Para ningún médico es fácil comunicarle a un paciente que tiene diabetes. Tampoco es fácil brindar apoyo emocional al darle la noticia. Generalmente la diabetes genera angustia y muchas preguntas, sobre todo con relación al cambio de vida que esto implica para asegurar el autocuidado. Pero, ¿qué es el autocuidado y por qué es tan difícil practicarlo?
En pacientes con enfermedades crónicas, como la diabetes, el autocuidado es esencial para lograr los mejores resultados posibles. Esto implica tomar los medicamentos como fueron prescritos y hacer cambios en el estilo de vida como alimentarse de forma saludable y ejercitarse regularmente. No es fácil lograrlo. En efecto, solo un tercio de los pacientes con diabetes logran tener un control adecuado de su enfermedad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay tres grupos de factores determinantes que dificultan esta práctica:
1. Las características y severidad de la enfermedad.
2. Las características intrapersonales como edad, género, estado psicológico (distress) y aspectos psiquiátricos (depresión)
3. El entorno social y familiar, además de la comunicación entre el paciente y el médico.
El distress, una carga muy pesada
Entre estos factores, el distress destaca por representar una carga emocional importante. La diabetes provoca fuertes respuestas psicológicas como frustración, enojo, ansiedad, desaliento y estrés. Algunos pacientes responden positivamente (eustress), pero otros reaccionan negativamente (distress).
El distress como consecuencia de la diabetes es una respuesta emocional ante una enfermedad que cambia la perspectiva de vida del paciente. La carga emocional se debe, en gran parte, a los requerimientos que el manejo de la diabetes demanda constantemente (cambiar la alimentación, acudir frecuentemente al médico, asistir a estudios de laboratorio, entre otros).
La Escala de Distress de Diabetes (DDS por su nombre en inglés) fue ideada para entender mejor el estado emocional de los pacientes con diabetes. La escala mide tres ejes del distress: el régimen de tratamiento; las relaciones interpersonales y las relaciones con el médico.
La escala de distress se adaptó para América Latina, particularmente para México. La aplicación de la escala permitió identificar que hasta el 20% de los pacientes con diabetes sufren distress, en comparación al 2%-12% de la población sin diabetes que lo sufre. Asimismo, reveló que para los pacientes con distress, la probabilidad de no cumplir con las indicaciones más importantes del autocuidado es mayor. En consecuencia, la posibilidad de controlar mejor la enfermedad se reduce.
¿Cómo mitigar sus efectos?
Los pacientes y sus familiares tienen el papel más importante para manejar el distress, seguidos del personal de salud. Es importante que el paciente busque apoyo psicológico, de preferencia alguien especializado en enfermedades crónicas, al detectar un impacto emocional. Los grupos de autoayuda son otra opción. En muchos casos, es recomendable que los familiares cercanos, principalmente los cuidadores primarios, reciban orientación para brindar un apoyo apropiado, especialmente porque la falta de apoyo genera más distress.
El personal de salud debe estar capacitado para identificar el distress en sus pacientes con base en las escalas DDS, que prometen un pronóstico bastante confiable. Es clave que la diabetes se trate de manera holística, incluyendo aspectos como la nutrición, la psicología, entre otros.
La comunicación constante y con base en la empatía entre el paciente y el personal de salud es crítica. Los pacientes tienen derecho a aclarar sus dudas, aprender sobre el autocuidado y, sobre todo, participar en la toma de decisiones acerca del tratamiento. Por ejemplo, algunos pacientes requieren insulina y no siempre tienen información clara sobre la forma adecuada de aplicársela. Considerando el contexto cultural, social y personal del paciente, el personal de salud debe ganarse la confianza del paciente para transmitirle que el autocuidado es esencial.
Autocuidado, autocuidado, autocuidado
El autocuidado es crítico, pero puede ser difícil de aplicar si el paciente no recibe indicaciones claras que enfaticen por qué es básico. Un estudio en México reveló que solo la mitad de los pacientes con diabetes recibieron indicaciones sobre una alimentación adecuada. Desde el punto de vista del paciente, los cambios alimentarios pueden ser un reto debido a aspectos culturales, de preferencias, por falta de conocimiento para prepararlos y de costos (los alimentos más baratos son los que tienen alto contenido de carbohidratos).
El ejercicio físico es un desafío adicional; los pacientes deben ser evaluados para saber cuál es el ejercicio apropiado y en qué condiciones realizarlo. Los monitoreos rutinarios de la glucosa en la sangre ayudan al paciente a controlar mejor la diabetes.
Los pacientes que tienen menor distress tienen un mejor control de la enfermedad, por ello es indispensable que tanto el paciente como el personal de salud trabajen para asegurar un estado emocional fuerte y un régimen de autocuidado riguroso.
Fuente: Artículo publicado originalmente en el blog Gente Saludable del Banco Interamericano de Desarrollo.