Una detección temprana ayuda a los niños con TEA a mejorar sus habilidades y a aprender nuevas destrezas
Los TEA (Trastornos del Espectro del Autismo) son un grupo de afecciones caracterizadas por algún grado de alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, y por un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo, según recoge la OMS.
En la mayoría de los casos se manifiestan en los primeros 5 años de vida y persisten en la edad adulta. El nivel intelectual varía mucho de un caso a otro, y va desde un deterioro profundo hasta casos con aptitudes cognitivas altas.
Se calcula que 1 de cada 160 niños tiene un TEA. Esta estimación representa una cifra media, pues la prevalencia observada varía considerablemente entre los distintos estudios.
No se conoce con exactitud la causa del autismo, aunque la evidencia científica disponible indica la existencia de múltiples factores, entre ellos los genéticos y ambientales, que hacen más probable que un niño pueda padecer un TEA. Lo que sí está claro es que las vacunas no causan autismo.
El autismo podría ser consecuencia de la interrupción del desarrollo normal del cerebro en una etapa temprana del desarrollo fetal, causado por defectos en los genes que controlan el crecimiento del cerebro y que regulan el modo en que las neuronas se comunican entre ellas, explica la Clínica Universidad de Navarra en su web.
No hay cura para los TEA pero es muy importante una detección temprana, ya que esto ayuda a los niños a mejorar sus habilidades y a aprender nuevas destrezas.
Desde la Confederación Autismo España recopilan las principales señales de alerta en el desarrollo según la edad, aunque recuerdan que en cualquier momento se pueden presentar los signos establecidos en las etapas previas.
Hacia los 12 meses de edad:
-No balbucea.
-No hace gestos como saludar con la mano, señalar para pedir alguna cosa o mostrar objetos.
-No reconoce su nombre ni responde cuando se le llama.
-No se interesa ni se implica en juegos interactivos sencillos, como el “cucú-tras” o similares.
Entre los 12 y los 18 meses de edad
-No dice palabras sencillas.
-No responde a su nombre.
-Presenta un uso limitado o disminuido del contacto ocular.
-Ausencia de balbuceo social/comunicativo como si conversara con el adulto.
-Ausencia de imitación espontánea.
-No señala para “pedir algo” (protoimperativo).
-No mira hacia donde otros señalan.
-No enseña o muestra objetos.
-Puede manifestar una respuesta inusual ante estímulos auditivos.
-Falta de interés en juegos interactivos simples como el “cucú-tras” o similares.
Hacia los 24 meses de edad
-No dice frases de dos o más palabras, que sean espontáneas y no sólo repeticiones de lo que ha escuchado a los demás.
-Tiene dificultades para mantener el contacto ocular cuando se le habla, y no sigue objetos con la mirada.
-No se implica en juegos compartidos, y parece no disfrutar de la relación compartida con otras personas.
También se recomienda una valoración exhaustiva del desarrollo si a cualquier edad parece que el niño o la niña pierde habilidades que ya había conseguido, como el balbuceo o las primeras palabras.
Desde Autismo España recuerdan que estos factores, de forma aislada, no implican que el niño o la niña tenga TEA. Se trata de señales que deben alertar a las familias y a los profesionales del riesgo de que se presente un trastorno de este tipo en el desarrollo, y favorecer la derivación al especialista que lo confirme o descarte.