Eligió la Virgen María ser de los humildes que enalteció el Señor, y de los hambrientos que colma de bienes.
Su familia vivió la vida oculta en Dios. El tesoro era Jesús mismo, y nada más.
José, el Carpintero Santo fue el escudo y la fuerza del Hogar que es la fuente de todo amor.
Se ama a la Virgen María visitando y asistiendo a los enfermos haciendo despensa para los que no tienen nada, movilizando a los cercanos para que compartan en persona su tiempo, lo que son y lo que tienen con los más necesitados, es decir, los que limpian nuestros baños, los que vigilan nuestras casas, los que sudan en nuestras cocinas preparándonos el alimento y al llegar a sus casas apenas tendrán pan.
¡Está es la Fe de María! No un pasatiempo devoto, sino la respuesta a la Palabra que habitó su Vientre Virginal y se hizo Eucaristía para todos. Una Memoria muy especial está. La Basílica dedicada a María Virgen, nuestra Madre.
¡Quiero la Fe de María!