La institución descubrió en 2014 la sustitución del tratado astronómico ‘Sidereus nuncius’ por una copia, pero no denunció el hecho hasta que fue advertida por dos investigadores en 2018
Madrid.- La Biblioteca Nacional ocultó durante cuatro años el robo de la obra de Galileo Galilei Sidereus nuncius (Venecia, 1610), tratado astronómico en latín que se considera uno de los ejemplares más importantes de su amplio catálogo. La Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional investiga en secreto su desaparición desde 2018. El documento está valorado en unos 800.000 euros, según los especialistas consultados.
La dirección de la Biblioteca tardó cuatro años y cuatro meses en denunciar la sustracción, a pesar de que estaba al tanto de la sustitución del original por una copia desde mayo de 2014, cuando las restauradoras lo descubrieron por casualidad durante el programa de preservación de Fondos Ácidos, Deteriorados y Únicos (IFADU). Durante ese tiempo, el catálogo de la institución siguió ofreciendo como auténtica la falsificación que dejó en su lugar el ladrón, según una investigación de EL PAÍS.
El Sidereus nuncius o Mensajero sideral de Galileo ya había sido robado de la Biblioteca Nacional en 1987 junto con un centenar de ejemplares, en su mayoría de ciencia, que fueron recuperados dos años después por la policía. Entonces no se observó ninguna anomalía en el libro, por lo que se cree que regresó el original de este primer trabajo científico, donde Galileo explica cómo construyó y perfeccionó su telescopio y las observaciones que abordó con él.
¿Por qué la Biblioteca Nacional siguió exponiendo la copia del tratado astronómico en su catálogo y tardó más de cuatro años en denunciar lo ocurrido? Para responder a esta pregunta hay que retroceder a mayo de 2014, cuando varias restauradoras de la Dirección de Preservación y Conservación de Fondos trabajaban en el depósito general, dentro del plan IFADU, y apilaban en las mesas decenas de libros para hacer una inspección visual.
Fuensanta Salvador, una de ellas, lo relata así: “Fue casual. Esta obra tiene una encuadernación y guardas de pergamino. Al verlo, pensamos que debería estar en un contenedor de conservación libre de ácidos. El ejemplar nos pareció demasiado nuevo para ser de 1610. La caja de impresión y los grabados dejan huella y este no la tenía, era muy limpio. Nos extrañó. De inmediato lo comentamos a la dirección técnica”.
Esta dirección inició una investigación en la que participaron al menos tres departamentos y varias personas, según señala Mar Hernández, responsable del área por entonces. Un examen microscópico del ejemplar demostró poco después que las sospechas de las restauradoras estaban fundamentadas. El valioso Sidereus nuncius era falso. A pesar de ello, la obra de Galileo siguió catalogada como auténtica en el fichero interno de la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca Digital Hispánica. En el catálogo de la exposición Cosmos, entre marzo y septiembre de 2018, comisariada por José Manuel Sánchez Ron, el ejemplar ya figuró como falsificación. En esta muestra se podían ver 200 piezas, entre ellas obras de Euclides, Arquímedes, Ptolomeo, Copérnico, Vesalio, Kepler o Newton, entre otros. El 20 de septiembre de 2018, 52 meses después del hallazgo de la copia falsa, Ana Santos, la directora de la institución, recibió un correo electrónico del investigador británico Nick Wilding, profesor en la Universidad de Georgia (EE UU), en el que le advertía de que el Sidereus nuncius digitalizado por la biblioteca era una copia. Wilding ya había descubierto en 2012 otra copia falsa de la misma obra. “Me decía que estaba dispuesto a darnos toda la información para demostrar la evidencia, y por supuesto acepté su propuesta”, recuerda Santos. “Lo primero que pregunté es por qué no me habían informado”, explica la directora de la Biblioteca Nacional.
Ocho días después, el investigador Carlos Solís, catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad Complutense y especialista en Newton y Galileo, envió un mensaje al buzón de consultas de la institución con el siguiente texto: “La obra de Galileo Sidereus nuncius no está en el catálogo de la Biblioteca Nacional y en su lugar aparece un facsímil. ¿Dónde está ahora el original?”.
