Es la mayor multa que jamás ha impuesto la Comisión Europea. Competencia considera que el sistema de compra online de Alphabet supone un abuso de posición.
El gigante estadounidense Google ha recibido este martes la mayor multa antimonopolio que ha impuesto nunca la Unión Europea. La Comisión Europea fija para la compañía una sanción de 2.424 millones de euros por vulnerar la competencia en el mercado de las búsquedas por Internet, según ha anunciado el brazo ejecutivo de la UE. El caso alude específicamente al servicio de comparativas de precios, pero supone una enmienda a la totalidad al modo de operar del poderoso buscador, que favorece, según Bruselas, sus propios servicios y anuncios de pago sin que los usuarios sean conscientes del sesgo.
El Ejecutivo comunitario lleva siete años con las prácticas de Google bajo la lupa. Tras un primer periodo basado en la búsqueda de acuerdos —bajo el mandato de Joaquín Almunia—, los servicios de Competencia cambiaron de estrategia. Vestager optó hace dos años por abrir un expediente sancionador referido a uno de los casos que más quejas acumulaban: la presunta discriminación que aplica Google a los competidores cuando el usuario recurre al buscador para buscar productos y comparar precios. Bruselas argumenta que la empresa fundada por Larry Page sitúa en una posición prominente sus propios servicios (Google Shopping), independientemente de su relevancia, y oculta otros de los competidores.
Bruselas cree que existen evidencias claras de esa vulneración de las reglas del juego. Cuando el usuario busca información sobre productos, el buscador de Google suele situar en la parte de arriba (en un recuadro) su servicio de compras comparativas. Los rivales aparecen de media en la cuarta página, donde prácticamente nadie llega. Ese comportamiento se repite desde 2008, cuando el gigante estadounidense cambió la forma de operar de este servicio para que canalizara buena parte del tráfico que recibe desde su producto estrella, el buscador. A partir de ese momento, webs rivales de Google registraron una caída en picado de sus visitas (desde el 80% en Francia hasta el 92% en Alemania), según datos del Ejecutivo comunitario, que no da nombres.
Google ha emitido un comunicado de respuesta a la multa. «Vamos a revisar con la Comisión la decisión en detalle y consideraremos apelar y continuar exponiendo nuestros argumentos», ha señalado por escrito Kent Walker, vicepresidente de la empresa, que defiende que el objetivo de su sistema Google Shopping es «conectar a usuarios con miles de anunciantes, pequeños y grandes, de una manera que sea útil para ambos». La empresa insiste en que compite con empresas como Amazon, que usa herramientas de comparación y reseñas sobre los productos. «Creemos que nuestros actuales resultados de Shopping son útiles y han mejorado notablemente si lo comparamos con la versión de anuncios de texto que teníamos hace una década. Mostrar anuncios que incluyen imágenes, reseñas, precios, nos favorece a nosotros, a nuestros anunciantes y, sobre todo, a los usuarios», justifica.
90 días para solucionarlo
La compañía debe ahora poner fin a la conducta en un plazo de 90 días o la multa será del 5% de su facturación mundial
Vestager ha querido imponerle un multa ejemplarizante, que deberá depositar ya aunque decida recurrir. Hasta ahora, la mayor sanción europea había recaído en el gigante de microprocesadores Intel en 2009 (fueron 1.060 millones de euros). Por ley, el límite máximo de penalización está fijado en el 10% de la facturación anual de una compañía. Se especuló con que la sanción podía ser de cerca de 1.000 millones, pero la decisión de Bruselas ha superado todas las previsiones. La cuantía responde a «la duración y la gravedad de la infracción», argumenta la Comisión, y se calcula tomando como base los ingresos que obtuvo Google con su servicio Shopping en los 13 países europeos donde se ofrece, entre ellos España.
Es la primera vez que la Comisión Europea sanciona un comportamiento relacionado con las búsquedas por Internet, un mercado que ha adquirido gran relevancia en la última década. Más que la multa en sí, serán los remedios propuestos por Bruselas —y que Google tendrá que aplicar en un plazo de 90 días para cumplir con la norma comunitaria— los que más incidencia tengan en el negocio de la compañía. Si no lo hace, se enfrentará a multas adicionales de hasta un 5% de la facturación media diaria de Alphabet, la matriz de Google.
La firma estadounidense confía en que los cambios se limiten a tener que presentar de manera menos atractiva las ofertas de productos vinculados a Google, pero probablemente tendrán más calado. Vestager insta a la compañía a proponer soluciones cuanto antes.
Un precedente para dar ejemplo
La decisión sobre el comparador de precios es la primera de un abultado dosier que acumula la Comisión Europea sobre Google
Tanto Bruselas como los demandantes que recurrieron por estas prácticas que les perjudican (una treintena de firmas) confían en que el caso de Shopping siente un precedente y condicione el comportamiento general del buscador estadounidense. Google no lo ve igual: cree que cada caso se evalúa por separado y que los remedios fijados para un comportamiento considerado anticompetitivo no son directamente trasladables al resto.
La decisión sobre el comparador de precios es la primera de un abultado dosier que acumula la Comisión Europea sobre Google. Después de este fallo, vendrá otro también de larga trayectoria, relativo al mercado de publicidad. Bruselas objeta los contratos abusivos —exigen exclusividad— que la firma impone a otras webs que muestran anuncios de Google. El tercero será uno bastante más reciente pero también de gran impacto, relativo a Android. Vestager acusa a Google de forzar a los fabricantes de móviles y tabletas a que preinstalen aplicaciones de la compañía para que puedan incluir el sistema operativo Android.
El caso amenaza con inflamar las relaciones transatlánticas. La apertura del procedimiento de infracción, con Barack Obama en el poder, ya generó resquemor y acusaciones veladas a Bruselas de que penalizaba el talento y la innovación estadounidenses. Las empresas tecnológicas no son precisamente las mayores aliadas del actual presidente, Donald Trump, pero es muy probable que el mandatario interprete la ofensiva como un nuevo ataque contra los intereses estadounidenses. Bruselas es consciente de este riesgo, pero está convencida de que existen suficientes pruebas para sancionar a Google por unas prácticas que alteran el libre mercado al menos desde 2008.
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