Argénida Romero
En los últimos diez años, cerca el 86 por ciento de los suicidios registrados en República Dominicana corresponde a hombres
Había que algo estaba pasando, aun estando bien”. Antonio (nombre ficticio) hace una pausa. “Uno se siente… ¿cómo te digo? Como con una tristeza profunda, como un hoyo negro que te crece”. Con 35 años, Antonio ha sobrevivido a sí mismo, y luego de tres internamientos por su salud mental habla de cómo es estar al borde de ese hoyo negro.
“A nadie le gusta decir que tiene depresión”.
Es probable que al igual que Antonio, muchos de los 5,660 hombres, adolescentes varones y niños que murieron en los últimos diez años en República Dominicana estuvieran de pie en ese borde y no vieran otra salida que saltar al abismo. Y la pregunta más común entre familiares y amigos tras el salto suele ser, ¿por qué?
La respuesta no es tan simple.
Abrumadora mayoría
Los datos oficiales, recogidos por el Centro de Análisis de Datos de la Seguridad Ciudadana (Cadseci) del Ministerio de Interior y Policía, indican que el año pasado se suicidaron 581 hombres y 89 mujeres. Es la cifra más alta de suicidios en la población masculina en la última década, desde 2011 a 2021, lapso en que se suma un total de 5,660 hombres. En este periodo, 960 niñas, adolescentes y mujeres perdieron la vida bajo esta circunstancia.
La diferencia es abrumadora: 85.5 por ciento de hombres sobre un 14.5 por ciento de mujeres. Según las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicadas en junio de 2021 en su informe “Suicide worldwide in 2019” (Suicidio a nivel mundial en 2019), mueren por esta causa más del doble de hombres que de mujeres: 12.6 por 100,000 hombres frente a 5.4 por 100,000 mujeres. Para ese año, se estimó un total de 703,000 suicidios en todo el mundo.
Pero a pesar de que es un flagelo en los hombres, las mujeres lo intentan más.
“Hay estadísticas que manejan el dato de que las mujeres intentan suicidarse con más frecuencia que los hombres, pero sin embargo los hombres lo materializan más. Esa es una estadística interesante de que hay una relación intento-consumación más fallida en las mujeres que en los hombres. Los hombres intentan menos, pero son más duros, más efectivos, en el método”, explica el psicólogo y terapeuta Luis Vergés, director del Centro de Intervención Conductual para Hombres.
Con esta afirmación coinciden también los psiquiatras Héctor Guerrero Heredia y Laura Pou Ottenwalder.
“Desde el punto de vista psiquiátrico es más preocupante que por cada hombre que muere hay de 7 a 8 mujeres que intentan suicidarse. Quiere decir que, en general, la mujer se trata de matar siete veces más que el hombre”, apunta el doctor Guerrero.
La doctora Laura Pou Ottenwalder reitera: “Las mujeres tienen más intentos. Sin embargo, los hombres completan más. ¿Por qué? Por los métodos. Las mujeres tienen métodos menos efectivos, por decirlo así. Los hombres tienen métodos más agresivos, por lo cual completan más el suicidio”.
La razón de este comportamiento entre hombres y mujeres no pasa solo por el aspecto de la salud mental y sus afecciones, sino también por el ámbito sociocultural.
Los porqués
Antonio, desde el otro lado de la línea telefónica, trata de encontrar las palabras exactas para describir sus años difíciles. “En principio no sabes lo que está pasando en tu cerebro”. “Estaba pensando en el pasado, no en el presente”. “Te encuentras todo negativo”
Recuerda que su primera crisis seria, y por la que fue ingresado en una unidad psiquiátrica, detonó cuando se separó de su pareja. Bajo cuidado médico fue diagnosticado con depresión.
Aunque la depresión es una de las causas que pueden llevar a una persona a pensar en quitarse la vida, un factor de riesgo muy alto –puntualiza Luis Vergés–, no es la única. Confluyen otros factores, que van desde otros padecimientos mentales hasta aspectos socioculturales.
“Entran los conflictos intrapsíquicos, las posibles patologías mentales no tratadas que puedan tener las personas, la forma como gestionan de manera especial o particular los problemas. Entonces ahí sigue la variable interpersonal, es decir, si son personas abiertas a aceptar ayuda, si son personas que tienen en su entorno una red de apoyo social que se activa para dar una respuesta de acompañamiento. Y está la cultura”, apunta Vergés.