El 3 de octubre, la Biblioteca Nacional le respondió: “La obra a la que se refiere es, tal como se señala en el catálogo de la BNE, una reproducción de la edición de 1610”. Y ese mismo día, el investigador pidió una respuesta: “La pregunta es: ¿dónde está el libro original sustituido ahora por la reproducción?”. Siete días después, el 10 de octubre de 2018, Ana Santos denuncia ante la Policía Nacional el robo de la obra de Galileo. ¿Por qué se tardó más de cuatro años en denunciar un hurto tan importante? “Pensamos que hacía falta disponer de más información antes de denunciar”, esgrime la directora, responsable de la institución desde 2013. “Queríamos saber cuándo llegó el ejemplar falsificado, la trayectoria del libro, cuándo desapareció. La investigación no había concluido, quedaba pendiente de recabar más información”.
Santos se reafirma en que nadie de la institución le informó del robo en 2014 y en que se enteró por el correo de 2018 del investigador británico. “La dirección técnica hizo un informe sin firmar, fechado el 7 de junio de 2014, pero no se elevó a la dirección”, asegura.
Mar Hernández, la entonces directora técnica y que ahora está jubilada, rechaza la versión de la directora. Cuenta que Ana Santos la telefoneó en 2018, dos días antes de presentar la denuncia en la policía, y le recriminó que no le hubiera informado del robo ocurrido cuatro años antes. Hernández envió dos días después un correo a Santos en el que, además de rebatirle la afirmación de que no le había informado, le recordaba la reunión en la que abordaron los casos de ejemplares problemáticos, incluida la obra de Galileo.
En ese correo electrónico, al que ha accedido EL PAÍS, la directora técnica decía: “Siempre te he informado y consultado todo. Tú nunca hubieras aguantado a una persona nombrada por ti en la que no tuvieras total confianza o que no te informara de todo. Tras finalizar una reunión semanal del equipo directivo nos quedamos José Luis Bueren [actual director técnico], tú y yo para despachar el tema e intentar encontrar una solución”. Hernández muestra, además, un correo de 2014 en el que se pide que se informe a la directora, y otro más, de 2016, dirigido a cuatro personas, donde ella misma afirma que ya ha comunicado el caso a la dirección.
Un día después de que se presentara la denuncia ante la policía, el investigador Carlos Solís recibió por fin respuesta a su pregunta sobre el paradero del original. La Biblioteca le contestó que el ejemplar era una falsificación, que se ignoraba que pasó con el original y que el caso estaba denunciado. Para entonces ya se había cambiado la catalogación de la obra y en lugar de “original” se sustituyó por “copia”.
Un precedente en 2007
Tras descubrirse la falsificación en 2014, se comprobó que entre las escasas personas que habían consultado el Sidereus nuncius figuraba César Ovidio Gómez Rivero, el autor del robo en 2007 en la Biblioteca Nacional de dos mapamundis grabados e ilustrados de la edición incunable de 1482 de la obra Cosmographía, de Claudio Ptolomeo. Un hurto que puso en evidencia la falta de seguridad en la institución y que costó el puesto a la entonces directora Rosa Regás. César Antonio Molina, en aquel momento ministro de Cultura, reprochó a la escritora no haberle comunicado el robo.
El principal sospechoso del robo de la obra de Galileo, según fuentes policiales, había consultado el Sidereus nuncius en 2004, tres años antes de arrancar en la misma biblioteca las páginas de los mapas de Ptolomeo. Entre 2004 y 2007, el falso investigador, de nacionalidad uruguaya, accedió a valiosos incunables. Los mapas de Ptolomeo fueron recuperados en Nueva York y Sídney.
Santos destaca que las medidas de seguridad se han reforzado bajo su dirección y que ahora introducir un ejemplar falso es muy difícil. “Es un fallo y una desgracia, pero los robos ocurren. El mundo de la falsificación es complicado. En la biblioteca hay más ejemplares falsos detectados. No ha habido ánimo de ocultar”.
DESCUBRIMIENTOS EN EL ESPACIO
‘Sidereus nuncius’ es un breve tratado en latín en el que Galileo describe los descubrimientos que logró con un telescopio construido y perfeccionado por él en 1609. Con ese instrumento reveló que la Luna es montañosa, y observó también cuatro satélites de Júpiter y que la Vía láctea está formada por estrellas separadas. La obra, publicada un año más tarde, fue dedicada a Cosme de Médici, quien le invitó posteriormente a ir a Florencia como filósofo y matemático de la Corte.
Fuente: El País