Abrazó la Cruz de Cristo. En ella encontró refugio, y al mirarla obtuvo su fortaleza.

Pedimos al fundador de los pasionistas esta gracia vital para poder seguir hasta donde Dios nos quiera llevar.

Conversando con un sacerdote de esta congregación, muy solidario con mi familia, me contó que los discípulos de su fundador tuvieron que pedirle que rebajara en número e intensidad las penitencias que de habitual haciendo. No podían ellos equipararsele en su afán de padecer los mismos sufrimientos de Cristo.

Fui ordenado Diácono 27 de febrero del 2006, día de otro gran pasionista, San Gabriel de la Dolorosa. Santos y Santas Pasionistas, enseñenos a abrazar, refugiarnos y mirar solo a la Santa Cruz… en especial, a la hora del dolor y el sufrimiento.

¡Madre Dolorosa, Ruega por nosostros!.