Un nuevo estudio que analizó cientos de lecturas aéreas de emisiones sobre los bosques encontró que las regiones forestales en el sureste fueron las más afectadas.
Una nueva investigación detectó que algunas zonas de la selva tropical de la Amazonía ahora emiten más dióxido de carbono del que absorben, una señal preocupante en la lucha contra el cambio climático.
La deforestación y una tendencia al calentamiento acelerado han contribuido a cambiar el balance del carbono, que es más severo en la región sureste de la Amazonía, donde hay temperaturas en aumento y una reducción de las lluvias en la estación seca. En los últimos 40 años, las regiones más afectadas se han calentado 2,5 grados Celsius durante la estación seca, una situación comparable a los cambios observados en el Ártico, una región que se calienta rápidamente.
La región de la Amazonía, hogar de los bosques tropicales más grandes del planeta, ha sido un importante amortiguador del dióxido de carbono. Los patrones climáticos cambiantes han reducido su efectividad como barrera ante el cambio climático, y las condiciones pueden verse aún más agravadas por el calentamiento global, el cual provoca mucha más liberación de dióxido de carbono. “Esto es un ciclo negativo”, dijo Luciana Vanni Gatti, científica del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil y autora de la investigación, que se publicó el miércoles en la revista científica Nature.
En los últimos años, un número creciente de estudios ha sugerido que se está deteriorando la capacidad de la región para eliminar el carbono del aire, y de almacenarlo para que no contribuya al aumento de las temperaturas globales. Una investigación de 30 años publicada en 2015 en la revista Nature, reveló que la capacidad de la Amazonía para absorber dióxido de carbono está mostrando “una tendencia decreciente a largo plazo de acumulación de carbono”, en parte debido a una mayor variabilidad climática y la muerte más temprana de los árboles.
Además, un ensayo publicado en 2018 en la revista Science Advances, advirtió que la combinación de deforestación, cambio climático y quema han provocado que partes de la selva tropical se conviertan en sabanas. “La preciosa Amazonía se tambalea al borde de la destrucción funcional y, con ella, también nosotros”, escribieron los autores, y agregaron, “nos encontramos exactamente en un momento que dicta nuestro destino: el punto de inflexión está aquí, es ahora”.
La investigación publicada el miércoles incluyó mediciones de los niveles de dióxido de carbono y monóxido de carbono tomadas desde aviones pequeños durante unos 600 vuelos entre 2010 y 2018. Los pilotos volaron a altitudes de unos pocos kilómetros por encima del follaje de los árboles, luego descendieron y tomaron mediciones repetidas en la columna vertical del aire. Los resultados mostraron mayores cambios en el equilibrio ecológico en áreas que habían sufrido deforestación a gran escala y habían sido quemadas a escalas considerables para eliminar los árboles muertos y limpiar la tierra, dijo Gatti.
Thomas Lovejoy de la Universidad George Mason, autor del ensayo del “punto de inflexión”, elogió la nueva investigación, en la que no participó. Dijo que hay esperanzas de restablecer el equilibrio, al menos hasta cierto punto.
“La capacidad de recuperar un margen de seguridad” mediante la reforestación es muy real, aclaró, y podría ayudar a recuperar la función de los árboles en la producción de humedad dentro de los bosques.
“No creo que vuelva a ser lo que era, pero ciertamente puede mejorarse”, dijo.
Los bosques son una parte fundamental en el ciclo de agua de la región. La humedad depositada en el aire por los árboles genera hasta el 35 por ciento de las precipitaciones de la región, según algunas estimaciones.
Al gestionar los bosques teniendo en cuenta la retención de carbono, la hidrología y la biodiversidad, dijo, “se obtienen múltiples beneficios”. Acerca de los cambios en la Amazonía, dijo: “Ha llegado mucho antes de lo que nadie pensaba hace 30 años debido al uso extensivo del fuego y el cambio climático. Pero si colocas un poco de agua allí, cambiará”.
Cualquier cambio puede tardar en llegar y enfrentará oposición política. El presidente de Brasil Jair Bolsonaro ha supervisado la deforestación vertiginosa en la Amazonía. El gobierno, bajo una presión en aumento, anunció recientemente planes para contrarrestar la tendencia, pero los picos de deforestación han continuado.
En un artículo adjunto en la revista Nature, Scott Denning, profesor del departamento de ciencias atmosféricas de la Universidad Estatal de Colorado, escribió que los “perfiles atmosféricos del artículo muestran que el futuro incierto está sucediendo en este momento”.
En una respuesta enviada por correo electrónico a las preguntas, Denning elogió la nueva investigación como la primera medición real a gran escala del fenómeno, desde varias altitudes a lo largo de miles de kilómetros y sectores remotos, un avance más allá de las mediciones tradicionales en emplazamientos forestales. Los resultados muestran “que el calentamiento y la deforestación en el este de la Amazonía han revertido el sumidero de carbono a escala regional y que el cambio en realidad se está manifestando en el CO2 atmosférico”, escribió.
Los vuelos de investigación pueden ser agotadores. Gatti dijo que tomó Dramamine antes de los vuelos, pero un colega se negó a subir al avión, diciendo que su esposa estaba embarazada y que “es demasiado arriesgado”. Ella respondió: “¡Tengo dos hijos!”.
Una vez que los científicos capaciten a los pilotos para usar el equipo, dijo, volarían por su cuenta. “No es fácil”, explicó. “Pero tenemos que hacerlo”.
Al señalar que gran parte de la tierra despejada en la zona más afectada se usa para criar ganado, dijo que su investigación la hecho que deje de comer carne de res. “¿Te gustaría perder la Amazonía por tu almuerzo?”, dijo.
John Schwartz es un reportero de la sección del Clima. En casi dos décadas en el Times, también ha cubierto temas de ciencia, derecho y tecnología.
Fuente: NY Times