Y con la cultura se refiere a la manera en que son criados los hombres desde su infancia, y que a su juicio no se circunscribe al machismo, sino a una socialización de género.
“Va más a un defecto de socialización, donde a los hombres desde temprana edad no se les motivan ciertas cualidades, sobre todo sociales y emocionales, para poder enfrentar los retos que son cotidianos de la vida de una forma negociada, de una manera dialógica, centrada en el intercambio de experiencias, de vivencias, y articulando los afectos, la compasión, la sensibilidad y la empatía”.
Para el profesional de la salud “son cualidades muy mutiladas en el proceso de sociabilización nuestro, que se ve como debilidad no tan solo en la familia, sino también en la escuela y en la comunidad”.
La doctora Laura Pou Ottenwalder también confiere un peso determinante a la forma en que son educados los niños, y que los dejan más vulnerables frente a situaciones límites en su adultez, aunque –a diferencia del doctor Vergés– sí da importancia al machismo como causal.
“El machismo no solo afecta a las mujeres, sino que también afecta a los hombres y según nuestra cultura machista el hombre no debe ser emocional, no debe demostrar su emociones, debilidades y tristezas y eso hace que los hombres, primero, se desahoguen menos con sus pares, con sus familiares, y segundo que los hombres busquen menos ayuda profesional”, señala.
En las mujeres, el panorama es distinto.
“Hay una propensión mayor de las mujeres a buscar ayuda profesional que los hombres. La mujer, para que tengas una idea de las estadísticas que yo manejo, busca ayuda profesional en una relación de ocho a dos. O sea, que cuando una mujer tiene un problema socioafectivo, emocional, en un 80 por ciento de las veces busca ayuda. Los hombres por lo regular buscan ayuda en un 20 por ciento de las veces, y casi siempre bajo presión. Eso implica que haya algunos temas ya de carácter emocional que no son tratados a tiempo”.
Esta es una situación similar a la descrita por la doctora Pou Ottenwalder, quien destaca que los hombres suelen asistir a una consulta psicológica o psiquiátrica cuando su situación mental es muy extrema, y afecta su vida laboral y familiar.
“Los hombres son muy herméticos. Se sientan a beber, que esa es otra cosa, la cultura alcohólica de los hombres de nuestro país que tiene mucho que ver, porque en cierto modo es una automedicación, pero una automedicación que empeora los síntomas a largo plazo y se convierte en un problema, porque el alcoholismo es una enfermedad también psiquiátrica”, enfatiza.
Hombres que matan y se matan
Abres en tu computadora un buscador. “Hombre mata a pareja y se suicida”. Presionas enter. Con esta frase, o con variantes similares, se puede enlistar casos recientes de hombres que matan a sus parejas y se suicidan. Once casos contados en una búsqueda poco detallada para República Dominicana, de julio de 2021 a mayo de este año. El más reciente, un policía retirado.
“Es lo que se llama suicidio impulsivo. El hombre mata a la mujer de forma a veces premeditada, a veces impulsiva, pero la reacción luego de matar a la mujer por celos, por amor, eso es una enfermedad, termina impulsivamente matándose él”, explica el doctor Héctor Guerrero Heredia.
Las estadísticas oficiales no detallan las circunstancias, así que se desconoce cuántos suicidios de hombres se registran en este escenario particular.
El psicólogo y terapeuta Luis Vergés establece que en estos casos de homicidio-suicidio en parejas intervienen factores distintivos, casos que de acuerdo con su experiencia suelen rondar un 50 por ciento de los feminicidios, y que los diferencia de cuando un hombre mata a otro hombre.
“Cuando hay una relación con la mujer queda la sensación de abandono porque la mujer no quiso regresar a la relación y el abandono es uno de los temas no resueltos en la masculinidad tradicional, porque muchos de esos hombres llevan esos temas desde la infancia”, explica y agrega que en esa dinámica también “sentencia a la mujer a que nunca jamás pueda tener otra relación”.
Indica que esa “cultura del honor va ligada a la idea errónea de la pureza de la mujer, en primer lugar, pero también a la virilidad del hombre, y si la mujer me deja por otro hombre es que yo soy poco hombre, entonces a esa que me hizo sentir poco hombre para no sentirme poco hombre mejor la mato”.
