Del simbolismo al espectáculo

Por Maritza Ruiz Abad

El pasado lunes, el presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco, anunció la petición que hiciera el Ejecutivo para que la juramentación que corresponde a su segundo mandato se realice en las instalaciones del Teatro Nacional, y no en la sede ordinaria que acoge la Asamblea Nacional.

Este petitorio está fundamentado en la cantidad de invitados confirmados para la ocasión, número que, al parecer es histórico y nunca visto en los anuarios de nuestra era republicana.

Lo cierto es que, esto ha generado una ola de opiniones en contra y a favor, pero no solo eso, también ha producido un debate con respecto a si es constitucional o no juramentarse en el salón de la Asamblea Nacional, en el teatro nacional o cualquier otro escenario a la sazón.

Si bien es cierto que la Constitución de la República Dominicana no indica en ninguno de sus artículos la prohibición a celebrar este acto protocolar fuera del espacio que se ha destinado para ello, tampoco hace una dispensa para que, fuera de un evento catastrófico o de fuerza mayor, se realice en otro lugar.

El escozor ha sido causado por lo que parece ser una puesta de espaldas al simbolismo que, sin ser rancios ortodoxos, reconocemos que nos representa y diferencia de otras naciones y latitudes. Ese mismo simbolismo invita a apreciar la identidad que como dominicanos disfrutamos desde hace 180 años, y por generaciones, ha vestido de rigor y solemnidad la juramentación de nuestros gobernantes.

La tendencia hoy día es acudir a los grandes escenarios, el espectáculo, las luces y cámaras por doquier. La humanidad se mueve hacia lo circense, lo grandilocuente. Nos estamos dejando envolver por los flashes y las lentejuelas.

Esa carga de dopamina que dan los reflectores y los aplausos, por un momento puede acariciar el ego, cegar la cordura, pero de manera peligrosa, también puede conducir a una línea muy delgada entre el quiebre de lo que somos, el olvido de lo que fuimos y la incertidumbre de lo que seremos.

Maritza Ruiz Abad, Comunicadora, Relacionista Público