Nick Madigan, Verónica Zaragovia y
Los sentimientos encontrados entre algunos residentes sobre el expresidente y el caso en su contra reflejan la complicada política del estado.
Como votante registrada en el condado de Palm Beach, Florida, Bette Anne Starkey sabe que existe la posibilidad de que la elijan para formar parte de un jurado en el caso penal federal contra el expresidente Donald Trump. Pero a pesar de que ha votado dos veces por Trump, en realidad no sabe cómo actuaría si fuese miembro del jurado que podría analizar el caso.
“Estoy harta de escuchar sobre todas sus artimañas”, dijo.
Sus comentarios reflejan los sentimientos complejos que Trump puede suscitar en estos días incluso entre los republicanos que votaron por él. Pero Starkey también es un reflejo de la política complicada y volátil del sur de Florida, el terreno de Trump, y el grupo de jurados que ofrece.
El diverso y densamente poblado sur de Florida será el lugar donde se convocará a un jurado para juzgar la inocencia o culpabilidad de Trump si el caso llega a juicio, aunque no se ha determinado ni el lugar exacto del juicio ni el grupo de jurados.
El caso se presentó en la división judicial de West Palm Beach del Distrito Sur de Florida, lo que significa que el jurado podría ser seleccionado entre los votantes registrados en el condado de Palm Beach, hogar del resort Mar-a-Lago de Trump, donde ha vivido desde que dejó la Casa Blanca. En 2020, Trump perdió en el condado de Palm Beach ante el presidente Biden por casi 13 puntos porcentuales.
Pero un grupo de jurados compuesto por votantes del condado de Miami-Dade, al sur de Palm Beach, también es una posibilidad, en particular si se determina que el juzgado federal en Miami, donde se espera que Trump haga una comparecencia inicial el martes, está mejor equipado para organizar el que probablemente será uno de los juicios penales más importantes en la historia de Estados Unidos.
Trump perdió en Miami-Dade por solo siete puntos en las últimas elecciones y obtuvo un fuerte apoyo de los votantes hispanos en particular; más de dos tercios de los residentes del condado se identifican como hispanos, según datos del censo.
Todo esto debería ofrecer cierto consuelo a los miembros del equipo de defensa de Trump, quienes saben que solo se necesita un voto para que el resultado sea un jurado dividido. Además, muchos habitantes del sur de Florida, al igual que estadounidenses en otras partes del país, creen que Trump es víctima de un trato injusto por parte de fuerzas poderosas en la izquierda política.
George Cadman, un agente de bienes raíces de 54 años y padre de dos hijos, dijo que no ha seguido de cerca las noticias en los últimos meses. Afirmó que no había oído nada sobre los cargos federales contra Trump, lo que lo convierte, en cierto sentido, en un buen candidato para servir como jurado.
Pero Cadman, que vive en el condado de Miami-Dade, en el sur, también dijo que apoya a Trump “100 por ciento” y que cree que las investigaciones previas sobre el expresidente tuvieron motivaciones políticas. Tras agregar que cree que la interferencia electoral de Rusia en 2016 y el escándalo sobre Trump y Ucrania fueron engaños, dijo que “sería muy cauteloso al tomar una decisión sobre lo que pienso al respecto”, refiriéndose al nuevo caso contra Trump.
(En una llamada telefónica posterior, Cadman dijo que por mucho que le gustaba Trump, planeaba votar por el presidente Biden en 2024, porque el aumento del valor de las propiedades había beneficiado su trabajo como agente de bienes raíces).
Muchos de los cubanoestadounidenses del sur de Florida aprendieron por las malas, durante y después de la Revolución Cubana, sobre el impacto de la política incluso en las vidas apolíticas. Y para algunos de los conservadores entre ellos, como Modesto Estrada, un empresario jubilado que llegó a Miami hace 18 años, vale la pena apoyar a Trump como un poderoso freno para los demócratas y las políticas liberales que, según Estrada, están “arruinando el país” pues disuaden a la gente de trabajar.
Estrada, de 71 años, señaló que también se había descubierto que Biden y el ex vicepresidente Mike Pence tenían documentos gubernamentales confidenciales en su poder. (Sin embargo, Biden hasta ahora, a todas luces, ya devolvió los documentos a las autoridades tras descubrirlos, al igual que Pence). Al igual que muchas personas entrevistadas, Estrada confesó que le resultaría difícil ser un jurado imparcial en el caso.
“Desde mi perspectiva personal, hasta el momento, no tienen nada contra él”, dijo sobre Trump. “Y no le va a pasar nada. No va a ir a la cárcel. El caso se va a desmoronar y eso es lo que espero que suceda”.
Así como Estrada afirmó que su experiencia con una dictadura de izquierda había influido en su esperanza de que Trump sea declarado inocente, Viviana Domínguez, de 63 años, se refirió a su propia experiencia en su Argentina natal, la cual estuvo gobernada por una dictadura militar de derecha de 1976 a 1983, cuando expresó su aversión a Trump.
Domínguez, una restauradora de arte que ha vivido en Miami durante 13 años, calificó a Trump como una “vergüenza” y agregó: “Creo que irá a la cárcel, pero no sé si eso sea una ilusión”.
Domínguez describió el caso de los documentos y la todavía considerable base de apoyo de Trump, en términos de una inquietante flexibilización de los estándares cívicos. “Vimos todo eso en mi propio país, cuando las mentiras se hicieron cada vez más grandes”, afirmó. “El margen de tolerancia se hizo cada vez más amplio, de modo que nunca veías el límite. Hablaban de moralidad y de la familia, pero eran las personas más corruptas y obscenas del mundo. Es como un estado de locura”.
Roderick Clelland, un veterano de la guerra de Vietnam de 78 años, de West Palm Beach, la ciudad más poblada del condado de Palm Beach, dijo que le preocupaban las implicaciones internacionales de lo que sentía que había sido una actitud laxa de Trump hacia los secretos nacionales.
“El mundo entero nos está mirando”, afirmó Clelland. “Y algunos de esos documentos sobre otros países… ¿van a confiar en nosotros? La gente ha sido encarcelada por menos que eso. Así que no puedes simplemente violar la ley y salirte con la tuya. Por eso espero que haya un castigo”.
Clelland tuvo cuidado de señalar que no odiaba a Trump. “Pero no me gusta su comportamiento y su actitud”, dijo.
A pesar de haber votado dos veces por Trump, Starkey, quien es secretaria del Club Republicano de Palm Beaches, dijo que nunca ha sido una gran admiradora. Pero tanto en 2016 como en 2020, no pudo decidirse a apoyar al candidato más liberal. Por estos días está pensando en votar por Nikki Haley, exembajadora de las Naciones Unidas y exgobernadora republicana de Carolina del Sur. Aclaró que solo hablaba a título personal y no en nombre de su club.
Sin embargo, Starkey dijo que la acusación formal contra Trump parecía una estrategia partidista en un momento en que la política estadounidense carece de gran parte de la cortesía entre los dos partidos que recuerda con cariño del pasado. Afirmó que esa era una de las razones por las que tendría dificultades si la eligieran para ser un eventual jurado en el caso. “¿Estás segura de que tienes todos los hechos a favor y en contra?”, se preguntó.
Starkey dijo que estaba harta del drama que rodeaba la acusación y que sabía que muchas otras personas pensaban igual que ella.
“Solo quiero que todo esto desaparezca”, dijo.
Fuente: nytimes.com