En Florida, equipos dedicados a la restauración de los océanos están trasladando urgentemente muestras a tanques en tierra, mientras una ola de calor marina devasta arrecifes enteros.
Cuando Bailey Thomasson vio por primera vez el coral, sintió un tremendo alivio. Buceaba en busca de muestras frente a los cayos de Florida y vio que el matorral de coral cuerno de alce que estaba debajo de ella era de color marrón, no el brillante blanco característico de la decoloración debido a las temperaturas récord registradas en el océano en esa área. Pero cuando se acercó, se percató de que la situación era mucho peor de lo que había pensado.
“Sentí por dentro algo así como: ‘¡Dios mío! ¡Estamos en el apocalipsis!’”, comentó. “¿Qué está pasando?”.
En vista de que el cambio climático ha asolado los preciados arrecifes de Florida, quienes han dedicado su carrera a restaurar corales en el océano ahora están apresurándose a sacarlos del agua y colocarlos en tanques en tierra. Deben superar emociones como aflicción y temor por el futuro para salvar todo el material genético y los corales jóvenes que puedan. Pero en el fondo, se cierne una pregunta existencial: ¿Cómo podrán restaurar arrecifes si el océano ya es demasiado caliente para que el coral viva en él?
Si bien las ondas de calor marinas son naturales, las impresionantes temperaturas registradas en el mar frente a los Cayos este mes (en una ocasión se registró una temperatura de un poco más de 38 grados Celsius) se han agravado debido al calentamiento global, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por su sigla en inglés). Los océanos del planeta han absorbido el 90 por ciento del calor adicional liberado por quienes queman combustibles fósiles y arrasan con bosques. En la actualidad, cerca del 44 por ciento del océano global vive una ola de calor.
La decoloración masiva de corales observada en los Cayos es la más grave en la historia del estado, según informó Derek Manzello, coordinador del programa de Vigilancia del Arrecife de Coral de la NOAA. Serán necesarios estudios en los próximos meses para saber cuánto coral ha muerto.
“Me temo lo peor”, dijo.
Thomasson y sus colegas descubrieron ese día, el 20 de julio, que todo el coral de su superficie de restauración de casi media hectárea en Sombrero Reef, alrededor de 5 millas náuticas al sur de Marathon, Florida, estaba muerto o sufría una decoloración tan grave que casi con toda seguridad moriría.
Al día siguiente, Thomasson salió con su equipo a revisar la situación de su vivero de corales en el cayo Looe, un sitio frente al cayo Big Pine que se han dedicado a construir con sumo cuidado durante los últimos dos años. En mayo, alcanzaron la meta de instalar ahí 100 estructuras para vivero de coral. Ahora, desde que se acercaban en bote, alcanzaban a ver el color blanco del coral decolorado bajo el agua. Todos los miembros del equipo se abrazaron antes de saltar al agua. Al regresar a la superficie, Thomasson llamó a su jefe. Lloraba tanto que al principio no podía entenderle nada.
“Todo en cayo Looe está arruinado”, le dijo, unas 5400 piezas de coral cuerno de alce y cuerno de ciervo.
Estos dos sitios parecen haber sido de los más afectados. Pero en todo el arrecife de Florida, que abarca unos 580 kilómetros, tanto científicos como defensores están aplicando el protocolo de intervención.
La principal prioridad ha sido rescatar muestras de las especies de coral más amenazadas. Antes de la ola de calor marina, solo quedaban unos 150 individuos genéticos de cuerno de alce y 300 de cuerno de ciervo en todo el estado (el coral se reproduce asexualmente; crea clones de sí mismo, por lo que corales distintos pueden tener los mismos genes).
Varios buzos se dispersaron por el arrecife y los viveros marinos para recolectar dos fragmentos de cada individuo genético. Esos fragmentos se colocaron en tanques en instalaciones de almacenamiento, luego se subieron a tráileres y se trasladaron a dos ubicaciones distintas que operarán como bancos genéticos.
Es una “especie de póliza de seguros de último recurso”, explicó Jennifer Moore, quien encabeza el proyecto del banco y coordina la recuperación de coral protegido en la región sureste del Servicio Nacional de Pesquerías Marinas de la NOAA. “Si todo muere en el agua, Dios no lo quiera, por lo menos no perdemos a esos individuos”.
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Los arrecifes de coral cubren menos del 1 por ciento del fondo del océano, pero alrededor del 25 por ciento de toda la vida marina depende de ellos en cierto momento, incluidos peces que son una fuente vital de proteína para millones de personas. Además, los arrecifes protegen la costa de las tormentas, pues cortan la energía de las olas un 97 por ciento en promedio, según han descubierto los investigadores. En todo el mundo, los bienes y servicios proporcionados por los arrecifes han sido valorados en 2,7 billones de dólares al año.
