No sé sabe quién lo dijo, pero hemos de confiarnos al cuidado de la Virgen de los Dolores que acompaña en cada Vía Crucis de Jesús y sus hijos.
A cada persona con la que se haya tenido un desencuentro y conflicto, pedirle a la Virgen María que los cubra con su manto, rezar un Ave María por cada uno de ellos, y experimentar como la Madre asume ese recuerdo doloroso, suprime todo afán de desquite y liberados de todos esos pensamientos negativos del pasado hacia los demás poder seguir adelante.
Hemos de darnos cuenta que tantas veces no sabemos ni lo que pensamos ni decimos.
Nadie en su sano juicio desea el mal a otras personas.
Se comprueba a la hora de ver que una persona que no actuaba conforme a nuestros valores y agrado, a la hora que sufre enfermedad terrible, perdidas en todos los aspectos sustanciales y se queda sola y abandonada, incluso en la hora de la muerte, no le deseamos ese mal que sufre.
Nadie por más malo que haya sido se merece tal sufrimiento en vida.
Corazón compasivo y generoso, rogando que los malvados no sufran la peor condena por culpa fesus malos hechos en vida.