«Yo no soy profesional, simplemente las figuras estabas horrorosas y las quise pintar para ponerlas mejor».
De este modo Maria Luisa Menéndez, una mujer que vive en la localidad de Rañadoiro, provincia de Asturias -donde viven solo 28 personas- en el norte de España, explicó por qué había decidido pintar tres piezas de madera (dos de ellas con policromía) con colores chillones y sin ningún de tipo de noción artística.
«Yo le pedí permiso al párroco para llevarme las piezas y pintarlas en mi casa», le dijo Menéndez la al diario español El Comercio.
Lo cierto es que se llevó a casa tres piezas de madera del siglo XV y XVI. Una de ellas representa a la Virgen María y el Niño, otra a San Pedro y otra de la Virgen María, el Niño y Santa Ana.
Cuando las devolvió estaban cubiertas con colores brillantes que los expertos que vieron el resultado lo han catalogado como una «aberración».
El consejero de Educación de Asturias, Genaro Alonso, fue más allá y le dijo a la agencia EFE que el resultado parecía más «una venganza que una restauración».
«No soy una profesional. Pero siempre me ha gustado hacerlo y las figuras lo necesitaban. Así que las pinté como pude, con los colores que me parecieron los mejores y a los vecinos les gustó», le Menéndez dijo al diario.
Un experto que ya había trabajado en las escultura unos años atrás señaló que todavía no se podía saber si era posible devolverlas las esculturas a su estado natural.
«Esto ya había ocurrido antes con otra persona que había pintado las esculturas y esa tuvimos suerte porque se mantuvo la policromía original cuando removimos la pintura», le dijo Luis Saro al periódico español La Nueva España.
Y agregó: «En esta ocasión, se desconoce si se podrá devolver a las figuras a su aspecto original. Todo depende del material que haya utilizado la vecina que las pintó, entre otros aspectos técnicos».
Crímenes
La Asociación Profesional de Conservadores Restauradores de Bienes Culturales de España (ACRE), criticó la acción de Menéndez y dijo que era un hecho que ponía en evidencia el «expolio continuado» del patrimonio.
«¿Qué tipo de sociedad permite pasiva que destruyan ante sus ojos el legado de sus antepasados?», se leyó en su cuenta de Twitter.
Y ACRE hace referencia de varios casos similares que han ocurrido en los últimos años.
En junio de este año, se supo que una iglesia de la localidad de Estella había contratado a un profesor de manualidades para «reparar» una escultura de San Jorge del siglo XVI.
El famoso guerrero quedó transformado en un hombre con la piel rosa y una armadura de color.
Varios usuarios en Twitter y Facebook dijeron que el San Jorge parecía un personaje de la popular tira cómica «Tintín».
Pero tal vez el caso más famoso es el del «Ecce Homo» de Borja.
En 2012 Cecilia Giménez, una residente de esta localidad ubicada en el norte de España, «restauró» la pintura del rostro de Jesucristo cuyo resultado terminó convirtiéndose en el centro de burlas y comentarios alrededor del mundo.
La pintura llevaba unos 100 años dentro de la iglesia del Nuestra Señora de la Piedad y se había deteriorado por la humedad, por lo que se había procedido la restauración.
A pesar del resultado, varios expertos y artistas señalaron que la pintura debía dejarse así porque representaba «un ícono de la cultura popular de nuestros tiempos«.
Fuente: BBC Mundo