Hallados por azar en el estrecho de Magallanes dos culebrinas del siglo XVI llevadas por Sarmiento de Gamboa
La mañana del sábado 14 de diciembre era una más para Marcelo y Pedro, dos operarios que ese día debían colocar una cerca a 56 kilómetros de la ciudad de Punta Arenas, junto al estrecho de Magallanes. Al tratar de clavar un chuzo toparon con algo muy duro que les impedía profundizar. Extrañados, comenzaron a excavar para acabar descubriendo dos objetos increíbles, dos culebrinas de bronce del siglo XVI en buen estado de conservación y enterradas a escasos centímetros de la superficie. Al asombro por lo que habían encontrado le siguió la tentación de mover esas piezas y quizás incluso de llevárselas pero, por fortuna, lo pensaron mejor y dieron noticia a las autoridades.
Sin saberlo ni pretenderlo, Marcelo y Pedro habían dado con dos de las culebrinas que allí dejaron los españoles en 1584 cuando Pedro Sarmiento de Gamboa fundó «Rey Don Felipe» para poblar y defender el estrecho de Magallanes. Aquél precario asentamiento español tuvo una efímera y triste vida, pasando a la historia como «Puerto del Hambre» por mor del corsario inglés Cavendish quien así lo definió tras contemplarlo en 1587.
Los trabajos que se realizan desde el año 2018 y han permitido sacar a la luz estos cañones del imperio español forman parte del proyecto «Primeros asentamientos urbanos en el estrecho de Magallanes: evolución aqueológica y geofísica de Rey Don Felipe (Puerto del Hambre)» financiado por el Proyecto Fondart del gobierno chileno. Estas actuaciones se enmarcan en la conmemoración del Quinto Centenario de la Primera Vuelta al Mundo completada por Juan Sebastián Elcano y que tiene a Punta Arenas como la mayor protagonista en el ámbito chileno por ser la ciudad y puerto más importante del estrecho de Magallanes.
Por su parte, Natalia Andrea Naranjo, conservadora del laboratorio de Arqueología del Centro Nacional de Conservación y Restauración informó sobre las labores para preservar estas piezas: «Primero hay que estabilizarlas, los metales son bastantes sensibles a la humedad y hay que corroborar las condiciones medioambientales en donde van a estar, resguardarlas y facilitar los futuros análisis». Todo apunta a que el objetivo es exponer estas culebrinas el año próximo en el Museo Sitio Parque de Magallanes, junto al emplazamiento de «Rey Don Felipe».
A tenor de las fotografías y al hecho de que se encontraran enterradas, ambas se encuentran en un excelente estado, pendiente de los estudios oportunos. En ellas se aprecia claramente el año de construcción 1581 y el nombre de Francisco Duarte.
Desde que en octubre de 1520 la expedición comandada por Magallanes diera con el paso entre ambos océanos para alcanzar las codiciadas islas Molucas, sólo la mermada flota de García Jofre de Loaysa lo cruzó en 1526,surcando aquél estrecho en extremo dificultoso por su latitud, vientos, tempestades y cientos de recodos.
Muy pronto, en 1529, un hecho clave hizo que los españoles se olvidaran durante décadas de aquella vía de comunicación al sur del continente americano. El Tratado de Zaragoza firmado por el emperador Carlos con el rey de Portugal cedió los derechos sobre las Molucas a los lusos a cambio de 350.000 ducados de oro. El estrecho perdía todo su potencial interés inicial.
El factor que cambió esa escasa atención española se produjo en 1578 cuando el corsario inglés Francis Drake surcó sus aguas para atacar y saquear todo cuanto pudo en las costas del Pacífico español. El virrey Toledo mandó una flota en su persecución, pero no dio con ellos. Es aquí donde aparece un protagonista fundamental en esta historia, el gallego Pedro Sarmiento de Gamboa (podría haber nacido en Pontevedra entre 1530-32, aunque él afirmó en un juicio inquisitorial que era natural de Alcalá de Henares). Él fue el primero que atravesó el estrecho en sentido inverso, del Pacífico al Atlántico, en una misión de exploración para estudiar la fortificación de sus entradas para evitar nuevas incursiones.
