Así como ocurrió la masacre de los niños hebreos por manos del Faraón diabólico que quiso reducir el número de sus esclavos laborales, Herodes, ante el nacimiento del Hijo de Dios, del Mesías, el Rey de Israel, manda a matar a todos los bebés.
Ambos tiranos murieron y Cristo vive para que todo niño desde su concepción goce del derecho de nacer y vivir con la más alta dignidad que corresponde a todo ser humano.
Los Santos Magos de Oriente en su búsqueda de la verdad fueron tontos y confiados, pensando que los poderosos de este mundo los iban a guiar hasta el Salvador, y aunque lograron escapar de las garras del megalomano gobernante, provocaron la muerte de tantos inocentes que prepararon el derramamiento de la Sangre que nos salva en el Altar de la Cruz.
Nuestro deber y salvación, finalidad de la Navidad, es la defensa, protección y promoción social de los inocentes.