprobar su disolución en tres votaciones más, Netanyahu y Gantz pueden evitar el adelanto electoral si llegan a un acuerdo in extremis -y hoy en día improbable- antes del próximo 23 de diciembre. Ese día, el Parlamento israelí se disolverá de forma automática en caso de no aprobarse el presupuesto.

La Knésset no lo aprueba desde el 2018. Más allá de sus efectos en la economía -agravados por la pandemia y la posibilidad de un tercer cierre a finales de mes-, el presupuesto se ha convertido hoy en un arma política tan invisible y poderosa como el caza F-35. En el documento sin precedentes firmado el pasado 20 de abril para la formación del Gobierno de unidad (incluye la figura de primer ministro alterno) la ausencia de presupuesto es la única rendija que tenía Netanyahu para evitar que Gantz sea jefe de Gobierno a partir de noviembre del 2021 de acuerdo al pacto de rotación.

El primer ministro más longevo en la historia de Israel se ha aferrado a esta fisura en el acuerdo para evitar la rotación, motivado por los sondeos que le sitúan como claro favorito (29 escaños) frente a una alternativa de centroizquierda dividida y decaída precisamente por la decisión de Gantz de romper su principal promesa electoral («No formaré Gobierno con un primer ministro imputado por corrupción»).

LA COMPLICADA POSICIÓN DE GANTZ

Tras los comicios del pasado 2 de marzo, Gantz justificó su pacto con Netanyahu aludiendo la grave crisis económica y sanitaria del coronavirus y para evitar nuevas elecciones. Hoy no se arrepiente pero admite: «No tenía ilusiones sobre Netanyahu, conocía su pasado como incumplidor en serie de acuerdos. Pero no me mintió a mí sino a los ciudadanos». El principal bloque opositor de centro izquierda formado en las últimas tres elecciones en torno al frente «anti-Bibi» se encuentra dividido en dos sectores liderados por Gantz (que incluye al partido laborista en proceso de extinción) y Lapid que fue su número dos. La incógnita es si volverán a unirse dado que este último exige ser el líder de la lista.

El «sacrificio» político de Gantz en abril evitó los comicios en verano pero, a expensas de un milagro en las próximas tres semanas, no los del próximo mes de marzo. En conversaciones privadas, asume con pesar que Netanyahu no tiene intención de darle el relevo en la jefatura de Gobierno. De ahí que antes de la casi segura disolución del Parlamento el próximo 23 de diciembre, Gantz toma la iniciativa e intenta reconciliarse con su decepcionado electorado ante unos comicios que pueden enterrar su breve carrera política.

Por último, quizá en un intento naif como presión sobre Netanyahu para que desbloquee el presupuesto. «Todo se solucionará si Netanyahu da prioridad al presupuesto y cumple el acuerdo», señaló arremetiendo con dureza contra su aún socio de Gobierno mientras deja una pequeña puerta abierta a un pacto que evite elecciones. «A Gantz solo le interesa la silla y la rotación para ser primer ministro. En lugar de liderar, cede a la presión de Lapid», le acusa el ministro Dudi Amsalem (Likud).

PRONÓSTICOS EN LAS NUEVAS ELECCIONES

En caso de nuevos comicios, el objetivo de Netanyahu no solo es ser el partido más votado como en marzo sino que su bloque, formado por la derecha y los dos partidos ultraortodoxos, obtenga mayoría para gobernar en solitario tras no lograrlo en las tres elecciones desde abril del 2019. Los sondeos otorgan a su bloque una mayoría holgada (67 escaños) al incluir el partido nacionalista Yamina (Derecha, en hebreo) liderado por el ex ministro Naftali Bennett.

Este rival político y personal de Netanyahu es la nueva gran estrella de los sondeos (de los seis escaños en las últimas elecciones a más de 20 ahora) debido a la crisis del virus sobre la que incluso ha escrito un libro. Sectores de la derecha y centro le votarían, según las encuestas, al canalizar el descontento hacia la gestión del Gobierno ante la pandemia. «En el próximo año, solo la lucha contra el virus es importante», repite una y otra vez sin contestar aún si esta vez aceptará integrar una coalición con el centro izquierda y sin el Likud.

Otra «motivación» de Netanyahu para volver a las urnas es la crisis en el bloque parlamentario árabe representado en la Lista Conjunta. El líder de Raam, Mansur Abbas, provoca la ira de las tres facciones árabes restantes de su bloque, al mantener contactos permanentes con el primer ministro. «Nosotros no tenemos que estar identificados con la izquierda o la derecha sino con quien puede ayudar a nuestros habitantes», afirmó Abbas que se ha abstenido hoy rompiendo la disciplina de voto de la Lista Conjunta a favor de las elecciones. La marcha de Abbas provocaría un significativo descenso de representantes de su bloque (hoy tiene 15 diputados).

La gran pregunta este miércoles no era si la iniciativa de la oposición iba a ganar sino cuándo se completará el proceso para que la campaña electoral dé inicio. Oficiosamente, sin embargo, la campaña nunca ha cesado desde el adelanto electoral hace exactamente dos años. Desde entonces, se libra una polarizada batalla política y mediática en torno a la figura de Netanyahu. En el trasfondo siempre presente y polémico, su juicio por tres casos de corrupción que tiene previsto reanudarse en los primeros meses del 2021.

La política israelí ofreció otra paradoja tal y como decía la periodista del Canal 12 Daphna Liel en los pasillos del Parlamento: «Netanyahu, que quiere elecciones, votó en contra de la disolución de la Knésset mientras Gantz, que haría todo lo posible para seguir en el Gobierno de unidad, votó a favor». Pese a sentarse uno al lado del otro en la sesión parlamentaria, Netanyahu y Gantz no han cruzado una mirada ni tampoco una palabra.

Fuente: elmundo.es