De acuerdo a las últimas proyecciones de población realizadas por la Oficina Nacional de Estadística (ONE), en República Dominicana hay 10 millones 358 mil 320 habitantes, de los cuales el 25.59% (2,650,651) se concentra en la provincia Santo Domingo, es decir, un poco más de la cuarta parte de la población global del país. Ninguna otra de las 31 provincias restantes excede los 2 millones de habitantes. ¡Ni el Distrito Nacional!
¿Cuál es el punto? Que en los Estados Unidos de América, según las estadísticas del Instituo Nacional de Migración de la RD, viven más de 2 millones de dominicanos que corren el riesgo de morir a causa del terrorismo viral denominado COVID-2. O sea, casi el equivalente a la cuarta parte de la población nacional. En palabras de a centavo, y en términos metafóricos, la segunda provincia más poblada de República Dominicana es la que conforman nuestros hermanos radicados, en procura de una vida de mayor calidad, en la patria de Abraham Lincoln y Walt Whitman.
Y eso, a mi entender, debe ser motivo de honda y humana preocupación para todos los dominicanos que todavía despertamos viviendo en la patria que nos vio nacer. Pero especialmente debería ser motivo de preocupación del Gobierno Dominicano, quien debería pensar también en esos dominicanos que, con su tesonero trabajo, lejos de su terruño, contribuyen con el desarrollo económico y cultural de la nación dominicana.
De los más de 10 millones de seres humanos que habitamos la patria forjada por los héroes y heroínas del 27 de Febrero de 1844, ¿cuántos tenemos a algún ser querido viviendo en esa nación norteamericana, donde ya son más de 300 mil los afectados por el virus mortal que azota la humanidad entera? ¿Más del 60%? ¿Más del 80%? No hay estadísticas sobre esa realidad social y humana, pero estoy seguro de que somos muchos, millones, los que tenemos hijos, primos, padres o amigos íntimos residiendo en los Estados Unidos de América.
¿Cuántos dominicanos en los Estados Unidos de América habrán fallecido a causa del letal virus? ¿Cuántos dominicanos radicados en esa poderosa nación, contagiados ya, estarán corriendo el riesgo de fallecer también? No lo sabemos. ¡Oremos por ellos!¡Oremos por ellos!