Con una frecuencia mensual, trimestral, semestral y anual, el Banco Central informa acerca del Índice Mensual de la Actividad Económica (IMAE), una aproximación muy cercana a lo que es el Producto Interno Bruto (PIB). El público casi siempre recibe con incredulidad el dato, especialmente porque no se siente representado, sobre esa desaprobación trata esta opinión.
La movilidad social vista desde el prisma de los ingresos es aspirada por las formulaciones y ejecuciones de las políticas públicas. El desplazamiento de grupos sociales, desde menores a mayores niveles de ingresos monetarios que permitan mejores condiciones de vida y más oportunidades que promuevan el ascenso en forma sostenida, es un fundamento ético abrazado por todos, al menos en el discurso.
Por el contrario, la inamovilidad social implica mayores niveles de desigualdad, más degradación de la calidad de vida y menos oportunidades; de ahí la importancia de que las políticas públicas y privadas encaminen esfuerzos reales para que mayores grupos poblacionales sean alcanzados por sus acciones, a fin de alcanzar la sostenibilidad inclusiva.
Sin excepción, pero en especial en los países en vías de desarrollo o los menos favorecidos, se empeñan en propiciar crecimiento económico, porque este resulta la base sobre la cual la movilidad social se erige. El prerrequisito de la expansión económica es útil para cualquier estrategia. Siempre será mejor crecer que no hacerlo, pero mucho mejor sería si el aumento de la riqueza patrimonial se redistribuye de tal manera que propicie movilidad social.
El crecimiento de la economía dominicana ha sido elogiado aquí y allende los mares y eso siempre será bueno, pero lo sería aún más si fuera un aumento del PIB del tipo inclusivo, asumido hasta por el imaginario social, justo aquel que, sin manejar los números o los indicadores, periódicamente desaprueba el reporte que con frecuencia anuncian las autoridades acerca del desempeño de la economía.
Cuando el crecimiento del PIB no es inclusivo, mantiene y hasta expande la desigualdad y por esa vía amplia las brechas en capacidades y oportunidades para los grandes grupos poblacionales, sesgando el crecimiento para que los de mayores ingresos monetarios continúen fortaleciéndose, en desmedro a los de menores ingresos, que lo inmoviliza socialmente y puede hasta profundizar su condición de vulnerable y abono para eventuales estallidos sociales.
Sin pretender llegar a una conclusión definitiva, pero si a un acercamiento para construir un juicio que permita refutar la afirmación de que el crecimiento económico ha favorecido a todos, porque el aumento del ingreso per cápita lo avala, ese resultado es solo un sofisma, una aparente verdad.
Veamos esta muestra: para el 2014 el ingreso per cápita era de RD$ 296,015 al año, equivalente a US$ 6,804, en cambio, para el 2021 fue de RD$ 511,859 o de US$ 8,971. En el lenguaje del Banco Mundial, el indicador muestra que se afianza la condición de la República Dominicana como país de ingreso mediano alto, dentro de sus cuatro clasificaciones, que van desde ingreso bajo -menos de US$ 1,036-, hasta los de ingreso alto, que corresponde a los de mayor de US$ 12,535.
El indicador del ingreso per cápita puede resultar engañoso para medir el nivel de bienestar, pues no considera la forma en que está distribuido el ingreso entre los ciudadanos de un territorio, porque asume que todos lo reciben en partes iguales.
La economía dominicana en términos reales durante los años 2014 al 2021 ha crecido en promedio anual en un 5.38 % y nominal en un 10.5 %, el primero, ligeramente superior a su umbral potencial y el segundo, duplicando al primero, por efecto de la inflación, por aumento de la producción o los dos. Por su parte, el salario mínimo nominal mayor en el sector formal para igual periodo ha pasado de RD$ 12,873 a RD$ 21,000 al mes.
Al examinar las estadísticas del mercado laboral dominicano, en particular, la relativa a la población que labora y percibe ingreso monetario en los sectores formales e informales de la economía, encontramos que al 2014 el ingreso mensual nominal era de RD$ 12,989 para el 70.0 % de la población ocupada en la República Dominicana, similar a los RD$ 12,873 de salario mínimo y el restante 30.0 % recibió ingresos sobre el monto mayor del salario mínimo; lo que equivale a decir, que significativamente para ese año, los trabajadores del país recibían ingresos igual o por debajo del salario mínimo mayor establecido, en un entorno en el que la economía creció en un 7.1 % anual.
En la misma línea, para el 2021 el PIB creció con rebote estadístico en un 12.3 %, mientras que, el 70.0 % de la población trabajadora recibió ingresos monetarios por un monto de RD$ 20,108 al mes, similar o inferior al salario mínimo mayor vigente que es de RD$ 21,000. De manera que a pesar que la economía se mantuvo creciendo, su expansión no se caracteriza por tener utilidad para los de menos ingreso, revelando el carácter no inclusivo y no distributivo del ingreso, manteniendo en forma inamovible al mismo porcentaje de la población que en el 2014 había en el umbral del salario mínimo.
Al adicionar el indicador de la participación de los ingresos monetarios recibidos por los trabajadores respecto al tamaño del PIB nominal, encontramos que en el 2014 la contribución de los ingresos fue de un 22.5 %, mientras que, en el 2021 descendió a un 20.8 %, indicativo de que los trabajadores formales e informales de la economía dominicana en el tiempo transcurrido de ocho años, están recibiendo menos ingresos ahora que en el pasado, distanciándolo cada vez más de una actividad económica inclusiva que promueva movilidad social.
Los resultados del indicador de los ingresos sobre el PIB nominal, valida el hallazgo de que el 70.0 % de los trabajadores reciben ingresos igual o por debajo del salario mínimo mayor, al tiempo de que es demostrativo que el ascenso social, las oportunidades y la equidad distributiva está más lejos hoy que en el pasado y de lo aspirado.
Al PIB crecer y los ingresos de los trabajadores no hacerlo, quedando por debajo del costo del salario mínimo mayor y también de la canasta básica, es la razón por la que los ciudadanos no creen en la información que ofrecen las autoridades sobre el crecimiento de la economía.
Todo parece indicar que la critica social acerca de que el crecimiento económico no le llega a los trabajadores de menores ingresos, encuentra respaldo en los dos indicadores mostrados precedentemente en este escrito y que, además, el recurrente anunciado crecimiento del PIB dominicano no tiene calidad, porque revela que la concentración de los ingresos monetarios cuestiona a las políticas públicas y sugiere que los agentes económicos y actores públicos deben promover mejorías para un crecimiento socialmente sostenible y éticamente requerido.