De familia cristiana, San Lino es designado Obispo de Roma, año 67 DC. Aparece en II de Timoteo 4, 21. Discípulo de la escuela paulina, San Lino vive el periodo de la gran crisis de la Iglesia Romana. Durante la persecución de Nerón, los cristianos acusados del incendio de Roma, como chivo expiatorio ante la deficiente administración pública, fueron colocados como antorchas vivientes en lo alto de los postes para alumbrar el palacio imperial. Por esos motivos, San Pedro le nombró su sucesor, forma llamada sucesión testamentaria. Fue misionero en las Galias y tuvo la autoridad de los renombrados diálogos catecumenales para el bautismo.
Acontecida la crucifixión de San Pedro, unas mujeres descolgaron el cuerpo, lo enterraron y fueron de inmediato a comunicar la noticia a San Lino. Muere el 23 de septiembre del 76. Su sepultura está cerca de San Pedro. La Plegaria Eucarística I, el Canon Romano, pide, después de los Santos Apóstoles, la intercesion de los tres primeros Papas Mártires Lino, Cleto y Clemente.