Pero, por desgracia, están en peligro. En 2018, el panel científico sobre cambio climático de las Naciones Unidas hizo notar que el destino de los arrecifes de coral pende de un hilo si la temperatura global aumenta entre 1,5 y 2 grados Celsius. La cifra más baja produciría una pérdida adicional del 70 al 90 por ciento, según los científicos. La cifra más alta produciría pérdidas de más del 99 por ciento.
Si bien es cierto que la migración puede ayudar a los animales y las plantas a adaptarse a un planeta que se va calentando, los arrecifes de coral requieren condiciones muy específicas en el océano y tardan décadas, siglos o milenios en construirse. El cambio climático va a un ritmo demasiado acelerado, aseveró Phanor Montoya-Maya, biólogo marino de la Fundación para la Restauración del Coral.
Si no se aplican reducciones drásticas en las emisiones de gases de efecto invernadero, se proyecta que el mundo se caliente entre 2,1 y 2,9 grados para el año 2100, según las Naciones Unidas.
Los corales bajo presión se blanquean, es decir, expulsan las algas que les dan color y los nutren.
Si no mejoran las condiciones o si la decoloración es muy frecuente, los corales morirán. Hace medio siglo no se sabía de ningún evento masivo de decoloración, pero desde la década de 1980 han ocurrido con mayor frecuencia y con mayor intensidad. Según algunos cálculos, el mundo ha perdido la mitad de su cubierta coralina desde 1950.
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Los arrecifes de coral de los cayos de Florida han experimentado una marcada reducción desde finales de la década de 1970, principalmente debido a enfermedades y decoloración, que tienen una relación directa con el aumento de la temperatura en el océano, comentó Manzello.
“Se habla de canarios en la mina de carbón”, dijo. “Estos canarios se han ido muriendo desde hace 40 años”.
Las pérdidas han inspirado a científicos y amantes de los corales a intervenir, lo que ha impulsado el campo de la restauración de coral.
Ken Nedimyer, por ejemplo, dejó un negocio exitoso de venta al por mayor de peces tropicales hace unos 20 años para dedicarse a cultivar coral cuerno de alce y cuerno de ciervo en viveros marinos y trasplantarlo en el arrecife de Florida. Más adelante, fundó la Fundación para la Restauración del Coral y luego un grupo más reciente sin fines de lucro llamado Reef Renewal USA, que todavía dirige. Tiene experiencia lidiando con la decoloración y con huracanes, pero las dos últimas semanas lo han estremecido como nunca.
“En realidad, no sé cómo procesarlo”, aseveró Nedimyer.
Para aclarar, Nedimyer no ha parado de trabajar. Ha estado en medio de un torbellino entre recolectar muestras genéticas, encontrar espacio para los corales en tanques en tierra, solicitar permisos de emergencia para trasladar los viveros a aguas más profundas y frías. Pero por primera vez, dijo, se cuestiona si tales esfuerzos podrán tener éxito a largo plazo.
El año pasado, las emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos aumentaron, no disminuyeron. A nivel mundial, las emisiones iban camino a alcanzar un máximo histórico.
“No dejo de pensar: ¿Qué se necesita para captar la atención de la gente?”, afirmó Nedimyer.
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David Obura, biólogo marino y copresidente del grupo de especialistas en corales de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, elogió algunos de los esfuerzos de restauración, pero señaló que sin la acción climática, serán prácticamente inútiles.
“Dado que los principales impulsores del impacto continúan incrementándose, es posible que solo ‘ganen tiempo’ por unos pocos años”, escribió Obura en un correo electrónico. “Por supuesto, es fundamental intentar esto, pero esto no debe distraer el enfoque de abordar qué y quién está causando el problema”.
A medida que el ciclo de calentamiento natural de El Niño se ve agravado por el cambio climático, Obura espera “varios años de blanqueamiento masivo de corales” en todo el mundo.
Además de Florida, la decoloración ya ocurre en arrecifes de las Bahamas, Belice, Colombia, Costa Rica, Cuba, El Salvador, México y Panamá.
Thomasson regresó al cayo Looe el viernes para ver por primera vez el arrecife en el que esperaba trasplantar algún día el coral joven del vivero, ahora muerto. Grandes masas de coral cuerno de alce silvestre y montículos de coral cerebro estaban decolorados o ya habían muerto. Para consolarse, se aferró al hecho de que los sitios que supervisa su grupo en los Cayos Superiores están en mejores condiciones, por el momento.
Thomasson está decidida a seguir trabajando en la restauración de coral, pero necesita un océano en condiciones de mantener con vida los corales, para poder regresarlos allí.
“Todos deben exigir medidas para mejorar las condiciones climáticas ahora”, afirmó Thomasson. “No en un año ni mañana, sino justo ahora. De hecho, para ayer”.
Fuente: nytimes.com/es