(AFP).-La Comisión Europea propuso este miércoles un plan inédito de 750.000 millones de euros de deuda común para sacar la economía europea del pozo del coronavirus, pero que ya generó rechazo en algunos países del bloque anunciando unas «duras» negociaciones.
«El costo de la inacción en esta crisis será mucho más caro para nosotros», había advertido la titular del ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, al presentar su plan en la Eurocámara, llamando a los 27 a «dejar de lado los viejos prejuicios» y apoyar su plan.
El fondo, apodado Próxima Generación, prevé que la Comisión tome prestado en los mercados de deuda un total de 750.000 millones de euros (825.000 millones de dólares) en nombre de la UE que, a continuación se repartirían entre los países en forma de préstamos y subvenciones.
Con este plan, Von der Leyen buscaba acercar el grupo de los «cuatro frugales» (Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca), adeptos del rigor fiscal y partidarios de acordar solo préstamos, a Italia y España, los países más golpeados por el virus y que reclaman subvenciones.
Bruselas buscaba el equilibrio. Del total, Italia recibiría 81.807 millones en ayudas directas y 90.938 millones en préstamos, mientras que España contaría con 77.324 millones en subvenciones y 63.122 millones en créditos reembolsables.
Sin embargo, «está claro que nos enfrentamos a duras negociaciones», constató la canciller alemana, Angela Merkel, quien ya descartó que los 27 países del bloque puedan dar su visto bueno a la propuesta durante la próxima cumbre prevista el 29 de junio.
– «Sorprendente» –
Los países campan en sus posiciones. Suecia ve «sorprendente» que la mayor parte del paquete (medio billón de euros) se conceda como ayudas no reembolsables. «Difícil imaginar que (…) sea el resultado final», para un diplomático neerlandés, recordando que se requiere unanimidad.
La propuesta es una «base para la negociación», según el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, un término repetido por el canciller austriaco, Sebastian Kurz. Para su par italiano, Giuseppe Conte, el equilibrio entre préstamos y ayudas es «adecuado».
Von der Leyen, que llegó al poder en diciembre con un programa basado en la transición ecológica y digital como la nueva estrategia de crecimiento del bloque, no lo tiene fácil ante su mayor reto: salir de, para muchos, la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial.
La pandemia, surgida en diciembre en China, ha causado estragos humanos, con más de 173.000 fallecidos en Europa, y severos daños económicos, con una contracción del 7,4% del Producto Interior Bruto (PIB) de la UE estimada para 2020, según Bruselas.
La semana pasada, la titular de la Comisión recibió el inesperado apoyo de Alemania, alineada tradicionalmente con los «frugales» y que, junto a Francia, abogó por un fondo de medio billón de euros (unos 550.000 millones de dólares) en ayudas a fondo perdido.
Bruselas recoge esta propuesta, pero precisa que los fondos, que podrán destinarse también a la transición ecológica y digital, estarán vinculados a sus recomendaciones anuales a los países para reformar sus economías de cara a una mayor convergencia en el Semestre Europeo.
– «Autonomía estratégica» –
«Hago un llamamiento a todos los Estados europeos sin excepción, incluidos los cuatro frugales, para que apoyen este plan», dijo el ministro de Economía galo, Bruno Le Maire, para quien la UE podrá salvarlos de la «crisis económica sin precedentes».
Los europeos reproducen la división existente durante la pasada crisis de la deuda, que se saldó con el rescate de Grecia a cambio de duras reformas, y el cruce de reproches de los países del Norte a los del Sur por, a su juicio, no controlar el gasto.
Madrid y Roma ya pelearon para que el fondo de rescate de la zona euro, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), no exigiera reformas a cambio de la concesión de líneas de crédito para afrontar la emergencia sanitaria, que se quedaron en un control de gastos.
Estas líneas de crédito forman parte de una primera respuesta de emergencia a la crisis de 540.000 millones de euros, junto al instrumento de préstamos para los planes de desempleo parcial (SURE) y los créditos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para empresas.
Francia espera un acuerdo para antes del 27 de julio, pero el debate sobre el plan se suma a la ya tensa negociación del Marco Financiero Plurianual (MFP) 2021-2027, el primer presupuesto de la UE sin el Reino Unido y al que estará vinculado el instrumento de recuperación.
El primer intento de llegar a un acuerdo en febrero se saldó con un fracaso. Los «frugales» querían reducirlo del 1,07% de la Renta Nacional Bruta (RNB) propuesto al 1% y recortes en las históricas políticas agrícola y de cohesión, algo inaceptable en el Sur y el Este.
Bruselas propone ahora un MFP de 1,1 billones de euros que deberá tener en cuenta las nuevas prioridades y la «autonomía estratégica» frente a competidores como China. O en palabras del comisario de Presupuesto, Johannes Hahn, lograr una UE «más competitiva, resistente y soberana».