La Comisión de Desarme de las Naciones Unidas presentó el lunes el primer anteproyecto de un tratado global para prohibir las armas nucleares; lo que, según sus defensores, representa un paso importante que podría acelerar la redacción del texto definitivo para principios de julio.
Las potencias nucleares —Estados Unidos, entre ellas— han boicoteado las negociaciones del tratado, por considerar que sus objetivos son ingenuos e inalcanzables, sobre todo en un momento en que Corea del Norte ha amenazado con lanzar misiles nucleares a sus enemigos.
Para disuadir al resto del mundo, las potencias nucleares usan el viejo argumento de que la mejor manera de evitar que se usen armas nucleares consiste en tener la capacidad de contraatacar de la misma manera; sin embargo, eso no ha logrado detener el impulso de las negociaciones. La primera ronda se realizó en marzo y más de 120 países respaldaron ese esfuerzo.
Los partidarios de la propuesta sostienen que si suficientes países ratifican un tratado internacional que proscriba las armas nucleares, eso generaría una gran presión política y moral que podría persuadir a quienes se oponen a reconsiderar su postura.
En otras negociaciones se han seguido estrategias similares que produjeron acuerdos internacionales que prohíben las armas de uso indiscriminado, entre las que se incluyen las armas químicas, las bombas de racimo y las minas terrestres. A medida que más países se adhieren a estas convenciones, aumenta la vergüenza en aquellos que los rechazaban.
Según el anteproyecto de este tratado, los países que lo suscriben se comprometerían a “nunca usar armas nucleares” y a jamás “desarrollar, producir, fabricar, adquirir, poseer o almacenar armas nucleares u otros dispositivos explosivos nucleares”.
Las naciones firmantes también se comprometerían a nunca “llevar a cabo ensayos de explosiones de armas nucleares o ningún otro tipo de detonación nuclear”.
Lo que resulta menos claro en este anteproyecto es, precisamente, de qué manera los países con armas nucleares que renuncien a ellas podrían adherirse al tratado y bajo qué condiciones.
Por lo demás, se especifica que este documento busca fortalecer —mas no remplazar— los tratados vigentes para detener la proliferación de armas nucleares, así como las pruebas realizadas con ese tipo de armamento.
En el preámbulo del anteproyecto se especifica que el Tratado sobre la no proliferación de armas nucleares, acuerdo emblemático que entró en vigor en 1970, seguirá siendo “una base fundamental en la búsqueda del desarme nuclear”.
La nueva propuesta será analizada durante tres semanas en una ronda de negociaciones en las Naciones Unidas, programada para mediados de junio.