Una familia muy extensa y muy pobre nos regaló al Papa Bueno, al sacerdote que tuvo las misiones más difíciles e hizo la voluntad de la Iglesia entre cristianos no católicos, creyentes no cristianos y hombres del mundo de la cultura moderna. Esto le llevó como Papa a convocar el Concilio Ecuménico Vaticano II para actualizar la Iglesia desde la fidelidad más auténtica a la Santa Tradición Católica. ¡Pedimos al Espíritu Santo, por intercesion de San Pedro y la Virgen María Santísima, al comulgar del Cuerpo y la Sangre de Cristo hoy que el Concilio VII sea conocido, venerado y difundido a todos los hombres de buena voluntad que construyen con su trabajo limpio el Reino de Paz, Justicia y Caridad desde este mundo!