La central eléctrica de Drax, en Reino Unido, pasó en pocos años de ser una de las más contaminantes del continente a una de las más ambiciosas en materia de reducción de emisiones de CO2, pero su método, reemplazar el carbón por biomasa, es controvertido.
La mayor central de carbón del país, ubicada en el Yorkshire, en el norte de Inglaterra, esbozó su conversión hacia la biomasa hace diez años. Su objetivo es renunciar completamente al carbón en 2021.
Reino Unido ha decidido renunciar definitivamente al carbón para producir electricidad hacia 2025, y las centrales que utilizan este recurso se cuentan hoy con los dedos de una mano.
Por ello, la experiencia llevada a cabo en Drax es particularmente observada.
En una entrevista con la AFP, Will Gardiner, director general de Drax, pone el énfasis en el suministro de madera «responsable». El CO2 emitido por la madera quemada es capturado por los árboles recién plantados, convirtiendo a la biomasa en una energía limpia y renovable, asegura el directivo.
En 2020, cuatro de cada seis reactores utilizan gránulos de madera en el país, y se ha instalado un sistema de captura del carbono para reducir las emisiones. El ministro de Finanzas británico, Rishi Sunak, dijo el viernes que esperaba que Reino Unido pueda ser un «líder mundial» en la captura y almacenamiento de CO2.
«No creo que siga habiendo carbón o gas natural en nuestro sistema en 2050» año en que el Reino Unido aspira a la neutralidad carbono. «Tendremos otra cosa», por ejemplo la energía eólica «y la biomasa» asegura el responsable de Drax.
En la COP 25 en Madrid en diciembre, el grupo llegó a declarar que quería ser «negativo en carbono» antes de 2030, al retirar de la atmósfera más CO2 que el que emite.
Además de contribuir a la lucha contra el calentamiento climático, la biomasa «ha permitido a la central proseguir su actividad y mantener» unos 900 empleos, insiste Gardiner.
– Polémica –
Pero el uso de la biomasa, segunda energía renovable de Reino Unido detrás de la eólica, genera bastante polémica.
A principios de 2018, unos 800 científicos escribieron al Parlamento Europeo instando a reducir la biomasa de residuos para limitar la deforestación.
Según Michael Norton, director del programa de medioambiente del Consejo Científico de las Academias de Ciencia Europeas (EASAC), el problema de la biomasa es que «se necesitan entre varias décadas y varios siglos» para que nuevos árboles puedan recapturar todo el carbono liberado durante la combustión.
Y como la madera tiene una intensidad energética más débil que el carbón, la suma de gas de efecto invernadero emitido es por tanto más importante. Sobre todo, si a ello hay que añadir las emisiones vinculadas con el transporte, teniendo en cuenta que Drax importa de Norteamérica 80% de las 7,5 millones de toneladas de madera que quema cada año.
La oenegé ecologista Greenpeace califica el plan de Drax de «apuesta a espaldas de la humanidad».
Will Gardiner replica que Drax recurre mayoritariamente a residuos dejados por otras industrias, «copas de arboles y ramas que, de no ser usados, volverían a la tierra y se pudrirían, emitiendo CO2».
Y respecto al 20% de materias primas procedentes de árboles efectivamente abatidos con este objetivo, Gardiner recuerda que los bosques correctamente cuidados son aireados al cortar regularmente a sus miembros más frágiles.
Gardiner reconoce, no obstante, que la energía producida a partir de la biomasa es solo parte de la solución y que Reino Unido deberá llegar al 80% de energía procedente del eólico.
«Pero siempre se necesitará algo diferente» para cuando no haya viento, argumenta.
Fuente: Agencia Francesa de Prensa