“Y como ya no tengo a quién controlar, porque ya maté a quien controlaba y quien me definía como hombre, entonces no soy nadie y ahí pierde significado la vida para esta gente. Recuerda que el suicidio al final es la pérdida de significado en la vida”, dice Vergés.
El trastorno narcisista u otro trastorno psicosocial también puede ser un factor que incide en estos casos, plantea la doctora Laura Pou Ottenwalder. “Estas personas no quieren aceptar ni culpas ni consecuencias”.
¿Qué hacer?
“Sin ayuda de Cristo y de mi familia no hubiera podido”. Antonio conversa con un tono animado. Narra cómo después de dos internamientos más comprendió que debía seguir su medicación para estar estable, para salir adelante. “Entendí que soy como un diabético, que el medicamento me ayuda a estar bien”.
Antonio sigue en tratamiento y frecuenta a su terapeuta. Hoy vive en una relación estable de pareja y ha recuperado la solidez en su vida. Aprecia como un tesoro el sostén de sus padres, pues tuvo que enfrentar el estigma de muchos que le decían que solo quería llamar la atención. “No entienden que es un grito de ayuda”.
Y es ese estigma, sumado a la desinformación, lo que entorpece la ayuda que necesitan las personas en riesgo de cometer suicidio, sostiene el psicólogo Luis Vergés.
“Los problemas de salud mental responden a un fenómeno que se llama escalada. La escalada significa que, si tú no te dejas intervenir o no buscas ayuda profesional, el fenómeno tiende a complicarse. Porque los niveles de disfuncionalidad, de discapacidad, se van acumulando, se van potenciando, y cada vez más la persona se pone peor”.
Deplora los niveles de insensibilidad de la población dominicana en general ante los enfermos mentales. “No hay compasión, no se ve al enfermo mental como una persona desprotegida, una persona vulnerable, y no me veo yo como un ser con recursos que puede ser aliado para apoyar a esa persona y acompañarla. Es un problema de ciudadanía y tenemos que asumirlo como tal”, señala. Llama a elaborar campañas de concienciación e información a través de los medios de comunicación.
Tanto para Vergés como para el psiquiatra Héctor Guerero Heredia, la atención de salud mental ha mejorado con los años en República Dominicana y existen unidades especializadas en la materia en el sistema de salud pública.
“Lo que pasa es que a veces no se conoce o a veces no se va directamente al psiquiatra. Aquí en la mayoría de los hospitales hay psiquiatras y psicólogos. ¿Que no estén trabajando las suficientes horas y que no haya suficiente personal? Ya eso es un problema administrativo que tiene trabajarse con el Servicio Nacional de Salud y Salud Pública, pero aquí hay muchos hospitales con psiquiatría pública”, apunta Guerrero.
En tanto que la doctora Laura Pou Ottenwalder alerta sobre el acceso poco controlado a las armas de fuego.
No obstante, de acuerdo con los datos oficiales, las armas de fuego están en el tercer lugar como método de atentar contra la propia vida en la última década, tanto en hombres como en mujeres, y representan el 14.7% en el total de suicidios registrados entre 2011 y 2021.
En República Dominicana no existen estadísticas ni estudios específicos sobre la incidencia del suicidio en la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros. En 2015 un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association (revista de la Asociación Médica Americana) y titulado “Suicide Risk Behaviors Among Sexual Minority Adolescents in the United States” (Comportamientos de riesgo de suicidio entre adolescentes de minorías sexuales en los Estados Unidos), concluyó que las lesbianas, gays, bisexuales y adolescentes tienen un riesgo elevado de suicidio en relación con los heterosexuales.
Para el doctor Héctor Guerrero Heredia la cuestión radica en la aceptación o no de su orientación sexual. “El problema no está con la preferencia sexual, el problema está con la aceptación psicológica del ser humano de su preferencia. Hay estudios que dicen que pacientes con preferencia sexual hacia el mismo sexo que no aceptan su sexualidad están predispuestos a tener mayor riesgo de enfermedad mental”.
Mientras que para los especialistas Luis Vergés y Laura Pou Ottenwalder la discriminación y el acoso (bullying) los pone en un alto riesgo. “Ser homosexual en una sociedad con un nivel de tolerancia tan bajo aumenta el riesgo de depresión, el riesgo de ansiedad. Fíjate que a los niños que dan manifestaciones de amaneramiento les hacen bullying, les hacen la vida imposible”, apunta Luis Vergés.
Hospitales con unidades de atención a la salud mental
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