Gobernador del infortunio
Gamboa continuó hacia España y expuso sus estudios para poblar y defender aquél lugar a Felipe II. Tras consultas y debates, fue nombrado finalmente gobernador y capitán general de las poblaciones que se fundaran y se organizó una potente flota al mando de Diego Flores Valdés: 23 barcos y unas 3000 personas a bordo entre soldados, marineros y futuros pobladores. Desgraciadamente, todo se torció desde que partieron de Sanlúcar de Barrameda en septiembre de 1581. Diferencias entre Gamboa y Flores, tempestades, enfermedades, pérdida de varias naves, deserciones… Sólo cinco barcos llegarían finalmente al estrecho en febrero de 1584, de los que tres volverían a España poco después. Sarmiento de Gamboa fundó un primer asentamiento, «Nombre de Jesús», junto a la entrada al estrecho. Días después se desplazó hacia el oeste para fundar «Rey Don Felipe» el 24 de marzo de 1584.
¿Quienes quedaron allí? En total 338 personas, entre ellas «167 soldados, 48 marineros, 58 pobladores, 5 artilleros, 2 frailes, 5 carpinteros, 4 herreros, 13 mujeres, 10 niños menores,..» tal y como refleja el Archivo de Indias. En cuanto al armamento y artillería, la misma relación nos ofrece detalles interesantes: «22 piezas de artillería de bronce de diferente peso, entre ellos 4 esmeriles; 13 piezas de hierro colado; 70 arcabuces; 13 mosquetes; 35 quintales de pólvora…» La minuciosa lista incluye armas, alimentos, ropas, calzados, herramientas y todo lo que quedó para el mantenimiento y defensa de aquellas gentes.
Gamboa muy pronto fue consciente de las precarias condiciones que aquél lugar ofrecía. Primero trató de socorrer a quienes habían quedado en «Nombre de Jesús» pero los vientos y tempestades lo evitaron, llegando a Brasil. Desde allí escribió pidiendo ayuda a la Corte y finalmente se embarcó hacia España para informar al rey y regresar con auxilio para quienes había dejado atrás.
Capturado por el inglés
Como si las desgracias no fueran pocas, la carabela en la que viajaba fue capturada por corsarios ingleses en agosto de 1586 y fue llevado a Inglaterra, donde se entrevistó con la reina Isabel y obtuvo licencia para regresar a España. Lo hizo por Francia donde, en un nuevo revés del destino, fue de otra vez apresado. Finalmente, el bueno de Gamboa pudo regresar a España en 1590, siempre preocupado por la suerte que habrían corrido aquellos pobladores…
Mientras el gobernador trataba de socorrerles y sufría todo tipo de percances, la vida en «Rey Don Felipe» se tornó insufrible e imposible. Acabadas las provisiones, los españoles vagaban buscando raíces, conchas y cualquier mínima cosa comestible mientras trataban de protegerse de los vientos gélidos constantes y las tormentas frecuentes. Fueron cayendo uno tras otro, víctimas del hambre, del frío, de enfermedades e inanición…
En 1587, otro corsario inglés, Thomas Cavendish, se adentró por el estrecho con el mismo objetivo que su colega Drake, apresar barcos españoles y atacar puertos del Pacífico. Desde su nave vio a algunos famélicos hombres, los pocos supervivientes de quienes allí se habían instalado tres años antes. La mayoría huyeron al saber que eran ingleses y sólo dos se embarcaron con ellos para salvar sus vidas.
Cavendish contempló «Rey Don Felipe» mientras evitaba tropezar con los cádaveres que allí se encontraban. Se llevó lo único valioso que quedaba, aunque no del todo a tenor del reciente hallazgo: «… mientras estaban en tierra dieron con seis piezas de artillería que estaban en la población, quatro de bronce y dos de fierro colado…» declaró el superviviente Tomé Hernández cuando pudo huir de los ingleses y reunirse con los españoles tiempo después.
«Aquí estuvo España»
Un sencillo monumento con la leyenda «Aquí estuvo España» se encuentra en las cercanías de «Rey Don Felipe», dando testimonio de que España llegó a todos los rincones del orbe en el siglo XVI, también al confín del mundo. Las dos culebrinas encontradas nos recuerdan ahora aquella épica historia…