El día de mi ordenación prometí al Cardenal preparar siempre y muy bien la homilía. No haré una mención somera de San Carlos Borromeo, sino del Pastor que asumió la misión sacramental del Concilio de Trento que sufrió críticas mordaces, así como boicoteos a su actividad formativa y caritativa con los más desfavorecidos de la poderosa Milán y del atentado contra su vida en plena celebración por parte de un clerigo.
Nos urge la renovación sacramental tal como la realizó San Carlos a las masas sin Comunión, sin educación en los misterios de Fe Católica y en la única vía de salvación que son las Obras de Misericordia.
¡Suscita Madre María, Virgen de la Iglesia, la misión Sacramental para que todos reciban el Cuerpo y la Sangre de Jesús, y lo compartan con los hambrientos del Reino de Dios!.