Nos preguntamos si el cada día nuestro con los demás es una Eucaristía. Ha dicho San Agustín: Señor, no me des riquezas ni pobreza. Solo dame el Pan Nuestro de cada día. Maltratar a los empleados, comer y beber hasta emborracharse, fiestar derrochando de manera desenfrenada no es propio de los fieles.

San José, Padre cariñoso de Nuestro Señor Jesucristo y Esposo fiel de la Virgen María nos conduce al agradecimiento cotidiano.

Tanto y tanto se nos ha dado, y es para compartirlo, y sin intereses. No dejes que la presión social oxide tus capacidades, que tus potencialidades se desarrollen y preocúpate de mantener tus virtudes. Los demás nunca te van a entender. No sigas desperdiciando tu vida. No sigas estancado y anclado en el ayer ya pasado. Lo que te impide realizarte es que vives de las expectativas de los demás. No eres tú mismo. De esto es que debes interesarte. De gran ayuda resulta contemplar la naturaleza y las criaturas que la habitan.

¿Por qué los animales se mantienen tan calmados?. Porque no tienen que ser otra cosa que lo que ellos son y hacen lo que necesitan para su supervivencia. ¡Y nada más!. Por eso, vuelve a vivir.