Vistazos puntuales al Diaconado: su historia…
Por el P. Manuel Antonio García Salcedo (Arquidiócesis de Santo Domingo)
El termino diakonos alude al oficio de esclavos o siervos. Luego se emplearía para el servicio a los extranjeros y la administración de los bienes eclesiales a los huérfanos y viudas. La zapata de este ministerio es Jesucristo, único salvador, que lava los pies a San Pedro y a los discípulos (Jn.13).
Con el paso del tiempo los diáconos, desde las cartas paulinas originales, situados al lado de los obispos como colaboradores inmediatos (Filp. 1, 1; Rom. 15, 25), representan el paso de una Iglesia convulsionada en el Jerusalén de los años 60s a una visión universalistas propia del mundo griego o Ecumene (Hech. 6-8).
San Estaban Diacono, protomártir o primer testigo que derrama su sangre por Jesucristo, junto a seis diáconos, predican la palabra y bautizan: San Felipe Diacono al funcionario eunuco de Etiopia y a los samaritanos (Hech. 8). El texto lucano insiste en su misión de preparar el camino para que los Apóstoles San Pedro y San Juan acudan a confirmar a aquellos que habían recibido el evangelio y a disciplinar la actitud pecuniaria de Simón el Mago.
Los Padres Apostólicos resaltan la óptima conducta moral de los diáconos, la validez y necesidad de su ministerio, y reprenden a aquellos que no han dado buen fin a las limosnas de los cristianos destinadas a las obras de caridad. San Clemente Romano, San Ignacio de Antioquia y las Actas de los Mártires dan testimonio de ello.
La actividad económica y la diakonia estaban vinculadas. Tal es el caso de San Lorenzo, Diacono Mártir, y el recuerdo de los diáconos mártires, San Vicente y San Mauricio al no entregar la comunión de los enfermos a los persecutores.
La generalización de la triple jerarquía: Obispos, Presbíteros y Diáconos, circunscribía la caridad y la predicación con el servicio de los diáconos a la mesa eucarística, al distribuir los alimentos en el ágape y el servir de intermediarios entre el Pueblo de Dios y el Obispo junto a su presbiterio. Entre aquellos que describen sus funciones y requisitos están San Jerónimo y las Constituciones Apostólicas. Caso a destacar: San Efrén el Sirio, diacono contado entre el número de los Padres de la Iglesia de Oro, quien a la reflexión de la pureza total de la Madre de Dios.
Ante la cantidad de diáconos requeridos por las Iglesias, se nombraba un Archidiacono. Tenían las funciones de las oraciones, el canto, la salmodia, la guía de la asamblea celebrante (el actual inclínense para recibir la bendición) y la lectura de los textos sagrados y evangélicos antes de la plegaria eucarística.
Las responsabilidades de estos y los subdiáconos aumento de tal manera en la edad media que en varias regiones de difícil acceso se trasladaban con la lista de pecados de los creyentes hasta la sede episcopal, y una vez pronunciada la penitencia y la absolución, el diacono era responsable de comunicar la forma sacramental. (los mismos servicios que incluían la oración por los enfermos y la ingesta de alimentos naturales como comunión con los bienes sagrados fueron delegados a laicos).
Por su cercanía al Obispo y su preparación, el diacono era señalado como su sucesor, pero ante la necesidad de clarificar las funcionas del servicio eclesial, al final de la edad media, el diaconado se redujo a un peldaño en vistas a la ordenación sacerdotal., hasta que el Beato Papa Pablo VI restaura en 1970 el Diaconado permanente para casados y célibes a petición de los Padres Conciliares del Vaticano II.
Indaguemos acerca del futuro de los diáconos, sus relaciones con el Obispo y presbiterio, su formación y espiritualidad, sus vestiduras, viudez, el diaconado fuera de la Iglesia católica, las diaconisas y otros.
Bibliografía:
BEINERT, W., Diccionario de Teología Dogmática, Herder, Barcelona, 1990.
CUMMINGS, O., Deacons and the Church, New York, Paulist Press, 2004.
RAHNER, K., Orders and Ordination, Sacramentum Mundi, Vol. IV, ed., NY, 1968, pp. 312-323.