RAFA DE MIGUEL

El país registra un nuevo récord de infectados diarios, con 58.784 casos. El Gobierno ordena el cierre de todos los colegios a partir del miércoles

Londres-. Boris Johnson ha renunciado ya a cualquiera de los gestos de optimismo que se esforzó en lanzar durante la primera ola de la pandemia. La nueva cepa del virus se propaga a una velocidad inesperada, y el sistema sanitario público del Reino Unido (NHS, en sus siglas en inglés) vuelve a estar en riesgo de acabar desbordado. El primer ministro británico ha anunciado, en un mensaje televisado a última hora de este lunes, un nuevo confinamiento nacional tan estricto como el del pasado mes de marzo a partir del próximo miércoles. Horas antes, la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, echaba mano de sus competencias autónomas para adelantarse a la decisión y echar el cierre en todo su territorio.

“En estos momentos, nuestros hospitales están sometidos a la mayor presión registrada hasta ahora, con 27.000 pacientes de la covid-19”, ha dicho Johnson. El primer ministro ha ordenado que toda Inglaterra (Escocia, Gales e Irlanda del Norte ya se habían adelantado en la medida) se sitúe en el Nivel 4 de Alerta Máxima. Comercios, restaurantes, bares, pubs, cines, teatros y museos permanecerán cerrados. Todos los colegios, de educación primaria y secundaria, permanecerán cerrados desde este martes, y se impartirá la educación por vía telemática”, ha anunciado Johnson.

El Reino Unido registró este lunes su mayor cifra histórica de infectados en un solo día: 58.784 casos. El número de muertos por la covid-19 se redujo en comparación a los casi mil anotados en días anteriores, pero con 407 nuevos decesos, los números continúan siendo alarmantes. Los cuatro directores médicos jefe de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte suscribían pocas horas antes del anuncio de Johnson un comunicado conjunto en el que hacían saltar la alarma: “Los casos están aumentando por todo el país, impulsados por la nueva variante, de transmisión mucho más fácil. No confiamos en que el NHS sea capaz de hacer frente a este incremento de pacientes sin que se emprendan medidas más drásticas. Existe un riesgo real de que los hospitales de varias zonas se vean saturados en los próximos 21 días”, aseguraba el texto.

Junto a la presión científica se incorporaba la presión política. El líder de la oposición laborista, Keir Starmer, reclamaba a Johnson que recuperara el “espíritu de marzo” e impusiera cuanto antes un confinamiento nacional. “Si vamos a someter a los ciudadanos a medidas más restrictivas a nivel nacional —y debemos hacerlo de inmediato—, hemos de cerrar con ellos un contrato por el que nos comprometamos a desplegar la campaña de vacunación lo antes posible. Dos millones de dosis semanales en enero, y el doble en febrero. Ese debe ser el acuerdo”, decía Starmer.

A la reclamación de Starmer se sumaba el exministro de Sanidad, Jeremy Hunt (rival de Johnson en las primarias del Partido Conservador). “A los que argumentan que el invierno siempre ha sido duro en el NHS, les digo que se equivocan. Me he enfrentado como ministro a crisis invernales muy duras, y la situación actual no es comparable”, escribía Hunt en su cuenta de Twitter. Johnson ha convocado a los diputados de la Cámara de los Comunes este miércoles para obtener su respaldo a unas medidas más drásticas de lo que el Gobierno y el Parlamento tenían previsto para esta época del año. El speaker (presidente) de la Cámara ha pedido a los representantes que eviten acudir a Westminster y opten por una presencia telemática.

Por su parte, el Gobierno autónomo escocés ha ordenado a sus 5,5 millones de habitantes que permanezcan en sus casas desde la medianoche de este martes. Solo se contemplarán las excepciones de cuidados a dependientes, compra de bienes de primera necesidad o salidas para hacer ejercicio (sin posibilidad de juntarse con más de una persona de otro domicilio). Los colegios permanecerán cerrados hasta el 1 de febrero, y no se permitirán las salidas o entradas a Escocia salvo por razones justificadas. “No es una exageración si digo que estoy más preocupada por la situación a la que nos enfrentamos ahora que a cualquier otra desde marzo”, ha dicho la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, en su comparecencia ante el Parlamento autónomo. Hasta el 31 de diciembre, el número de fallecidos por la covid-19 en este territorio autónomo era de 4.578.