Foto externa/Miriam Germán Brito.

Por Carla López Germán

Hace mucho tiempo que leí una frase de Lord Byron que dice “Porque la verdad siempre es extraña, más extraña que la ficción”, a través de los años nunca  vi el sentido a la frase hasta que inició el proceso de evaluación de desempeño de los jueces de la SCJ, lo cual trajo consigo la más baja y burda campaña de descrédito en contra de la Mag. Miriam Germán Brito (si, mi madre).

Como nunca fueron parte de la historia presente de mi generación, entendía que las persecuciones políticas eran cosa del pasado, destinadas a los libros de historia, pero resulta que no, lo que si ha cambiado es que en vez de desaparecer físicamente a las personas, las quieren colocar en un paredón moral. Nunca pensé que vería el día en el que un funcionario público, ya sea por una vendetta personal o porque así le instruyeron hacerlo, comprometiera de tal manera la institucionalidad del cuerpo el cual encabeza.

No es que no tenían derecho a remover a mi madre de su cargo, si así lo entendían, ya que es una facultad que posee el CNM de la cual puede hacer uso a su entender dentro de lo que la Ley y la Constitución les permite. Sin embargo, lo que no tenían derecho era a abordar de forma sorpresiva a mi madre durante su evaluación, cuando se supone que cualquier objeción debía comunicársele para ella estar en una posición de ejercer su derecho constitucional a la defensa como componente esencial del debido proceso.

Miriam German Brito

Lo que no tenían derecho es a utilizar a mi hermano como “palanca”, haciendo afirmaciones denigratorias e insinuando que mi madre lo utilizaba como testaferro, lo que no tenían derecho es a la persecución y campaña cargada de mentiras y tergiversaciones que se hizo tanto en los periódicos como en las redes sociales, las cuales por cierto siempre eran contestadas adecuadamente con hechos verificables. Si ya había llegado el momento, podían simplemente removerla de su cargo, pero, no había necesidad de tanta maldad y tanta saña que no hizo más que poner a nuestra familia en una posición difícil y vulnerable.

Nunca pensé que en nuestra sociedad la honestidad y la transparencia tuvieran un precio tan caro, lo cual aparte de removerte de tu cargo, te coloca en un Foro Público para ser juzgada por el populismo penal en su máxima expresión. Lo peor de todo esto, es que, ninguno de los ejecutores de esta persecución pagará consecuencia alguna por su actuación, y que la sociedad continuará con un rumor que, poco a poco, se irá apagando como si nunca hubiera sucedido nada. Hoy son los derechos de mi madre los que son violados, mañana pueden ser los de cualquier otra persona, el uso abusivo del poder en nuestra sociedad, aparentan no tener ningún tipo de límites, y mañana pudiera tocarle la puerta a cualquiera de nosotros.

Pero que no te quepa la menor duda, Miriam, a ti no te evaluó el CNM, ya el 4 de marzo cuando te sentaste ante el consejo “tu canción ya estaba cantada”; a ti te evaluó el aparataje estatal que desencadenó un tipo de violencia política destinada a “desaparecerte moralmente”, y ese populismo penal que como mencionara anteriormente te colocara ante un foro público. No, no te confundas, a ti no te evalúo el CNM, y tu desempeño como jueza fue lo que menos se tomó en cuenta. No obstante, recuerda lo que siempre me has dicho: “la gente te trata como ellos son, no como tu eres”.

Quisieron enlodarte, pero no pudieron, y te has ido de la Suprema Corte de Justicia por la misma puerta que entraste a la judicatura, por la puerta grande, con tu frente en alto, y con la satisfacción de que nunca fuiste instrumento de nadie, de que nunca te doblegaste, y siempre fuiste fiel a tus principios éticos, me enorgullece llamarme tu hija. Pero lo que te hace grande no es tu rol de madre, sino tu fortaleza como mujer, tu transparencia, tu candidez como ser humano, tu solidaridad y la gallardía con la que ejerciste el oficio que tanto amaste desde el primer hasta el último día.

Quizás aquellos que intentaron humillarte no te conozcan, ni sepan todos los sacrificios que has hecho a través de 40 años en el ejercicio, pero yo te conozco, como madre soltera de 4 hijos que en ocasiones llegaste a trabajar 14 horas por días entre el tribunal y la docencia para salir adelante. Pero si solo reconociera tu valor como madre, no estaría siendo justa, te conozco como mujer que siempre abogaste por la igualdad y la paridad de género, como ser humano y amiga, siempre dispuesta a tenderle la mano a quien lo necesita, como jueza, te vi pagar una y otra vez el precio de tener una consciencia propia, y arriesgar incluso tu vida cuando el sentido de justicia que hay en ti no te permitía quedarte callada y dejarte avasallar por el poder, y se que así como yo, hay mucha gente que también te conoce quien eres, Miriam Germán.

“Ni perdiste, ni ganaste, te marchaste tranquila”.

Fuente: Acento.com.do